jueves, junio 28, 2007

QUERER Y NO PODER VS. DEBER Y NO QUERER

Queridos, sé que es hora de colgar algo. Habéis sido muy generosos durante mis semi-vacaciones. Muchos de vuestros comentarios son en si entradas de gran valor. Mejor de lo que yo pueda colgar. En fin…me toca a mí.
Le estuve dando vueltas a la idea de escribir algo general sobre mi larga estancia en España. Decidí que era demasiado personal y no tan interesante para vosotros como lo fue para mí. Pero sí que se me ocurrió algo, no fuera de lo común pero con un poco de magia y tan real como la vida misma, con pequeñas excepciones aquí y allí que voy a introducir para que los personajes no sean identificados. No serían identificados de todas formas, porque donde viven sólo hay unos cuantos que saben lo que es un blog, muy pocos que tengan ordenador pero que no sabrían cómo acceder a él. La mayoría de los ordenadores están en la escuela pública y son los chavales quienes los utilizan.

De paso a Cádiz, para visitar a unas primas, localizamos a mi amiga… la llamaremos Remedios… bien sabe Dios que necesita un remedio, pero que creo no le llegará a tiempo.

Remedios y yo no nos habíamos visto desde que teníamos 24 años. Con tanto cambio, por parte de las dos, perdimos contacto. Fue otra amiga en Madrid que me dijo dónde vivía y me contó, con trágicos tonos, la historia de sus últimos 10 años. Remedios se casó con el farmacéutico del pueblo. Tuvieron un hijo. A los 17 años de éste, aprendiendo a conducir con su padre en el coche, el chico puso el coche en marcha atrás y pisó en el acelerador cuando creía pisar el freno. No me extenderé en este trágico accidente. Se estrellaron contra un árbol y murieron los dos en el acto. De esto hace unos 12 años.

Mi prima (no la del blog) y yo nos quedamos en su casa un par de horas, hablamos y hablamos, mientras mi prima fumaba y fumaba. Yo más bien escuchaba. Las dos, Remedios y yo, recordamos a Julio…un chico que a los 16 años me parecía imposible olvidar pero que, en el momento presente, lo tenía bien olvidado hasta que Remedios lo trajo a colación.

Julio, ahora profesor en una importante universidad, se acaba de divorciar. Remedios, maestra en este pueblecito, ha estado en contacto con él, por correo electrónico, con frecuencia, cosa que no sabe su futuro esposo…un solterón del pueblo que ha estado enamorado de ella desdés que eran niños! Yo nunca lo conocí, sólo de oírle a ella lo pesado que era…que no se daba por vencido…etc. Estamos hablando de una mujer que, a pesar de sus desgracias se mantiene joven, alerta, coquetona…con ganas de vivir… pero sin pasión por su futuro marido, cosa que le parece lógica dada su edad y el largo tiempo que se conocen, a mi también me pareció lógico. Lógico hasta que me enteré de que Remedios había hecho un par de viajes a la ciudad para ver a Julio, a petición de éste.
Los viajes los describe como breves y dolorosos. Quedan para almorzar…ella tiene que estar de vuelta temprano para no despertar sospechas en el solterón. La primera vez la describe como si él, Julio, no la hubiera dejado hablar. Claro que admite que si la hubiera dejado hablar tampoco le habría dicho que estaba enamorada de él desde los dieciséis!. Según ella Julio sólo “ponía palabras en mi boca”. Ejemplo (no recuerdo precisamente)
“O sea que estás enamorada de él?” Antes de contestar a esta pregunta él añade”. “Os lleváis bien?... ¿Tiene dinero?...¿No quieres salir del pueblo, no?”...Y así sucesivamente. Ella vuelve al pueblo pensando: “¿Por qué no le he besado los ojos al despedirme? Siempre quise besarle sus ojos”. Dos meses después vuelve a encontrarlo, esta vez a medio camino…Ella está llena de esperanzas. Habría sido humillante tener que volver a la ciudad, pero él propone este arreglo que le hace sentir a ella, por primera vez en años, deseada por quien siempre quiso. El encuentro es breve. Ella quisiera que el tiempo no pasara cuando está con él. Hablan del pueblo…ella dice que hablaron de mí. El admitió que nunca se acercó a mí porque era muy seria (¡qué idiota!). El la acompaña a la estación y durante unos segundos la cogió de la mano. Antes de que ella se diera cuenta ya la había soltado. Casi llorando me dijo “no me lo esperaba”…Acabó “Mi mano la debió sentir como un pez muerto”. No ha vuelto a escribirle. La boda es en Octubre. Yo le aconsejé que siguiera sola. Ella justifica esta unión por lo mucho que el solterón la quiere…por todo el tiempo que ha esperado por ella. Julio, en mi opinión, y la de ella, no sabe lo que quiere y sólo quiere tener la certeza de que todavía tiene la hombría de despertar antiguas pasiones. ¿Que piensan ustedes?

NOTA: Quiero advertirles que esta entrada ha sido revisada, y aprobada, por Remedios. Estando con ella le enseñé mi blog y no podía creer la calidad y sensibilidad de mis participantes. Ella quiere oír sus sugerencias (más que consejos) ya que está decidida a seguir con la idea del casamiento en octubre. Por favor, sean realistas. Quiero aclarar que el título ha surgido del blog anterior a éste.

martes, junio 19, 2007

LAS PASIONES By Leda Schiavo

Tengo aquí dos ensayos, a cual mas jugoso, de Leda Schiavo. Me decido por éste dada su actualidad en España con el triunfo del Real Madrid en fútbol y el de Nadal en tenis; dejando aparte la de varios toreros que han salido a hombros por la puerta grande.

Parecería
que viviéramos una época de indiferencia, de una moda en la que debería imperar la frialdad, el distanciamiento, la mirada crítica. De algo así intentaron convencernos los posmodernos. Sin embargo, por suerte, queda gente que se apasiona. Bien o mal, los barras bravas del fútbol por ejemplo, qué detestables son, pero sinembargo reivindican la pasión. Una amiga mía se apasiona con la improbable datación del pleistoceno, y a mí me da una sana envidia. Otra se apasionó durante años con los usos del tiempo imperfecto en los verbos, y yo la escuchaba estupefacta. El peronismo, creo que ya no, pero fue, una pasión de los argentinos, como el fútbol, lo dijo alguna vez Cortázar. Todos recordamos cuando en las canchas los hinchas se ponían a cantar la marchita de los muchachos, y participaban así de lo orgiástico. La orgía seduce porque el individuo pierde su individualidad para fundirse en la multitud, y eso pasa en las canchas y en las grandes manifestaciones y en los conciertos de rock, en la ópera y en los toros, y en tantas otras cosas o ideas. El nazismo, el fascismo, el comunismo, el sionismo, las religiones, sobreviven gracias a su conexión con el ansia orgiástica del individuo que no soporta la soledad. La pasión es como la zanahoria puesta delante del burro, pero qué bueno, qué bueno, poder apasionarse aún cuando todo sea mentira, aún cuando la zanahoria sea virtual y ni siquiera de carne y hueso. Qué es la pasión erótica sino el ansia de confundirse, de fundirse, de irse en el otro. Se vive más, en otra dimensión, cuando nos apasionamos. Reivindiquemos la pasión aunque haya pasiones detestables y deleznables, aunque hayamos llegado demasiado tarde a un mundo demasiado viejo, y creo que esta frase es de Alfred de Musset en una novela maravillosa que se llama La confesión de un hijo del siglo, escrita hace como doscientos años. Iba a escribir sobre otra cosa, quizás de la feria del libro, pero me dejé llevar por la pasión, y bueno, hasta aquí llegué. Sepa el sufrido lector perdonar este arrebato pasional.

jueves, junio 14, 2007

MOMENTOS by Hanako

Hace un tiempo alguien me proponía que contara un día inolvidable, algo que dada mi naturaleza intenté rehuir con mayor o menor fortuna contando una historieta en su lugar. Pero me quedé pensando, un día inolvidable… sé que no resulta creíble lo de no me acuerdo, aunque es verdad, mi memoria está adiestrada para recordar el pasado inmediato, lo demás se va quedando en el fondo, como un poso, que si no me esfuerzo no soy capaz de sacar a la superficie de nuevo: tengo fragmentos en la memoria, instantes, sensaciones, pero no recuerdos completos. Alguien dijo una vez en el blog que quien no recuerda es que tiene un presente demasiado precario. No sé, tal vez sea así, prefiero verlo como otra forma de ver la vida: vivir el presente sin que el pasado te marque o estigmatice. Asumirlo, enfrentarlo y superarlo, incluso mejorarlo. Son puntos de vista distintos o distintas formas de entender los recuerdos.

Así que aquí estoy, removiendo en mi memoria para recordar algo inolvidable (creo que esto es una paradoja, ¿no?), algo que pueda contar que no tenga que ver con "la primera vez que hice o vi o sentí" que por su obviedad resultan ser los momentos inolvidables que todos hemos vivido más o menos similares, todos sabemos de lo que hablo.
Pero no quiero hablar de eso, quiero recordar algo triste o alegre, sencillo o complicado, me da igual, que tenga que ver con las pequeñas cosas que te suceden en la vida y que sutilmente te cambian por dentro. Empiezo ya el tercer párrafo y lo único que he hecho es dar vueltas sobre el tema sin decir nada claro.

--Hanako, mira que eres pesada, guapa!!

--Vale, voy, que sí, que ésta es la buena. Pero perdonadme, sólo son fragmentos, este es un ejercicio que me va a llevar tiempo, o que tal vez abandone inmediatamente.

Ahí van algunos de ellos, no son todos los que son, por supuesto, sólo una muestra: en la calle, en la puerta de no sé qué edificio oficial, me crucé con un hombre de unos 50 años, llorando desconsoladamente. No tengo ni idea de cual era el motivo, de si era sincero o una pantomima, pero sentí tal punzada en la boca del estómago que todavía lo recuerdo, era una adolescente cuando pasó: no hice nada y no sé si podría haber hecho algo.
El momento en que cogí en brazos a mi sobrina recién nacida, sentí en ese instante cómo surge el amor incondicional hacia otro ser humano. La vez que, a pesar de estar cagada de miedo, hice rafting con unos amigos. Para mí fue toda una aventura, ellos dicen que es como ir al parque de atracciones. Probablemente no vuelva a hacerlo, pero aprendí algo sobre mí: como en la ocasión en que me bajé de un caballo nada más subir porque no sentía las piernas, también me enseñó algo… y algunos más, pero no quiero aburriros, ya irán saliendo. Prefiero pensar en los días que me quedan por vivir, todos los instantes inolvidables que compartiré en el futuro o que viviré intensamente, espero que haya aprendido con la experiencia a reconocerlos y valorarlos.
Todo esto no deja de ser una excusa, un burdo pretexto para que sigamos conversando, para que Chiqui descanse y para que vosotros contéis alguna de vuestras vivencias si os apetece. Si al final Chiqui cuelga esta entrada; probablemente no leeré vuestros comentarios hasta dentro de unos días, mi silencio estará causado por mi ausencia, mis vacaciones. Besos a todos.

martes, junio 12, 2007

UN DÍA DE ABRIL: By TIERRA

Ella estaba embarazada de ocho meses. Gorda como una ballena. Nerviosa hasta el punto de que no podía ni respirar. También porque el niño le oprimía en algún sitio clave para que el aire pudiera llegar y expandirse adecuadamente en sus pulmones. Llegó al Juzgado como siempre, con una hora de anticipación a la cita. Y, también como siempre, al mostrar al policía de turno su carnet de abogado para evitar la cola del detector de metales, se maravilló del error que cometió a sus dieciocho años para decidir dedicarse profesionalmente a algo que, luego, le ha venido produciendo tal angustia.

Respiró profundamente pero comprendió que era inútil. El aire no pasaba bien. Estaba claro que el jadeo iba a ser ya crónico y que a la voz temblorosa con que siempre empezaba una intervención, a las vacilaciones con que se enfrentaba a la hora de elegir una de las mil ideas que siempre se le agolpaban cuando el contrario le llevaba la contraria, iba a unirse esa especie de resoplido sonoro y entrecortado, producto de la residencia temporal de su hijito, allá por sus adentros.

Con los nervios cada vez más punzantes, con su opresión, su niño, y las claves del asunto que la había llevado allí aquel día rondándole la cabeza, entrando y saliendo de su memoria en el permanente juego del escondite y en el de las adivinanzas -aquí estoy pero no soy, soy pero no me tienes, y cuando a mi recurras, me escaparé-, llegó a la puerta de la sala de audiencias, saludó al Procurador, confirmó la presencia de sus testigos y buscó ansiosa al compañero que la iba a contradecir, sin ninguna razón, y sin ninguna compasión, con ese estilo que ya le conocía de otras veces, tan desahogado y condescendiente, que sospechaba que exageraba con ella, tan vehemente y concentrada siempre en lo que decía y, sobre todo, en lo que debía decir.

No estaba. En su lugar, había una especie de hombre de las cavernas, bajo, rotundo, fuerte y peludo, que llevaba la toga como si fuera una piel de lobo que debiera abrigarle y ocultar sus armas. El ceño fruncido, el gesto adusto, la boca torcida en una especie de mueca o sonrisa siniestra que le produjo un escalofrío tan grande que el niño saltó, literalmente, saltó sobresaltado del respingo materno que sin duda lo debió asustar. O así lo creyó ella. Por un momento, su pensamiento se centró en su hijito, dejándose llevar con dulzura del sentimiento que le producía saberlo allí, con ella, de ella y para ella. Lo acarició por encima de la toga, del traje y de su piel, y lo sintió revolverse, esta vez más suavemente.

Envuelta en su nube de ternura maternal, olvidada del sórdido asunto que la había llevado allí, miró al recién descubierto hombre de las cavernas y le sonrió amablemente. Él enarcó las cejas y despejó un poco, muy poco, la expresión. Hizo ademán de acercarse pero les interrumpió la llamada para entrar a la Sala.

Volvieron de golpe los nervios, la opresión, la sensación de pérdida de memoria y el miedo escénico –que siempre reaparecía en cada juicio, inmutable e inmisericorde, más consustancial a ella que su propia conciencia. No obstante, se sorprendió, también como siempre, al comprobar cómo, traspasada la puerta, sus sentidos se agudizaban y, a pesar de los nervios, la opresión y el miedo, se hacía dueña de la situación. Ese era su territorio. El Juez era su aliado. Ella llevaba la razón y la bandera de la victoria. En ese momento, como tantas otras veces, se reconcilió con la adolescente que la había llevado hasta allí. Al sentarse, un poco dificultosamente por la abultada tripa, se permitió otra sonrisa, esta vez de suficiencia, de reconocimiento y bienvenida a esa otra mujer que iba con ella y que nunca le había fallado.

Ignoró las patadas del niño, ignoró el estilo agresivo de su compañero que era más burdo pero tan condescendiente como el otro, ignoró los balbuceos de los testigos que hubieran debido decir la verdad de una forma más convincente, ignoró la aparente pasividad de Su Señoría, y tomó la palabra con la tranquilidad del vencedor. Claro que eso no le impidió ahogarse, perder la respiración y sacar aquella voz temblorosa, más los jadeos, que no podía dominar. Pero ella entonces, como siempre, llegó en su ayuda. Ella tomó la palabra y habló sin aire, sin temblores y sin vacilaciones. La opresión seguía, pero vagamente, como si fuera algo externo, ajeno.

Mientras la otra hablaba, ella se recreó pensando en su hijito, se divirtió mirando sudar al hombre de las cavernas que llevaba un traje demasiado grueso debajo de la toga, se felicitó de lo bien que le iba a salir aquel asunto, se entretuvo mirando cómo el Secretario intentaba escribir algo coherente a toda velocidad y recordó que esa noche tenía una cena con varias amigas a las que le apetecía mucho ver para reírse un rato.

Pero aquel día, la mañana no iba a terminar tranquilamente con el café que ellas se habían ganado. La histérica que llegó y la dueña de la situación que hablaba con tal vehemencia, tuvieron que dejar paso a la madre que, de pronto, hizo su aparición en forma de un torrente líquido que enmudeció tan de repente a la que hablaba como privó de todas sus ideas a la que se dispersaba en mil tonterías. Todas ellas se vieron mirando estupefactas al Juez que, sin darse cuenta de nada, se inclinaba con gesto interrogante.

Y todo sucedió en el mismo momento. El Juez habló: –Señora letrada, ¿le sucede algo?-; ella pensó: –No te jode, estoy pariendo, coño-; el hombre de las cavernas replicó: -Señoría, creo que mi distinguida compañera ha roto aguas-.

Y todo sucedió en el mismo momento. Se suspendió la sesión, vino una ambulancia, todos gritaban, ella estaba mareada y asustada, pero el prehistórico y siniestro abogado contrario la consoló, apartó a todo el mundo, la tranquilizó, la acompañó hasta el hospital y avisó al padre del hijito al que, con el susto que le había dado, hizo venir a este mundo de una forma tan teatral y repentina. O eso cuenta siempre ella, la madre. Las otras andan por ahí un poco avergonzadas.

El niño se llama Hugo, como el hombre de las cavernas.

sábado, junio 09, 2007

Graciela Reyes: TAQUICARDIA

Quiero estar en la misma habitación que vos nada más que eso quiero tenerte cerca y mirarte le dije

me gusta verte andar sonreír tomar el té cambiar los discos dar vuelta la página me gusta que estés distraído que te quites el pelo de la frente me gustan estas horas magníficamente silenciosas tus manos tu cuerpo tus ojos qué m
irada la tuya que me provoca taquicardia no le dije

una larga vida buscando la sabiduría y a veces equivocándome y perdiéndome en detalles pero siempre estoy atenta yo siempre estoy atenta y siempre deseo que son dos cosas que podrían haberme llevado a la sabiduría toda una larga vida y ahora te encuentro como la medida de las cosas como la belleza donde convergen mis pasiones estás conmigo pero remoto de mí en estas tardes de verano incipiente con el olor del jardín entrando por la ventana y apenas puedo concentrarme en mi libro tengo que mirarte no le dije

si te acercás se me doblan las rodillas creo que si estuviera muerta y te acercaras me levantaría y me metería entre tus brazos no le dije


soy tan feliz por haberte encontrado soy feliz en este país cada vez más detestable en que vivimos a pesar nuestro vos extranjero y yo extranjera cada uno de distint
os y hasta más de una vez enemigos países pero los dos coincidentes en nuestros desprecios aunque los dos queremos esta hermosa ciudad y estos atardeceres largos como en la pampa que no conocés esta ciudad feroz y vulgar que sin embargo tiene el esplendor de la luz del mármol y del agua en ese esplendor te amo con un amor adolescente con las rodillas que se me doblan con el corazón saliéndoseme por las orejas no le dije

te amo no te quiero sino que te amo si es que esa palabra existe fuera del libro de primer grado te amo con toda mi alma que es una prodigiosa maquinaria capaz de conocer de amar de recordar y desear y temer el alma diseñada por cientos de millones de años para llegar a esta tarde al tesoro de este momento a tu lado a percibirte sentirte saberte el amor que siento por vos es un amor extemporáneo que sin embargo justifica mi vida mis búsquedas mis reflexiones y me salva de entrar en la vejez sin pena ni gloria un amor que en su insensatez me redime de todas mis insensateces eso nunca se lo hubiera dicho

solamente quiero estar en la misma habitación que vos y mirarte y charlar con los chicos que entran y salen y después si acaso irnos a caminar un rato entramos los dos en el aire caliente y cruzamos al parque miramos cada cosa las ardillas las primeras luciérnagas las flores lujuriosas los árboles y bajamos a la playa donde las gaviotas chillan y los veleros rezagados van pasando como fantasmas y nos sentamos en la arena y entonces la luz final del día te hace parecer un dios refulgente y yo me dejo abrazar y el corazón no sé dónde esconderlo para que no oigas el escándalo ay no se lo dije pero él ya lo sabía

después volver a casa y preparar la cena el perro salta entre los dos los chicos hacen los deberes yo te miro condimentar el cordero con menta y vos me sonreís me escribiste po
r email que te gusto porque soy serena y silenciosa qué gran malentendido yo no soy silenciosa ni serena pero estamos tan bien todos cenando en el comedor a la luz de candelabros les hablo a los chicos de los verbos irregulares y vos y yo nos miramos

solamente quiero estar en la misma habitación que vos tenerte cerca mirarte le dije y él no me dijo nada.

viernes, junio 01, 2007

BARCELONA EN UN DIA A PIE

Queridos: No voy a repetir aquí lo ya escrito y expresado de sobra en el blog de Azúa que aconsejo escaneen por encima si tienen tiempo. Sólo quiero dejarles unas instantáneas del resto del poco tiempo pasado en Barcelona, después de la presentación de los libros del Boomeran(g) y la juerga del grupo de 12 que nos pasamos entre la Cervecería Catalana, una pizzería y un bar tradicional donde seguimos bebiendo orujo hasta que, prácticamente, nos echaron de allí.

No es la primera vez que visito Barcelona; sí la primera vez que lo hago a pie guiada por Hanako, que se proclamada como “distraída”, “no tener sentido de la orientación” y otras cosillas que resultaron ser absolutamente falsas. En ningún momento nos perdimos, a pie, en metro o autobús. Como yo iba embobada mirando fachadas, fachas y escaparates, nunca faltó el amable y paciente aviso de “cuidado, está rojo”, “el paso de cebra” “no, crucemos por aquí” “bajemos por allá”. ¿Qué más se puede pedir? Habíamos previsto ver y hacer mucho más de lo que era posible. Cuando decidimos dejar el Museu Picasso para otra ocasión mis pies empezaron a cosquillear de puro agradecimiento. Nos sentamos en una de las muchas terrazas de las Ramblas y nos tomamos un café acompañado de tarta de Santiago con nata. Las calorías ya las habíamos quemado por adelantado!

IMPRESIONES

Ciudad con grandes posibilidades para turistas…más que Madrid o Boston.

Las Ramblas, nada similar que yo haya visto en otra ciudad: los cafés al aire libre. Los espectáculos, especialmente el de las estatuas humanas; imitando el bronce u otros metales.

Excelentes y continuos sitios donde comer o tapear con refrescante cerveza.

Café, insuperable café a cada diez metros de distancia. Escaparates de diseñadores de todo el mundo. Para mirar, no entramos a ninguna tienda…falta de tiempo.

El mercado, con una infinita variedad de todo lo que una pueda necesitar, el único mejor que he visto está en Seattle, EE.UU.

Para los amantes del Art Nouveau Barcelona ofrece una continua muestra de fachadas, puertas, balcones etc. de Gaudí y otros arquitectos de su época influidos por él.

Un reto fue subir hasta el parque Güell, ayudadas en algunos tramos por escaleras automáticas. Una vez allí la belleza del arte de Gaudí abundaba por los alrededores, los turistas también. Llegamos sin aliento pero mereció la pena. Los árboles y vegetación por esa área está extremadamente bien cuidada; y en general por todo el centro de la ciudad.

Me sorprendió no oír tanto catalán como me habían dicho, la buena voluntad y amabilidad de la gente. La cantidad de extranjeros trabajando en los servicios públicos. Lo limpio de la ciudad, aunque por todas las zonas que fuimos el olor a alcantarillado era, francamente, insoportable.

A nuestra vuelta al hotel para recoger el equipaje, tuvimos la suerte de ver la exhibición de Igor Mitoraj en La Rambla de Cataluña: Impresionante en su tamaño y originalidad

Hanako, sé que tu tienes mucho que añadir y contradecir… A ti te lo dejo!