sábado, mayo 29, 2010

WALTER ANDERSON, PELICANOS Y PETROLEO


Mi cariño y simpatía hacia los pelicanos nació hace poco, cuando el interés por la cerámica del período Arts and Crafts nos llevó un verano hasta las costas de Misisipi y Luisiana. Shearwater Pottery ( Ocean Spring Ms.) seguía produciendo sus piezas en las mismas condiciones que lo hacía en 1926. Christopher y yo quedamos fascinados con el lugar y sus habitantes. Esta experiencia la contamos en Dreaming in Clay on the Coast of Mississippi: Love and Art at Shearwater.

Pero fue Walter Anderson (Bob) - el segundo de los tres hermanos fundadores de Shearwater- quien atrapó mis sentidos y me descubrió un mundo impensable para mí: La naturaleza del mar y las criaturas que en él y de él viven. Su legado artístico ( miles de dibujos, acuarelas - todo en cuartillas de baja calidad ) sólo se puede apreciar en su valor único cuando se conoce al hombre y su lucha consigo mismo - su inestabilidad mental - y los que le rodean. El hombre que se comunicó mejor con los pelícanos que con sus propios hijos. Al artista en su isla, Horn Island, viviendo durante largas temporadas de lo que el agua le traía a la orilla de la solitaria playa.

Cito un párrafo (mi traduccion) de Christopher Maurer - y el eco de Walter Anderson- en Dreaming in Clay on the Coast of Mississippi:

Muchas veces, en sus últimos quince años de vida, remó en una humilde barca unas doce millas del Mississippi Sound hasta llegar a una isla del Golfo, un lugar en estado natural a donde escapaba de "el modo de vida que domina en el mundo" y dibujo y pintó su visión del Paraíso. "Tanto depende de [esa forma de vivir]," decía, "que necesito salir al mar para encontrarme con lo provisional. Todo parece provisional y condicional en la isla. Allí, si como, puedo vivir, a no ser que algo más fuerte que yo me destruya."
Bajo las más primitivas condiciones de vida y protegiéndose bajo su barca, convivía con esa naturaleza a la que "le gusta sorprendernos; de hecho parece justificarse ante el hombre de esa forma, restaurándole su juventud una y otra vez-- la verdadera fuente de la juventud." [...] Se encontraba en un Edén, una tierra de "rejuvenecimiento infinito" abastecido por la Providencia con todo lo que necesitaba como creador. "Un amanecer duro pero ha salido el sol. Me di una vuelta y encontré un par de zapatos que desesperadamente necesitaba, y me quedaban bien. ¡Hijo predilecto de la fortuna! En efecto. Si el hombre no se negara a dejarse distraer -- llevado por la locura, la enfermedad y la furia--con frecuencia se daría cuenta de que es el hijo predilecto de la Fortuna y no simplemente un asno inútil, con una montura vacía, que ruega ser montado y apaleado. Dios sabe que hay muchos dispuestos a montarlo-- profesionales y jóvenes puros llenos de confianza en su propia destreza".


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Estos días he vuelto a mi adicción con CNN, con Anderson Cooper...Las angustiosas imágenes de los pelicanos pacientemente esperando no saben qué, nosotros tampoco. En su negritud, con el peso de esa masa viscosa que les impide volar, y con la que nosotros no sabemos vivir, y que acabará con el planeta.
Me resigno a pensar que , efectivamente, existe la maldad humana. ¿Cómo es posible que se hayan construido en el Golfo de Méjico cerca de cuatro mil pozos de petróleo a sabiendas de las posibilidades de fallos, desgastes, accidentes, y no haberles exigido de antemano a estas compañías el desarrollo de técnicas efectivas para, en su momento, controlar los daños producidos por estos desastres? Obama se hacía la misma pregunta en la rueda de prensa de la semana pasada...Más o menos venía a decir que 'su gran sorpresa' había sido ver que las compañías petroleras no están preparadas para situaciones como la presente.
Señor Presidente, no lo culpamos, pero sí que lo hacemos responsable a partir de ahora.

Aprovecho esta entrada para presentarles el blog de Dreaming In Clay. Para los que leen el inglés será de gran utilidad para entender este rincón del Mississippi de la costa, La familia Anderson y su historia...Su saga, en manos de la tercera generación, nos sigue dando talentos en la pintura, música, literatura y - más importante aún- su forma de afrontar los reveses del tiempo y las horas.

lunes, mayo 24, 2010

FELIX DE AZUA: AUTOBIOGRAFIA SIN VIDA


Queridos,
esta ya "tan conocida" entrevista con Félix de Azúa salió hace un par de días y se la pongo hoy. Conocida también la portada de su último libro, en las librerías desde el 10 de mayo. Pero como ando un poco atrasada estos días, estos años, esta vida...he decidido que la voy a poner aquí porque quiero que forme parte del blog. Lo hago por el cariño y la admiración que le tengo a este autor.


No he leído el libro, me tendré que hacer con un ejemplar , he intendado hacerlo en texto completo , pero me sale un letrerito que dice "error interno"; no sé si mío o de mi nuevo disco duro - sería una desgracia que empezara a fallarme tan pronto - o será El Boomerang que debe estar cansadito de dar vueltas. De todas formas, preferiría pasar las páginas con la llema del dedo.

La entrevista (Azúa contesta- extensamente- en español) les va a dar una idea clara del contenido de Autobiografía sin Vida. El mensaje de esta entrevista, y con el que me quedo, es que estamos viviendo "el inicio de una era".
En esta última década muchos hemos presentido algo parecido a lo que él dice - el final de una era, para mí. Mirándolo desde su ángulo positivo resulta menos escabroso. Nacimiento versus muerte, o los dos?
La entrevista con Félix de Azúa dura 35 minutos. Merece la pena.



Muchos ya estáis al tanto de que Azua ha vuelto al Boomerang. Hoy nos regala con uno de los mejores escritos que le he leído últimamente: "Lo que uno se puede llevar y lo que no".

Así es...por eso les he traído esta entrevista, porque me la pude llevar! Gracias a TV3

ENTREVISTA DE HOY: "Yo, evidentemente, no soy Casanova".

jueves, mayo 20, 2010

Manuel Montero: Las tentaciones de San Antonio

"Las tentaciones de San Antonio" viene de Zarabanda de los once cuentos de Baltasar. Como su título indica, once cuentos escritos por M.Montero para su hijo. Conocía alguno de ellos publicados en el blog de Manuel, pero ahora que he leído los once me decido a dejaros aquí, probablemente el menos adecuado para un blog, el más largo. Su clara exposición y lo divertido y picaresco del contenido resultan en una lectura fácil y agradable. Yo me divertí leyéndolo. La ilustración es del autor...Ese ingenuo árbol de navidad no se parezca mucho al santo!

Comparto con ustedes esta interesante nota que Manuel me manda en un correo:
"Consulté sobre todo La monografía de
Jurgis Baltrusaitis sobre la Edad Media fantástica, una maravilla de erudición, que me facilitó las líneas generales del contexto hagiográfico. Otras cosas las sabía de antes, pero con Baltrusaitis me enteré del orden exacto de aparición de las tentaciones. Por supuesto tenía el recuerdo de la delicia que fue para mí el libro de Flaubert sobre las tentaciones de san Antonio; pero el cuento me permitió tomar distancia de Flaubert, que ya me había inspirado para Pleroma, si me permites la vanidad de traer a mientes un viejo proyecto de libro escrito por mí en 1999 y que anda por internet."

Gracias Manuel por sacar al blog de este bache. Pensaba que todo se arreglaría con la primavera pero veo que habrá que esperar hasta la cosecha de verano.

Para el Manuel pintor
miren aquí y visiten su blog.





Las tentaciones de San Antonio

El cerdo de San Antonio no sólo hacía compañía al santo monje solitario, en el desierto de la Tebaida, sino que entre los dos habían aprendido a comunicarse. No digo hablar con palabras, pero sí intercambiar ideas. El buen cerdo, con su inteligencia, quizá ayudó al ermitaño en el camino de la santidad, como Sancho Panza, más tarde, ayudaría a Don Quijote en el de la genuina Caballería.
Pero todo esto es ponerse a hacer prólogos, que deben evitarse en los cuentos para niños, e incluso las propias tentaciones del santo las tendremos que simplificar porque eran algo complicadas, consecuencia de comer poco y el aire misterioso del desierto. Vamos a ver qué hacía el cerdo. Avisaba cuando se acercaba gente, porque era una zona a veces con bandidos. El cerdo conocía cuales eran los discípulos del santo y cuales no. Ayudaba a encontrar hierbas curativas, y, sobre todo, comida. Mendigaba, también, para el santo, porque cuando la gente veía al cerdo, le daba pena y daban algo de comer a los dos. Pero sobre todo el cerdo lo despertaba todas las mañanas, cuando el santo estaba soñando sus tentaciones, y con sus pequeños gruñidos le devolvía el sentido de la realidad.
Una rara lluvia del desierto, que a veces tiene lugar, caía sobre la cueva del santo, y éste se había quedado dormido. Hacía poco tiempo que había decidido ser santo, así que todavía no había tenido ninguna tentación. Como veréis se trata de simples pesadillas como las que tenemos todos a veces, pero San Antonio consideraba que tenía que luchar con ellas, o, en todo caso, aprender algo especial de ellas. Su fiel cerdo ya estaba con él. Los pintores de la Edad Media lo representan con unos pelillos tiesos, un poco parecidos a los de los cepillos de dientes, pero algo más cortos, y con una campanita colgando de la oreja, para avisar por dónde iba.
Esa primera noche, u hora de la siesta, el santo se imaginó que ya se había muerto. Estaba enterrado, según la vieja usanza, en una tumba. Los demás muertos lo recibían con una fiesta. "Fíjate", le decía uno, "ya estás muerto y no te ha dado tiempo a ser santo y todo eso que tú querías". Se despertó de muy mal humor, muy temprano, y se puso a hacer ruido en la cueva cambiando los libros de sitio y arrastrando la silla donde pensaba escribir sus milagros, tentaciones, o lo que fuese surgiendo. "¿Qué pasa?" indicaba con gestos el joven cerdo. "Pues que he soñado que estaba ya muerto". "En cierto modo", decía el cerdo moviendo la cabeza, "así ya ha pasado lo peor. En vez de enfadarte, y ya que sigues vivo, aprovecha un poco la mañana y ordena. O ponte a leer la Biblia o alguno de esos libros buenos que te has traído al desierto, y sigue aprendiendo."
San Antonio, como ocurría en su época, y todavía hoy día entre los más fanáticos, no solamente creía en Dios, sino en la existencia de los demonios. Así es natural que al miedo normal de ser atacado por bandidos se añadiese el miedo supersticioso. "Es un fanático", pensaba el cerdo de San Antonio. Pero se quedaba con él porque dos se defienden mejor que uno. Un día un lobo de verdad se acercó a la cueva. Había que tener cuidado y no salir. Así que San Antonio abrió su libro y apuntó: Segunda tentación (después del sueño de la tumba). "Aparición del diablo en forma de lobo muy, muy feroz, con dientes que arrastran hasta el suelo, y orejas de punta que llegan hasta el cielo." Luego pensó que si las orejas llegaban de verdad hasta el Cielo, escucharían los consejos de Dios, y el lobo entonces no sería el diablo. Así que lo cambió, el final, y puso, "y con orejas gachas y el rabo entre las piernas (que quiere decir asustado de todo y muy dócil)."
Cuando llegó el verano, y se les agostó el huertecillo, el cerdo y San Antonio se acercaron a una selva a buscar algún tipo de fruto o tubérculo para comer. "¿Por qué se me aparecen los dioses de la memoria, y no Jesucristo, que debiera ser el verdadero?" exclamó San Antonio poniéndose de rodillas. El cerdo, que buscaba turbérculos, dejando buscar la fruta a San Antonio, por ser más alto, se acercó a escucharlo y preguntarle otra vez: "¿Qué pasa?"
"MIra". San Antonio señalaba, como cuentan las crónicas de San Atanasio, la copa de un árbol, con un largo leopardo acomodado a una cómoda rama.
"Vámonos de aquí", le daba a entender el cerdo con empujones para levantarlo.
"¿No te parece un excelente animal de compañía?" preguntaba a su cerdo, acerca del majestuoso leopardo, el santo. "¿Te parezco poco majestuoso yo?" dijo el cerdo, "no tengo manchas por todos lados, como él. Y además... además ese leopardo es... es otro demonio, muy maloliente y muy carnívoro, seguro." Lo dijo para ver si colaba, ya que la otra vez San Antonio había tomado por demonio al lobo.
"Ah, sí, querido cerdo, gracias por ayudarme a resistir a la tentación, vámonos..."
Menos mal que les dio tiempo a recoger una piña llena de piñones, y unas uvas tempraneras, que a pesar de que la Canícula no hacía sino empezar, ya estaban maduras. Pudo ser de milagro.

Cuando llegó el invierno, bajó del norte un artista egipcio que tenía como animal de compañía una osa casi salvaje, pero que él estaba domesticando. El santo se volvió a poner de rodillas. Muchos pensamientos le hacían sentir que estaba en un sueño. El artista egipcio adivinó que el santo era supersticioso y le ofreció un secreto de la osa a cambio de un poco de dinero. San Antonio dio unas monedillas. La osa le explicó que ella era la Osa Menor, o sea, la estrella que señala el Norte y alrededor de la que gira el eje de la Tierra. Que había venido a verlo para que él la bautizase y que así toda la Tierra fuese cristiana.
De pura emoción, San Antonio se desmayó. Más tarde, el buen cochino lo despertaba a lametazos. "Esa osa era probablemente el demonio de otra pesadilla", decía San Antonio despertándose. El cerdo no dijo nada. Era otro animal de compañía, como él, y se habían hecho amigos en poco tiempo. La osa le escribía desde el circo, unas veces en las tierras del Danubio, otras en la India, o aún en Roma.
Los discípulos de San Antonio eran ya algo numerosos, venían a escuchar el relato de sus tentaciones. La famosa tentación de la tumba, la del lobo, la del leopardo, que es el animal de Dioniso o Baco, y ahora lo de la Osa Menor.
Ese deseo de escuchar más tentaciones hizo que algunos discípulos, por prisa, ayudaran a producirlas. Como cuando metieron una serpiente en el dormitorio de San Antonio. Pero antes tuvo lugar la maravillosa y terrible aparición de un león, en nada prevista.
Es cierto que en la Tebaida, cerca de las fuentes del río Nilo, hay realmente leones. Pero este león no era en nada un león común. Un sonido como de trescientas guitarras lo acompañaba a cada gruñido. Los discípulos y el cerdo estaban como dormidos, porque el león se aproximaba muy despacio, con paso gimnástico y felino.
"¿Sabes que te puedo comer?" dijo el león. "No tengo miedo. Tú no eres un león como los otros", respondió San Antonio. "¿Sabes que soy el Rey de la Naturaleza?"
"Lo sé", respondió el santo mientras todos dormían, "pero yo no te estoy esperando a ti, sino al Rey del Cielo, que es Jesucristo. ¿Eres tú, acaso?" "No, no lo soy", dijo el león, ardiendo como una hoguera, y desapareciendo.
Estaba muy contento San Antonio de cómo había tenido lugar la tentación del león, y se puso a ordenar la cueva alegremente y luego se tumbó un rato a saborear su felicidad y pensar cómo iba a contarlo todo.
El cerdo veía a los discípulos más revoltosos muy atareados en el ventanuco de la cueva, pero no sabía qué estaban haciendo. Estaban metiendo la serpiente. Tenían preparado un texto para leer por una trompetilla, como si fuese la serpiente. "Soy la serpiente o Dragón que está por encima de la Osa Menor en el Cielo. Al lado de la estrella del Norte está el punto alrededor del que gira, no ya la Tierra, sino el Cosmos entero, el eje del mundo." El viejo ermitaño vio la serpiente, tuvo un escalofrío. Le hizo sitio en el camastro y se quedó quieto, meditando. Desde fuera de la cueva los discípulos escuchaban atentamente, a ver si decía alguna tontería.
Entonces, otra vez, y es bastante raro, estalló una tormenta con truenos, rayos de fuego, diluvio de mucha agua, una verdadera inundación. Se fueron todos en un barquichuelo, muy asustados. El cerdo entró en la cueva y vio a San Antonio con la serpiente, en medio de las aguas. La serpiente cogió al cerdo y al santo y los llevó por el oleaje sobre su lomo hasta un lugar seco.
"Cuando el discípulo está listo, el maestro llega", dice un verso del yoga, que San Antonio conocía, "¿ves, querido cerdo? Esos discípulos me han regalado, con sus bromas de ignorantes, y de irresponsables, la preciosa y salvadora serpiente de la Sabiduría. No tiene veneno, toda ella es larga y sinuosa como el camino del solitario, y en medio de las aguas está seca, o como la serpiente de Moisés, en medio del seco desierto hace correr el torrente de una fuente."

"¡Cómo se complace mi amo en sus visiones, y qué orgulloso está!", pensaba con una cierta melancolía nuestro querido cerdo. Iba con la cabeza gacha, olisqueando el suelo, y un escorpión del desierto le dio un picotazo con el aguijón de la cola y dos pellizcos con las pinzas. Ante tanto dolor que sentía, el cerdo se preguntaba de dónde podía salir tanta maldad, con sólo levantar una piedra.
Gritaba y tenía el morro hinchado por el veneno. San Antonio lo cuidó. Al fin y al cabo era su único amigo, así que le estuvo restregando hierbas curativas por los hocicos, para hacerle escupir el veneno. El cerdo lloraba y no quería que lo dejasen solo, necesitaba que su amo le hablase todo el rato. Así que San Antonio le estuvo contando la fundación de Roma, desde el origen de la dinastía de reyes romanos en la antiquísima ciudad de Troya, de la que habla Homero largamente en la Ilíada. Esa es una vieja leyenda que no toma en cuenta la existencia de los etruscos, que son los verdaderos antepasados de los romanos. Pero Virgilio, otro poeta, dice que un abuelo de Rómulo y Remo, los gemelos fundadores de Roma, era "el pío Eneas", y que venía de Troya. "¿Y qué tiene esto que ver con el escorpión?", parecía decir en sus lloros el cerdo.
"Ese escorpión se me hace a mí que a su manera es una suerte de demonio que habría venido a tentarte, o sea, picarte, a ti, como representante mío entre los seres pequeños. Y ten por seguro que es una alta representación de la maldad del mundo, y de su misterioso poder. Por eso te duele tanto. ¿Sabes que la ciudad de Roma, que domina tiránicamente todo el mundo, por las armas, y por otros medios más disimulados, como el espectáculo y la religión, ha escogido para fundar su poder, entre todos los signos del zodiaco, el signo del Escorpión? No te extrañe que los emperadores y los pontífices (o sea el Papa de Roma) sean en cierto sentido venenosos y lleguen a afectar, incluso en la soledad y el recogimiento del desierto, el hocico de un pobre cerdito inocente que no estaba pensando en nada, como tú, y que ahora se extraña grandemente de lo que encontró debajo de la piedra. Pero, ea, fíjate cómo ha bajado la inflamación con las hierbas y con la conversación."
"Es verdad, me siento mejor. Pero apunta bien en tus tentaciones este episodio, porque ha sido el peor de todos."

Estaban en lo alto de una montaña del desierto, donde los había llevado la mágica serpiente, y esperaban debajo de una acacia, que es un árbol de clima cálido, que hiciese menos calor para bajar a buscar el camino de la cueva. San Antonio canturreaba o rezaba mantras o poesías. La emoción de la montaña le hacía volar con el corazón. "Verdaderamente se nota que, ahora, está volando por medio del cielo, en su corazón, mi querido San Antonio, con esa mirada vagabunda mirando todo el horizonte", se decía el cerdo, que no podía desviar la vista de la cara ya un poco vieja del santo.
Efectivamente era una tentación o un apocalipsis lo que le pasaba por el corazón. Estaba en medio del aire, sostenido sobre las alturas por la fuerza del corazón. Entonces tomaba conciencia de que el aire, intermediario entre Dios y los hombres, estaba poblado como de genios al principio invisibles, y luego poco a poco reconocibles por su aspecto. Unos eran soldados del amor, otros lo eran del odio y el rencor eterno. Se estaba preparando una batalla y San Antonio, en medio del aire, era testigo de todo. Se le representa con unos demonios con cara de culo y brazos de saltamontes que le están tirando de la bata. Esta tentación y la de las mujeres son las más conocidas de San Antonio y se ven muchas variaciones según cada pintor. Los hay que aprobechan para dibujar en una especie de gran batalla todas las enfermedades conocidas, como si pudiese servir el cuadro así como una especie de mapa medicinal.
No sabemos decir si estaba todavía en el aire, porque todo pasaba debajo de la acacia, cuando tuvo la siguiente tentación, la del disco de plata y la masa de oro. Se puede resumir diciendo que estaba cansado de no tener nunca dinero, de vivir con lo puesto, y el pobre, en su imaginación, en vez de soñar con muchas monedas, soñaba con una sola, pero enorme. También era una representación de un espejo, porque la plata cuando está muy pulida refleja nuestra imagen. Y él estaba triste porque se veía vestido con el batín de ermitaño de toda la vida, mal peinado, con ojeras, y acompañado de un cerdito profundamente dormido en su siesta. Fue ver al cerdito lo que le enterneció el corazón y le hizo pensar en otra cosa. La masa de oro, más que deseo, le daba la sensación de que lo iba a aplastar, porque la perfección es inaguantable.
Así pues, ¿estaba en los aires, o sólo sentado debajo de la acacia? Porque la siguiente visión fue el mundo, y no es lo mismo verlo desde arriba que desde dentro. En todo caso, se lo figuraba como un pescador que lanza una red que enreda todo y que recoge para su barca todo lo que existe, sin que nada, o casi nada, se escape. Pero a la vez la red era de agua o de aire húmedo, y se lanzaba y se recogía una vez y otra vez, como una respiración presente en toda la realidad. El cerdo se estaba despertando y con gestos de insistencia le dijo: "Vamos a la cueva".
La diferencia entre San Antonio y Don Quijote, aunque los dos eran hombres sensibles a la belleza de las mujeres, es que Don Quijote había escogido como dama de sus pensamientos a Dulcinea. San Antonio no sabemos si le rezaba a la Virgen María, porque, a pesar de que ahora todos los católicos rezan el Ave María, en el siglo tercero o cuarto todavía predominaba la opinión de San Pablo, que le tenía algo de ojeriza, por ser mujer, y que en la epístola a los cristianos de Efeso, que es donde estaba exiliada María, me parece que muchas de las cosas desagradables que dice de las mujeres (sobre que tienen que estar tapadas y no maquillarse ni nada) son indirectas a María, que debía tener el carácter de una gran dama. Pero San Antonio, al contrario que San Pablo, seguramente quería mucho a todas las mujeres, además de a la madre de Cristo, porque si no no hubiese tenido la famosísima tentación de la mujer.
Vamos a ver, el cochinillo movía la cola de lo contento que estaba de ver a una chica guapa. Pero el asunto se convirtió en tentación por culpa de los discípulos, que habían vuelto, y que se inventaron un dispositivo para multiplicar la belleza y crear en nuestro querido San Antonio la alucinación de un ejército infinito de mujeres. Cuando esta mujer, interesada en conocer la vida de San Antonio, ya que estaba de paso por la Tebaida y ella también se interesaba en la mística, se acercaba a la cueva, los discípulos colocaron unos armarios con espejos a todo lo largo del camino. Eso multiplicaba la imagen de forma insoportable para el pobre viejo, que no estaba acostumbrado a ver tanto a la vez. Así que estuvo muy seco, muy tímido, y apuntó en su libro que ese día lo había pasado fatal. Hay hasta versiones budistas y chinas, que cuentan que para complacer al viejo santo la mujer se convirtió también en viejecita, y que a pesar de todo él seguía prefiriendo la soledad.
Luego San Atanasio cuenta otras tentaciones. No te preocupes, lector, no voy a dejar escapar ninguna que sea principal. Solamente decir que puede ser que la historia sea puramente fantástica, o que esconda algún secreto, ya que San Atanasio fue uno de los discípulos, el último, de San Antonio. Habla, parece ser, de un fauno, visión contraria a toda lógica, ya que es un hombre con patas de cabra. A lo mejor la imaginación de San Antonio era más viva que la nuestra. Seguidamente está el centauro, más conocido, pero que no tiene nada que ver con el cristianismo, y que San Antonio había podido ver en los frontones de los templos griegos. También es contrario a la lógica, porque es mitad caballo, mitad hombre. Puede ser que debamos en el futuro mezclarnos con los que son diferentes, y que nuestra lógica sea demasiado pequeña para un viejo como San Antonio. Se habla, también, de un muchacho negro. Mi opinión es que, muy probablemente, San Antonio lo adoptó, y que él heredó la cueva con los libros y el viejo cerdo, y fue organizando todo para hacer un museo o una ermita. Incluso sospecho que el muchacho negro es el propio San Atanasio, biógrafo de San Antonio, y último discípulo suyo.
La última tentación de San Antonio fue tener una estatua. Pero era contrario a los monumentos, le gustaban más las cosas sencillas. Y no obstante, de vez en cuando imaginaba estatuas, pensaba en las cosas, los dioses antiguos, el Dios nuevo, o él mismo en tanto santo, como si fueran estatuas que miramos y admiramos, y que en el fondo no significan nada, porque son de mármol o de bronce hueco. Hasta un troncho de sandía o una palabra se pueden considerar estatua, en la última filosofía mística que tuvo San Antonio. Estaba cansado, quizás, de escribir, de leer la Biblia y estudiar. El cerdito y su hijo adoptivo lo cuidaron mientras se moría, y le prometieron que sería famoso. Aunque más que estatuas, lo que sí existen son muchas pinturas góticas (y de Salvador Dalí alguna también) con San Antonio, como he dicho. La historia tal y como la he contado, con su cerdito, recuerda un poco el Quijote de Cervantes, que es una especie de segunda Biblia entre los españoles y que leemos varias veces todos en la vida. Pero como historia del Santo Antonio no creo que sea del gusto de los obispos españoles y del papa de Roma, ávidos, como el escorpión, de poder, que, como lo era al principio de su vida el santo, son bastante fanáticos, y les falta la imaginación y la fantasía del santo para dejar de serlo. La vida de San Antonio demuestra que ha habido a lo largo de la historia cristianos de otro tipo que el tipo que ellos nos quieren obligar a ser.

viernes, mayo 14, 2010

SEGUIMOS CON JOAN MARGARIT

Ya sé. Hace tiempo que les prometí seguir con Joan Margarit - que para ahora andará en su terruño - pero el hombre propone sin contar con cosas como: una gripe en primavera, dos graduaciones, una boda, un homenaje, el día de las madres... y la maldita tecnología. Después de negarme rotundamente a romper mis relaciones con el disco duro de mi ordenador, va el caballero y se declara en huelga. Como un favor lo he considerado. En fin, con tanto hacerse de rogar, le ha salido el tiro por la culata; les escribo desde uno nuevecito, diez veces más rápido que el antiguo. Nuestra separación - la de su memoria dura y la mía, que se derrite sin que le dé el sol - ha sido bastante buena. En el transcurso de un año él (el disco duro) me ha acostumbrado a esperar. Esperar a conectar con la Red, a usar el fotochap (como dicen algunos andaluces), a abrir el correo, a imprimir... En fin, a e s p e r a r. Siempre he querido las cosas 'ayer'. Hoy, el "mañana será otro día" me atrae bastante, especialmente en compañía de esta veloz saeta que me permite llegar a ustedes ahora y ya!




Joan Margarit y su mujer Mariona (Raquel en su obra poética) pasaron por Boston dejando huella. Largos paseos por los lugares de siempre. Pero sobre todo largas conversaciones y risas. Los recogí en el hotel, les di un beso, el momento en que sabes que la conexión afectiva se ha producido, como una chispa eléctrica. El recorrido turístico fue un poco dislocado. Mariona y yo delante observando y comentando y tras nosotros Joan y Christopher Maurer hablando y gesticulando como si de una ópera se tratara. Hubo momentos en que, al menos yo, me sentí como una mula tirando de ese doble arado que se atrancaba y no quería seguir...Mariona lo llevaba mejor. Los mejores momentos los pasamos sentados, hablando, contando poemas. Una de las cosas que mejor hace Joan Margarit, voraz lector de poesía, es referirse a un poema y hacer de él un relato. Luego siguieron los relatos vividos y los por vivir. Sus atrevidas opiniones sobre lo que para él es poesía. Bastantes detalles que no menciono porque nunca se me ocurrió pedir permiso al autor para publicarlos aquí; así como la foto en que Joan besa a Mariona, que me parece tan hermosa e intima que la guardaré sólo para ellos. Volveremos a vernos; es nuestra intención. Entonces, cuando hablemos me acordaré que tengo un blog y que querré publicar! En esta ocasión ni me acordé del blog; la presencia personal fue abrumadora. Gracias Mariona y Joan por vuestra visita.

Eso sí, les dejo con unos cuantos de mis favoritos poemas. Proceden de "Misteriosamente Feliz". Colección Palabra de Honor. Visor Poesía.

Despedirse

He retirado alfombras y cortinas,
todas las mesas en las que hace tiempo
que ni como ni escribo.
He sacado los cuadros y he pintado los muros
para borrar señales de los años.
Guardo unos pocos libros. Sé bien cuales.
He destruido
cartas de amor que no me amaban ya.
Silenciosos, ahora, los amores
son icebergs errantes del pensar.
La casa, sin rincones para el miedo
deja mis ojos más desnudos.
Nada, ni la esperanza,
podrá perturbar ya la última muerte.
No hay otra cosa para los que amo.


Te despiertas de noche

Evocas rostros, sábanas al viento,
perdidas azoteas de la infancia.
Olvida lo que te ha asustado,
lo que te hace encender la luz de madrugada.
El miedo no es por nadie que desea dejarte
ni por nadie que ahora ya no está.
El miedo es por alguien que jamás
ha estado junto a ti.
Alguien que no está a tiempo de llegar.


Hacia la tristeza

El bosque entre la niebla
es sentir los recuerdos.
Van surgiendo y se borran
como el camino que entra
--mojada tierra roja--
donde busco a los pájaros,
que con niebla no cantan.
Aquí todo está inmóvil:
he llegado hasta el mismo
fondo de la tristeza.

En algún sitio hay alguien
que lee este poema.
También yo estoy leyéndote
a través de mis versos,
que sigues con los ojos.
Un lugar de los pocos
en los que todavía
podemos encontrarnos
es aquí, en la tristeza.


Raquel

Un nombre para ti:
el nombre que acaricia
a una mujer desnuda
y la acerca a mis labios.
Un nombre para ti,
para ver en tus ojos
la terraza regándose,
la hiedra evenenada
por la luz de la luna.
Un nombre para ti,
severa como hiedra,
que acusaste al poema
de cruel, cuando tan sólo
deseaba piedad.
Un nombre para ti.
Una palabra de aire
sobre un campo de flores.


Poniente
Como estrella sobre ti y muy pronto sobre mí. -- Rilke

Te alejas más y más.
Me lo dicen los rojos
que barnizan el mar.
Más tarde se oscurecen
y la mirada sube
al azul del crepúsculo,
Me acostumbré a vivir
con los que ya no estáis.
Sobre ti, las estrellas.
Muy pronto sobre mí.


Su libro Noves cartes a un jove poeta será publicado en setiembre por Swan Isle Press, en traducción inglesa - New Letters to a Young Poet - de Christopher Maurer. El libro es un homenaje a las Cartas de Rilke y una apasionada defensa de la poesía, con recuerdos sobre su propio aprendizaje como poeta. En Nuevas cartas, así como en el resto de su obra, y hasta en la conversación, aboga Margarit por una poesía que lleve al crecimiento interior; una poesía clara, que enriquezca espiritualmente-- sin "misticismo"-- al lector. “Se trata de hacer frente al desorden, al dolor, al mal, de manera que quede iluminado – como el pan de Dalí en aquel cuadro que es uno de los mejores de este pintor- con una claridad que por sí misma ya consuela”.

Leer poesía

Cuando acabo este libro de poemas
de Paul Celan, no sé ni qué me ha dicho
ni qué quiso decirme. Ni tan sólo
si pretendió decirme alguna cosa.
Hay tanto miedo en un poeta hermético.
Dejo la mano encima del libro ya cerrado
y juro rechazar para siempre este miedo.
La poesía, que puede ser primero
un paisaje al que a veces se ha llegado de noche,
acaba siendo siempre un espejo
donde uno ha de leer sus propios labios.
¿Y qué razón de ser
tiene el contenedor si está vacío?
Silencios y vacíos están hechos
sólo para los ángeles. Contienen
el miedo a la basura. La basura del miedo.


DE INTERES:

http://www.youtube.com/watch?v=YpDpkMQ_ESw

miércoles, mayo 05, 2010

JOAN MARGARIT EN BOSTON

De vuelta de Dartmouth College, donde ha leído sus poemas, tenemos de paso por Boston al poeta Joan Margarit.
Este es uno de mis poemas favoritos, pero pueden ir a su Página Web donde hay una buena selección de su trayectoria poética. Voy a tener la oportunida de conocerlo y espero ampliar esta entrada en los próximos días.


ULISES EN AGUAS DE ITACA

Vas llegando a la isla, ahora sabes
qué es el azar.Vivir, qué significa.
Tu arco será polvo en un estante.
Polvo será el telar y la pieza que teje.
Los pretendientes, que en el patio acampan,
son sombras de los sueños de Penélope.
Vas llegando a la isla mientras bate
el mar contra las rocas de la costa,
igual que el tiempo contra la Odisea.
Nadie tejió nunca tu ausencia. Nadie
vino tampoco a destejer tu olvido.
Por más que, a veces, la razón lo ignore,
Penélope es la sombra de tu sueño.
Vas llegando a la isla: las gaviotas
cubren la playa y no se moverán
cuando al pasar no dejes huella alguna,
pues tu no existes: eres la leyenda.
Quizá un lejano Ulises murió en Troya,
y quizá lo lloró alguna mujer,
pero en el sueño de un poeta ciego
continúas salvándote:
en la frente de Homero, riguroso,
eterno, cada vez que rompe el alba
un solitario Ulises desembarca.
Joan Margarit