lunes, mayo 28, 2007

Graciela Reyes: Cuentos de la Funeraria

A esa parte de la isla se puede llegar por barco. Hay un atracadero tan pequeño que parece inverosímil, y unas palmeras despeinadas que se asoman al agua. Mi amiga la escritora dice varias veces, en los poemas recogidos en su antología, que las palmeras son flechas, pero las palmeras de la isla no son flechas, tienen, sí, troncos muy largos y muy delgados, pero torcidos, retorcidos, arqueados, inclinados y hasta caídos según las varias direcciones del viento: las palmeras son endebles, son tristes, son humanas, no pueden tener, como las flechas, la alta aspiración de ser certeras.

Si se va por tierra, hay que atravesar un puente silencioso. Las casas están pintadas de colores claros, son casas bajas y pobres. Hay gente inmóvil en las aceras, grupos de hombres en las puertas de los bares. La funeraria es un edificio cochambroso pintado de blanco. Sobre una de las puertecitas un letrero dice “Funeraria”. Nada más.

La oficina del dueño nunca se barre, porque él no quiere que nadie entre allí, ni siquiera a limpiar. Es muy fea: un escritorio de metal, dos sillones tapizados de plástico, ninguna ventana. En la pared, detrás del escritorio, un Corazón de Jesús pegado con cinta adhesiva (se cae a veces; el dueño lo vuelve a poner en su sitio golpeando con el canto de la mano). Los ojos de Jesús –una mirada extremadamente dulce, que invita a llorar– miran al cliente, y el cliente tiende a hablarle a Jesús, de modo que los contratos de servicios fúnebres se van convirtiendo en inesperadas confesiones, que el dueño escucha jugando con el vaso de plástico donde quedan restos de la cerveza que cada tanto va a buscar al bar de enfrente.

El dueño de la funeraria es mi amigo Monroy, pintor y poeta. La funeraria la heredó, y ahora todos le dicen “el de la funeraria”. En mi primera visita a la isla, cuando lo conocí, Monroy tenía todavía hijos muy pequeños, casi una docena, todos hermosos como ángeles, y ya dedicaba mucho tiempo a pensar en la muerte, pero nunca me dijo que iba a heredar una funeraria, nunca me habló de su padre. Yo entonces era una mujer joven muy ocupada con la vida y sus altibajos, aunque también pensaba en la muerte. Ahora, en esta última visita mía, los hijos estaban crecidos, la mujer lo había abandonado, y Monroy se había decantado y concentrado en sí mismo. Retomamos la conversación, o la falta de conversación, fácilmente, como si no hubiera pasado el tiempo.

En una carpeta manoseada están los precios de los ataúdes, y en otra carpeta más limpia los poemas que Monroy va escribiendo mientras toma cerveza, encerrado en la oficina oscura a la que no necesitaría ir todos los días, ya que, en realidad, el negocio marcha solo y los empleados, por alguna razón, se quedan allí todo el día, en lugar de cumplir horarios, salvo el embalsamador, porque los embalsamadores tienen sindicato y cumplen estrictamente sus horarios.

En la oficina se está bien. El aire acondicionado, el moblaje mínimo, el Corazón de Jesús, crean un espacio tan confortable para un vivo como los ataúdes de metal para los muertos. Los ataúdes de metal retardan la descomposición de los cadáveres; no entra el aire, y el muerto se momifica lentamente. En la oficina no hay aire, ni luz, ni más ruido que el del motor del aire acondicionado (el enchufe está al lado del Corazón de Jesús). En la oficina es posible retardar la vida, escribir poemas, dibujar las caras de los pocos que entran en esas horas sin reloj. En uno de sus poemas Monroy ha escrito, creo, que los peces del tiempo no se impacientan nunca. Leíamos en voz alta los poemas y pasábamos allí las tardes, al principio con algún pretexto y después sin ningún pretexto. Yo me acomodaba en el sillón del cliente, con mi cerveza y mi vaso de plástico, y Monroy iba dejando de hablar a medida que nos entumecíamos y nos entregábamos al encierro. La proximidad de los ataúdes (que veía, contra mi voluntad, en un espejo, cada vez que salía a la calle y entraba en la funeraria por la puerta del letrero para ir al baño) nos daba un miedo lleno de alivio, el alivio de dominar, al menos, los pormenores sociales de la muerte.

El mar queda detrás de la calle; si uno baja hasta la balaustrada del atracadero, huele el agua grisácea que se extiende hasta todo lo abarcable, sin horizonte, sin fin, porque la luz es opaca como la bruma. Se ven, vagarosos, barcos inmensos mar adentro. Después, uno sube otra vez por las callejuelas desoladas, entra en el bar, pone un quarter en la máquina tragamonedas y escucha un viejo tango hecho bolero (“Adiós muchachos compañeros de mi vida barra querida de aquellos tiempos ya se acabaron para mí todas las farras mi cuerpo enfermo no resiste más”), compra otra cerveza y más tabaco, vuelve a meterse en la funeraria. La oficina está fresca y tiene el mismo olor que los cajones de un armario donde se guardan cubiertos que no se usan nunca.

El último día de mi visita, leíamos un poema cuando golpearon a la puerta. Entró un hombre alto, con la gorra en la mano. Parecía reírse. Dudaba, quizá por mi presencia, pero no me moví. Cerró la puerta y encaró a Monroy.

– ¿Apartan cajas?
Monroy no le contestó.
– Quisiera
apartar una caja.

Se rió. Bajó la voz.
– La más barata.
– Setecientos.
– Es para un
a amiga.
Se rió.
– Dice que se va a morir cuando cumpla treinta años. Cumple treinta años el 3 de abril. Yo se la quiero regalar.
– ¿Quiere ver la caja?
– Bueno.
– Vamos.

No entré en la sala de ataúdes, pero veía una parte por un espejo. Después me metí en el bañito maloliente. Los oía.
– Está bien. Yo le voy a pagar una parte ahora. Es para el 3 de abril, faltan dos meses.
– Bueno.
– Dice que se va a morir. Lo dice ella. Que no va a vivir más de treinta años.
– Bueno.

Se acercaron las voces. Otra risa, y un susurro apremiante.
– Que no se entere el marido, por favor.
– No se preocupe.
Firmaron un contrato en la oficina. No era necesario que le pagara nada todavía. Le iban a apartar la caja. Si ella quería verla, podía venir, claro. Una buena caja. El marido no se iba a enterar. Era un regalo.

Se fue. Volví a mi sitio delante de los ojos dulces de Jesús. Monroy pensaba.
– La voy a hacer llevar por la ciudad, no por la costa. Es más lujoso. Por la costa no te ve nadie. El 3 de abril.

Nos fuimos por los bares del pueblo, para despedirnos. Tomamos ron con anís hasta que dejamos de ver el mar. Cuando quisimos volver, el coche no arrancaba. Nos recogió un empleado de la funeraria, el que velaba por la noche, y nos llevó de vuelta en un largo coche fúnebre que iba esquivando lentamente palmeras.

31 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=z1TWNZILKLQ

Unknown dijo...

¿Como sigue? Da pena que se termine.
Cautivador Graciella, describes el ambiente de tal forma que te sumerges en él hasta el punto que te molesta tener que dejarlo ¿Podías continuar para nosotros?
Me alegra lo bien que estás aprovechando el tiempo aquí, Chiqui, más que lo que haces, es el jugo que le sacas, me parece que llevabas demasiado tiempo fuera, necesitabas volver ¿Verdad?
Espero que la aventura catalana con Hanako sea bien grata para las dos. ¡Parece que ya sois amigas de verdad no solo virtuales! Enhorabuena

Anónimo dijo...

Oye Francis Bacon ¿Ves lo que te pasa por tratar con mujeres de tu especie?
Pero si tu quieres, yo estoy dispuesta a transformarme en bellísima humana, con forma de miss (bombón total) y fondo de mona (o sea noble, sencilla y leal) para tu solaz y esparcimiento como más te apetezca ¿Hace?
O si prefieres que sea poeta, pues en un pis pas me pongo a sonetear que tampoco es tan difícil.
A tu disposición cariño, el reino animal nunca te defraudará.

Anónimo dijo...

también me ha gustado mucho el cuento, apoyo la moción (se dice así?) de prozac. bsos

Anónimo dijo...

una historia un poco tonta:

cuando tenía 16-17 años el día de las vacaciones de navidad en el instituto era costumbre (ahora creo que está prohibido con lo del botellón y todo eso) ir a la plaza mayor y beber unos litros. Llegué alli al mediodía con mis amigos y después de un rato se nos acerca un tío bastante tirao pidiéndonos pasta por echarnos las cartas. claro, pasamos de él, y el tío insistió tanto que hasta nos pidío un cigarro. se lo dí, y como soy tonta le dije que me echara las cartas. el tío de mala leche saca una y me dice: "éste es tu interior y te vas a morir a los 45 años". vaya, creo que no estaba muy contento con el tabaco. No creo en estas cosas y no me lo tomé en serio. cuando llegué a casa para pinchar a mi madre se lo conté y ella toda enfadada (no le gustan nada estas cosas) me dijo: "hija, tú eres tonta!!!".

pues eso... el tiempo pasa

Anónimo dijo...

Yo soy Monroy. Vivo como él, en un ataúd de metal que me preserva. No escribo poemas, pero dibujo todo el día en esta pantalla. Hablo con gente triste, y pienso en la muerte continuamente. Tomo cerveza y no tengo reloj. Autora, existe Monroy, mi alter ego?

Anónimo dijo...

Ay, Prozac y Hanako, qué reto, continuar ese cuento. Lo escribí hace muchos años, al volver de visitar a mi amigo puertorriqueño. No tuve más que registrar lo que había visto y oído. Me parecía un sueño lleno de angustia que tenía algo hermoso difícil de precisar, y que a la vez era muy gracioso. No vi nunca más a mi amigo (apenas le he desfigurado el nombre en el cuento) ni volví a la funeraria ni a Puerto Rico. Él y yo nos comunicamos por correo electrónico cada tanto. Casi siempre me envía poemas, sin más, y escribió la contracubierta de un libro mío. Dejó de enseñar en la universidad para hacerse cargo de la funeraria, pero la dejó después de muchos años. No sé si la vendió o si la atienden los empleados. Con ciertas personas, hombres y mujeres, siento una conexión tan buena, que podría llamarse complicidad: la complicidad de vivir y sufrir y saber por qué sufrimos, y de pasarlo bien pese a todo. Me pasa con él, aunque no se puede decir que hayamos conversado nunca.

Pensaba escribir varios cuentos de la funeraria (por eso el título está en plural) y veo que todavía podría hacerlo, ya que dos lectoras actuales, Prozac y Hanako, lo celebrarían. Prometo intentarlo, recuperando tantos recuerdos dispersos y dándoles un orden. Si escribo algo, os lo haré llegar.

En cuanto a Monroy, Iván, como ves, sí, existe en la realidad, no eres el único, solo que tú hablas metafóricamente. Creo que ahora Monroy es mucho más libre que cuando pasaba los días en la funeraria. No siempre es malo envejecer.

Anónimo dijo...

de hecho más de un nick se ha disfrazado de tipo material. tipo de incognito también va muy solicitado. a raging hormone monster lo acaban de echar de la cervecería. a la pregunta de tu que tomas, tomas se ha sentido algo perjudicado. más tarde llegan los nicks de Roncagliolo y Figueras. Guido cuadros va con traje de a rayas y jorge lleva una H enorme delante y una V tremenda detrás. Namor Agedip viene en dirección contraria parando el tráfico. ahora saldré del parking donde estoy escondido. espero que lleguen chiqui y hanako chicas no provoquen altercados. vic va disfrazado de fuet (creo)... al que no veo todavía es a www.antoniolarrosa.com

os dejo que hay movimiento y está la cosa emocionante

Anónimo dijo...

Chiqui y Hanako estan ahora en la presentacion de este libro en Barcelona

La literatura en el blog: de la galaxia Google a la galaxia Gutenberg
La Central (Mallorca, 237, Barcelona)
Descripción La Editorial Alfaguara y El Boomerang presentán una nueva colección: La literatura en el blog: de la galaxia Google a la galaxia Gutenberg y sus tres primeros libros:
Abierto a todas horas de Féliz de Azúa
El año que viví en peligro de Marcelo Figueras
Jet lag de Santiago Roncaglio
El acto contará con la presencia de los autores y será presentado por Eduardo Mendoza, el martes 29 de mayo a las 19.30 horas.

Anónimo dijo...

Supongo que tu cuento, Graciela, tiene el mismo final que la vida tiene, incierto. Nos hemos quedado sin saber si ese 3 de abril llegó el marido con el cuerpo de su señora bien muerto a recoger el encargo y contratar el servicio completo; o si lo reclamó el amigo para llevarlo y entregarlo en persona e, incluso, acomodar a la muerta en la caja de buena calidad; o si Monroy la llevó por la ruta lujosa; o si fue ella, llena de vida, a pedir su regalo para guardarlo en su casa y tenerlo a mano en caso de necesidad. Nos hemos quedado sin saberlo, pero hacía tiempo que no había leído nada tan incitante y tan excitante.

Anónimo dijo...

El misterio entremezclado con lo cotidiano siempre estremece y engancha. Somos morbosos porque nos gusta descubrir los secretos escondidos o disfrazar de enigmas las cosas más triviales.
La historia de la funeraria nos presenta un misterio dentro de la simpleza de una vida discreta que discurre en un paraíso.
Me ha parecido un cuento maravilloso.

Anónimo dijo...

Te estás poniendo patética, Chita.
PA TÉ TI CA.
El humano ese no te quiere.
ARRRGGGGGGGGGGGG

Anónimo dijo...

La oficina de la funeraria, con el Cristo que se cae el suelo, me parece lo más triste y desamparado que he "visto" nunca. Y el olor a cajón de cubiertos que se abre poco, y el dueño de la funeraria, tan enigmático.

La chica va a morir al cumplir 30 años. Quizá no el día 3, pero sí el 13 o el 30. Monroy está seguro, porque dice que la va a hacer llevar por la mejor ruta. No dice "si realmente se muere...".

Graciela no va a ofenderse de que me meta en su cuento, ¿verdad? Porque el lector siempre imagina más allá de lo que el autor dice.

Iván, yo también he tenido la sensación de vivir prisionera, hasta que me libré de la prisión. Cuéntale todo a Chiqui, cuando vuelva, hazme caso.

Jorge, si tú vives en España, estás lejos de mi casa, pero por supuesto podemos encontrarnos. Me enloquece bailar, chico.

Chita, no hagas caso a King Kong. Tú eres la única que puede traernos a Francis.

´´ dijo...

He oido mi nombre por aqui ?!! bonito cuento , por cierto en mi blog hay un cuento de un tal Larrosa parece que es un escritor de culto , me lo recomendo un amigo que lo conoce de no se que , si quieren pueden leerlo tambien va de funerales

Anónimo dijo...

¿Y qué sabe Monroy de la vida y de la muerte de la pobre chica?. A mi me gusta creer que ella vivirá eternamente. De hecho, ella vive porque su autora no la ha matado. No explícitamente. La percepción de Monroy no es más que la de otro personaje. No tiene el poder de disposición de la historia.

Es curioso ver como interpretamos cada uno una misma lectura, más allá de su propio autor y más allá de los demás e, incluso, de nosotros mismos, cambiando la orientación cada vez. Ayer yo evocaba la imagen de la oficina como calurosa, luminosa y polvorienta. No me parecía triste, sino pintoresca y, sí, también un poco enigmática con la figura de Monroy.

Pero hoy tu visión me gusta más que la mía, Irene. ¿Por qué murió ella a los 30 años precisamente?. ¿Quien lo sintió más, el amigo o el marido, si es que lo sintió alguien?. ¿Quería ella morirse?.

Creo que, en el fondo, con quien coincido plenamente es con Prozac. Me gustaría saber más. Graciela, por favor, no dejes de brindarnos una continuación.

Anónimo dijo...

uff... tengo que leer todo tranquilamente, estoy intentando abandonar mi fea costumbre de escanear, asi que no hablo del cuento ni de los comentarios...

llegamos!!! algo así como vini, vidi, vinci... lo pasamos muy bien, me encantó conocer a los que conocí: gente fantástica, divertida y tan estimulante como en el (los) blog... barcelona preciosa. creo que aprovechamos muy bien el tiempo y todos nos divertimos mucho. bsos

estrella dijo...

LLEGAMOS. Veo que Hanako con mas energías que yo. De hecho anoche estaba más compuesta que hoy. Estoy molida y atontada. Entro después, cuando se me recuperen los pies...que es con lo que normalmente pienso.Besos

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=LU8DDYz68kM

Es un poco largo, pero merece la pena, humanos. El final es lo mejor.
¿Podemos tomar esto como un ejemplo del altruismo animal, querido Bacon?
Entre nosotros, creo que el bufalillo rescatado era el hijo del jefe de la manada ¿ustedes que creen?

Unknown dijo...

Vamos, chiqui, mete los pies en un barreño con agua y haznos la crónica, nos tienes en ascuas.

Y tu Hanako, danos también más detalles, mujer ¿Chiqui en persona es tan mandona como aquí?

Si cada cual puede imaginar una continuación del cuento, yo abogo porque la chica murió a los treinta, al menos murió para su amigo que ya le estaba preparando el enterramiento. Quizás ella simplemente se transformó en otra, enterró su vida actual y comenzó otra con otra gente, en otro sitio, con otros valores... Cuando tu vida no te gusta está bien romper con todo y partir de cero. Los treinta es una edad perfecta para eso.

Anónimo dijo...

ay! prozac, es que estoy muerta, la pila se me está agotando por momentos, no creo que llegue a esta noche con ánimos de escribir nada, además seguro que chiqui lo hace con más gracia. pásate por el blog de azúa, hay entradas muy divertidas sobre el encuentro.

chita, no puedo ver el vídeo, creo que me quedaría dormida encima del teclado, pero te he buscado y te he encontrado!!!

http://www.youtube.com/watch?v=3idsO_BZ6LY

sales guapa, jodía!!! besos a todos

estrella dijo...

PROZAC, paciencia. Yo colgare algo mañana. De momento, después de una larga ducha caliente y dos aspirinas, creo que voy bajar al
mercado y comprar café leche y fruta! Lo que puedo hacer es cortar y pegar lo que he comentado en Azua.Los que leáis a Azua lo podéis encontrar interesante. De verdad que me duelen hasta las muñecas, después de escribir ese párrafo largo, pero se lo debía a sus blogueros.
Hanako que hable por ella. La compañera ideal para viajar (no la estoy sobornando) Debe estar menos cansada, es más joven que yo, pero está trabajando! También me queda comentar el cuento de Graciela.

estrella dijo...

Mi comentario, de hace unos momentos en Azua:

Aquí, ya está casi todo dicho. Yo he vuelto a Madrid con unas agujetas que no me permiten ni bajar a comprar café. Efectivamente, suplantadores o no, lo pasamos cojonudamente. Después de esta experiencia temo que el éter pierda la magia que se le da. Lo que ocurrió en La Central, la Cervecería y luego en la Pizzería (hubo otro sitio donde acabamos, nadie quería despedirse) resultó estar lleno de una energía y afecto incomparable a la que aquí existe.

Sigo sin creérmelo todo: Ortega es la prueba: ni se digna a nombrarnos a Hanako ni a una servidora en su resumen. Es obvio que no existimos, aunque se pasó la noche mirándonos…como si fuéramos espías. Claro que yo lo calé nada más llegar…ni bigotillo ni na. Como yo, él iba todo vestido de negro, que coincidencia. Cuando nosotras vimos, en la cervecería, un grupo grande y un poco exotérico, nos plantamos allí esperando ver la reacción. El único inconfundible era Pla, todos lo conocemos. Se levantó como un resorte y en uno de esos saltitos que él da dijo, “Chiqui??”. Eso es de agradecer. Vernon no se quería quitar las gafas de sol, para que no lo reconociera. Si van a mi blog podrán ver su foto, sentadito en un pupitre y haciéndose pasar por Miguel Vivanco. Isis me dio de lao… sospecho que, con esa hermosa blancura, era muy fácil descubrir que no viene de un país tan soleao. Luego se puso más amigable y realmente creo que la podríamos sustituir por la auténtica Diosa. Provo, esa fue la peor de la suplantaciones. En vez de Comisiones Obreras parecía más del Opus que otra cosa, para disimular, cuando le pregunté que por qué no me había contestado por correo para reasegurarme que todo iba a ser real, me contestó: “por que no me salió de los co…es” Bueno, supongo que eso lo hizo para despistar. Antonio Larrosa, hombre… parecía auténtico, o es muy buen actor. Knudsen…Gran desilusión, pero la chica que mandó era de lo mas divertida y cariñosa. Onagro…ese casi me convenció, cariñoso con buen sentido del humor y la ironía muy de fraile a la antigua usanza. Tendré que pensarlo mejor. Coco, como un San Cristóbal, despistaba un poco. Su aspecto era más el de un San bernardo buenazo y fiel que otra cosa, un tío divertido. Tendría que remplazar al actual Coco que casi no aparece por aquí.
La verdad es que me da igual quién era real o no; lo increíble es que nos sentimos como si nos conociéramos de toda la vida…Comimos, bebimos, hablamos hasta pasadas las tres de la madrugada. JOAQUINITA, por favor, que nadie se ponga celos@ Ella fue para mi el mejor regalo de la noche. Verdadera hasta el último metatarso. Pero no nos quiso traer volando a Madrid a HanaKo (la antigua Zenobia, amiga de matemático) ni a mi, con no sé que excusa! Volando anoche, en Iberia, Hanako y yo pasamos tan cerca de la luna que casi la podríamos haber tocado. Pensamos que Joaquinita, con toda seguridad, estaría aullando.
La entrañable lectora creo que ya ha empezado a tener una participación mas activa en este espacio de locos. Valiente ella que se nos presentó y se unió al grupo sin ninguna intimidación. Yo no lo podría haber hecho.
Sí, Lucia estaba allí. La vi hablar con Azúa, que no sabía como quitársela de encima, hasta que yo le eche una mano.
Lo sensación mas extraña de la velada fue el recorrer la mirada, durante la presentación de los libros, intentando descubrir - de pura corazonada e intuición – a otros queridos nicks…? Me da la impresión que muchos estaban allí de incógnito. Algunos hasta se habian cortado el pelo, como si fueran a entrar a un grupo budista, para no ser reconocidos.
El descubrimiento: Azúa. Más cariñoso y emotivo de lo que esperaba. Rocagliolo, más hombre de lo que parece en la foto que cuelga el Boomeran (g). Figueras su idea de lo que es un blog y para lo que sirve muy parecida a la mía. Lo agarré por un brazo para que me hiciera caso y…vaya músculos que tiene el hombre! A los otros no tuve oportunidad de tocarlos, que vamos a hacer. Baltasar, más interesante en persona que en foto. Mendoza…Por Dios. Hombre, prepárese mejor la próxima vez que presente un libro o no acepte la invitación. La improvisación no le va.

Coco Becerra (Pepe Boada) dijo...

Chiqui, tienes toda la razón. Para demostrártelo, aquí te mando una foto de cuando tenía diez años
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/a/af/San_Bernardo_001.jpg/250px-San_Bernardo_001.jpg
... Y otra de hace dos meses
http://www.ewtn.com/art/saints/Cristobal2.jpg
...Aunque ahora, sufrida la mutación primaveral, tengo el aspecto que ya conoces, el de la foto que acompaña mi nick, (soy el azul y peludo, no hace falta que te lo diga, claro).
Besos a todas, Chiqui, Hanako, Joaquinita. Me lo pasé muy bien, de verdad os lo digo.
(Y...Sí, Joaquinita, ¡esa panoja hay que fundirla pero ya!).

Anónimo dijo...

lo dicho: estoy demasiado cansada para decir nada y además está todo dicho. un par de saludos y hasta mañana:

joaquinita, qué bien que por fin compartiéramos una luna llena!! la recordaré...

coco, un beso, yo también lo pasé muy bien.

chiqui, qué buena tu entrada. el viaje estuvo muy pero que muy bien
(ahora así bajito, prozac: es cariñosamente mandona, especial, como es ella)

y ya está bien de alabanzas, no? jajaja, ya me sale mi vena arisca otra vez. bsos

Anónimo dijo...

ah!! y por cierto, se me olvidaba... Graciela, gracias por tu generosidad de compartir con nosotros tus cuentos y poemas. los esperamos con gusto. bsos

Anónimo dijo...

auuuuuuuuuuuuu!
auuuuuuuuuuuuu !

me he levantado a hacer un pipí,
me vuelvo a la cama.

pero... besos, besos, besos

Anónimo dijo...

¡Vaya juerga!. Yo no conozco a nadie, salvo a los asiduos de este blog, pero parece que fue una noche interesante.
Y Chiqui, te diré, también bajito como Hanako, que no me extraña nada la magnífica impresión que sacaste de nuestras dos amigas, la propia Hanako y Joaquinita. Se las adivina perfectamente, aunque prescindamos de gestos y tono de voz. Sus palabras son siempre muy reveladoras.
Me alegro mucho de que lo pasaráis tan bien. Nosotros tampoco nos podemos quejar con la preciosa historia de Graciela.

estrella dijo...

PARA PRISMATICOS Y LA CENTRAL

Gracias por la información adelantada al blog de los eventos ocurridos allí. Buenos periodistas, quedaos por aquí. Que pena no poderos pagar.

estrella dijo...

Pues sí, Graciela, nos has dejado con la miel en los labios. No me gusta el personaje de Monroy, parece estar gastándole a la chica una broma de mal gusto...tendrías que darle un toque y que él acabara usando la caja de muertos.
Yo conocí a un señor que usaba la caja de muertos, que había comprado para él, de una humilde madera de pino, como estantería para libros.

Es muy común que nos fijemos una fecha aproximada en nuestra vida para morir. La MIA era a los 37, cuando murió mi madre. Ahora cuando pienso en ella siempre me veo como una niña de ocho. En realidad yo podría ser su madre.
Gracias por estar aquí presente cuando yo no pude...Ya sabes lo que te queremos. Debes seguir con este cuento. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hago mìas las palabras de nuestra ex Presidente (aquí llamada Presidenta) María Estela Martínez (alias Isabel): "Muchachos, no me atosiguéis".

Por tanto, no pienso ni ebria ni dormida leer los choclos escritos por los buenos de Ortega y Cía, generalmente textos que no son propios ni interesantes más allá de asignarles un valor académico.

En cambio, para que vayan viendo los imitadores de "Frolino" que no siempre ganan los malos, ya me citan en los blogs principales de Clarín (y no es una vez aislada, sino con frecuencia).

http://weblogs.clarin.com/antilogicas/


Además, citar a un nick es lo mismo que no citar a nadie y desdibuja el comentario haciéndolo vacío y nada interesante.


Me sorprendió ver que de la página principal de El país, han quitado los links a los blogs de Azúa, Verdù, Roncagliolo, Rioyo y Figueras.


Será que están empezando a darse cuenta de que de este sector viene cierto "tufo" lino que incordia a los anarcotraficantes.

Publicado por: Lucía Angélica Folino | 01/06/2007 16:09:13

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.