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Ayer por la tarde Pedro Salinas volvió a Wellesley. Desde una hermosa sala con vistas al lago y a la arboleda del conocido College, un grupo de estudiantes, profesores, amigos (entre ellos nuestro cónsul Carlos Robles) y estudiosos del poeta se reunieron para celebrarlo y celebrar la salida de sus Obras completas, tres respetables tomos publicados por Biblioteca Aurea (Ediciones Cátedra). La edición al cuidado de Enric Bou, con la colaboración de Andrés Soria Olmedo y Montserrat Escartín Gual. En el acto, organizado por Carlos Ramos, profesor del Departamento de Español de Wellesley, participaron los hispanistas Christopher Maurer, Alan Smith y el editor de la obra, Enric Bou. Una presentación informal, amena e informativa. Carlos Ramos situó a Salinas entre el grupo de profesores exiliados a la zona del este de EE.UU. después de la Guerra Civil. Leyó un documento oficial de 1939 (publicado por Luis Enrique Otero Carvajal) por el cual el nuevo gobierno franquista desposeía de sus cátedras a un grupo de profesores que habían sido simpatizantes de la Republica, entre ellos Pedro Salinas. Documento que impresionó por la crudeza y crueldad que desprende. En Wellesley enseñaron Salinas y su intimo amigo Jorge Guillén. En este tranquilo y señorial pueblo
vivieron con sus familias y del College se graduaron sus hijas: Solita Salinas y Teresa Guillén. De hecho, al acto fuimos en coche con Teresa guiando (como ella dice) y nos perdimos, con la conversación, un par de veces. Con destreza -–y saltándose un par de semáforos-- Teresa nos sacó de un laberinto bien conocido por ella mientras nos indicaba el recorrido que su padre hacía de la casa al College, donde lo dejaba el autobús cuando iba a la orquesta en Boston, y hasta nos indicó el lugar donde ella se casaría con el hispanista Stephen Gilman (1917-1986), ¡cómo no!, enfrente del lago que teníamos a la vista durante la presentación.
De su edición de las Obras completas, Enric Bou nos leyó un párrafo donde Salinas describe el College, que ha cambiado bien poco desde entonces:
El recinto del Colegio es estupendo: praderas, colinas, un lago, todo muy espacioso, y diseminados los edificios, de todas clases, muy de tipo inglés: la biblioteca, la capilla, los laboratorios, las salas de clases, las residencias para las chicas, y otras casitas que son de clubs y sociedades, de arte, de música, de deportes, etc. Por todas partes perspectivas de arbolado y pradera, suaves y tranquilas, y todo de una limpieza natural exquisita. Ya te iré mandando fotos de todo. Y en medio de ese paisaje chicas que van y vienen, en autos, en biclicletas, con los trajes más absurdos. El hombre aquí es una excepción rarísima, como el vestigio de una especie
medio desaparecida. [...] Es a lo inglés, pero más rústico y amplio quizás, menos noble y viejo. Cada vez me da la vida americana más y más la sensación de ser abundante y rica y cómoda en unas cosas y en otras más pobre que la nuestra, con grandes desigualdades. (Carta a Margarita Bonmatí, 23 de setiembre de 1936)
Se presentó una película antigua, filmada por Juan Guerrero Ruiz, con escenas de Salinas en Lo Pagán (1927), y una grabación de una conferencia, en inglés, de Salinas, en el Poetry Center de Nueva York (1951): “Lorca y la cultura de la muerte”. Se leyeron poemas y se describió la nueva edición: un tomo de poesía, narrativa y teatro, al cuidado de Enric Bou y de Montserrat Escartín; un segundo tomo de los “Ensayos completos”, editado y anotado por Bou y Andrés Soria; y el tercer tomo, el epistolario, editado y anotado por los mismos.
Dejo aquí tres poemas inéditos – de distintas etapas en la vida del poeta - incluidos en la edicción de Enric Bou.
Esta noche en el cielo
veo una estrella nueva,
que es tan roja y que tan
vivamente palpita,
que se diría un corazón celeste,
un corazón de cielo que fue antes
corazón de la tierra;
un corazón que ahora
en esta noche,
con un latido isócrono,
en luminosas sístoles y diástoles,
está mandando viva sangre a otros
corazones terrenos.
Así yo siento en mí como una vena
de dulcedumbre... viene de esa estrella...
sangre me da de ensueno
viva y cálida.
Contra mi pecho apoyo las dos manos
y siento que está adentro
mi corazón terreno palpitando
en esta corazón de la alta noche...
Corazón, corazón, di, de quién eres?
Corazón, ¿eres tú la estrella aquella
que se salió del pecho?
Y tú, latido que mi mano siente,
¿has bajado del cielo?
(Madrid, primavera de 1914)
*
La voz es la verdad.
Se vive en el oír:
por él nos llega el sol,
la luz, la carne, el aire.
Los sonidos erigen
torres esbeltas, techos,
vertiginosamete,
que son ya nuestro mundo
inventado en el viento,
sólo para nosotros.
No, los ojos se engañan:
ven, aunque nada vean.
Estas manos no están
(lo parecen) vacías:
alcanzan, tocan; ya
estrechan lo que oyen,
lo aprietan contra el cuerpo.
Y los labios preparan
su júbilo inminente.
Acarician los ojos
las formas deseadas
que en el vacío trazan
las eses, tan delgadas,
tan sólidas las pes,
las bes,
fabricando tu cuerpo.
Y el alma, el alma, el alma,
estrecha, besa, mira,
posee, con los brazos
sin carne que le nacen,
el alma que le habla.
Y una larga paciencia
la invade lentamente,
y la enseña a esperar,
con esta criatura
del amor y el sonido,
a que tú, que eres ella,
llegues por fin, total.
(Wellesley, 6 de octubre de 1936)
Un poema que estuvo aquí.
Llegó cuando yo dormía.
Me llamó, no llegué a oírle
más que los pasos, el paso.
Era quedo, como un ruido
hecho de las tentaciones
de silencio.
No supe lo que quería,
lo que venía a pedirme,
las palabras que aguardaba
como un amor, de mi boca.
Si hubiese estado despierto,
yo le habría obedecido
como las hojas al aire,
dándole son un momento.
Ahora ya no queda nada
más que una sombra de amor
al que no supe querer
como él me quería a mí.
(1948-1949)
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