jueves, septiembre 27, 2007

CHANEL Y UNOS SORBITOS DE CHAMPAN



La familia de mi marido, por parte de su padre, tiene unos genes envidiables. Ya he hablado de ellos en otras ocasiones. Mi suegro con 97 años baja al supermercado todas las mañanas, compra lo que necesitan (para el y su hermana Florence, de 91) y el New York Times. A lo largo del día lee el periódico y hace su crucigrama. Por la tarde los dos bajan a pasear al perro... Dos veces a la semana un servicio de minibús los recoge para ir a ver a la tercera de los hermanos , Hildegarde de 95.

Habría sido extraordinario que los tres acabaran juntos sus vidas, como planeaban y las vivieron desde la muerte de mi suegra hace 40 años. En los últimos meses los cuidados que Hildegarde requería nos forzaron a internarla en una residencia. Todavía esperaba volver a casa. Esta mañana Hildegarde ha muerto mientras dormía. Hildegarde, testaruda, inteligente, crítica de su gobierno y acertada… aunque nunca perdonó a Clinton. Tema que la mantenía en amigable discusión con su hermana… que lo adora. Pero Hildegarde no quería morir todavía y así lo expresó en varias ocasiones.

Antes de mi ida a España estaba pasando por uno de sus momentos de silencio depresivo. No había manera de hacerle hablar o comer. Pasé varias horas con ella y le expliqué que si no comía y bebía no duraría mucho. Le pregunté que si quería morir. Abrió los ojos espantada y me dijo que no, con un movimiento enfático de cabeza. La incorporamos en la cama y se tomó dos yogures. Le pregunté qué quería que le trajera de España…no estaba segura…le sugerí el perfume que yo usaba de Chanel, sabía que le gustaba. Me dio una bella sonrisa, porque bonita era y estaba a los 94... y me dijo “ that would be nice”.

Cuando volví, nos juntamos en la residencia unos cuantos de la familia. Esa tarde, ella en su silla de ruedas, comía bombones mientras que le enseñaba cómo ponerse el perfume.Sus manos se habian atrofiado por la artritis. Su color blanco y rosado y su suave y juvenil pelo auguraban más vida por venir. A mi marido se le ocurrió salir y en unos minutos volvió con una botella de champán y unos vasos de plástico. Las enfermeras hicieron la vista gorda. Estaba encantada y sorbito a sorbito, se lo tuvimos que retirar…Se crió en la religión católica y fue a misa hasta muy avanzada edad. Hace una semana volvió a caer en un estado de abandono que siempre parecía intencionado. Sufría, sufríamos… pero siempre salía de ellos. Su hermana Florence le preguntó que si quería que el párroco la visitara; ella dijo que no. La siguiente pregunta fue que si quería hablar con las monjitas…por supuesto que no quería; y finalmente, Florence, como si le preguntara a una niña , le dijo que si quería ir al cielo. Su respuesta fue “no”.

No sé si creería en el cielo o no; pero si hay uno, allí estará. Lo cierto es que no quería morir. Vivió una vida sencilla y tranquila, maravillándose de las cosas más pequeñas y grandes de casi un siglo. Murió hoy en su sueño, como todos queríamos y deseábamos, sin sufrir y todavía con ganas de beber unos sorbitos de champán y ponerse unas gotitas de Chanel.

Con nosotros queda su recuerdo hasta nuestra muerte.

Por favor, no son necesarios los comentarios para esta entrada. Tomémonos unas vacaciones del blog, todos lo necesitamos. Gracias y besos a todos. María Estrella

domingo, septiembre 23, 2007

UN ANIMAL ATRAPADO

Esta noche no debería escribir ninguna entrada. Todos los temas que se me ocurren son depresivos o alarmantes. Además tiendo a personalizarlo todo, no sé escribir sin hacerlo.No pude dormir anoche, entre otras cosas porque, hace como un mes, tapamos la chimenea y un animal se debió quedar atrapado. Primero pensamos que era una rata, ahora me inclino a pensar que es una ardilla. Sea lo que sea, está entre el techo del sótano y el suelo del primer piso. Por las noches se oye arañar en diferentes sitios intentado salir. Los perros se ponen a la alerta, también yo, hasta que acabo levantándome e intento ocuparme en otra cosa. El ruido siempre está ahí, aunque yo no lo oiga, los perros y la gata lo oyen: no duermen, empinan las orejas y se quedan quietos y la gata va y viene un poco desquiciada. A las cinco suelo caer rendida en el sofá o en la cama… Hasta la noche siguiente.

Anoche fue una noche dura…para distraerme fui al blog de Azúa; de vez en cuando hay algo de interés. Me encontré con lo que llaman un troll: aquel que quiere interrumpir el ritmo del blog. Nosotros ya hemos pasado por esto. Muchos se auto tranquilizan con el problema del troll tratándolo como si fuera un fallo técnico del sistema. Cuando el troll se ha “desgastado”, por decirlo de algún modo, los comentaristas del blog vuelven y reanudan el tema, si lo hay, donde lo dejaron. Este blog en particular suele tratar de: buenos desayunos, recetas, música, todo tipo de You tubes y otras frivolidades. Entre los que comentan se encuentran unas cuantas personas inteligentes que intentan cubrir las banalidades con artículos de interés y discusiones sobre política, religión, literatura y arte. Con la falta de Félix Azúa, un blog más.

Yo, con poca experiencia en este medio; estaba anoche atenta al desarrollo de este supuesto troll que no es ni más ni menos que una persona como usted y yo. Si no le han pagado para que haga esta labor estrepitosa (no sé porqué le pagarían) nos encontramos ante una persona que sufre, como el animal atrapado bajo mis escaleras.
Mientras leía los comentarios del troll, mí oído derecho (el bueno) permanecía atento al pasillo y al primer piso, donde se oían unos gemidos de vez en cuando.

Con esta historia podría ser diagnosticada de esquizofrenia, el problema es que también lo estarían mis tres perros y la gata. Mi marido duerme como un tronco pero lo he despertado un par de veces y también puede atestiguar la veracidad de los hechos. Además tenemos pruebas: el animal se ha comido las tuberías del lava platos y ha roído ciertas maderas en el intento de escaparse. Intento que hemos tratado de facilitarle.

Esto es un ejemplo de cómo dos cosas tan diferentes, que ocurren al mismo tiempo en diferentes espacios pueden paralizarte y tenerte en vela toda una noche.
Anoche yo quería liberar a ese animal y al mismo tiempo decirle a ese troll que no merecía la pena usar su talento por algo tan fútil como es la vida ficticia de un blog!

Según acabo esto oigo un quejido de angustia dentro de las escaleras del primer piso.
Necesito a Cortazar esta noche…yo dormiría como un lirón mientras que él reescribiría esta miseria.

http://en.wikipedia.org/wiki/Internet_troll

viernes, septiembre 21, 2007

Buen fin de semana de Flickr











1 y 2. La unión hace la fuerza..
3. Dos igual a uno.
4. Peek a boo!
5. Luna llena.
6. No otra ducha!






miércoles, septiembre 19, 2007

Graciela Reyes: LUNA DE MIEL

El hotel estaba en penumbras. A esa hora de la noche, las crudas decoraciones rústicas se atemperaban, y las alfombras de hilo sisal eran más acogedoras. En el vestíbulo no había nadie. Se acercó a los ventanales y miró hacia afuera. En el parque había alguien sentado, fumando un cigarro. Se escondió en un lugar más oscuro, entre las cortinas y la pared, para mirar sin ser vista. La figura estaba inmóvil, de cara al desierto. El cigarro subía y bajaba de tanto en tanto. La mano, la curva delicada de los dedos, la cabeza levantada, el cuerpo largo y sólido, eran de él, solamente de él, pero ella se resistía a reconocerlos. Nunca lo había visto fumar. Poco a poco distinguió su cara, tranquila, tan a gusto en la noche helada. El cristal le transmitía el frío de afuera. De noche bajaba muchísimo la temperatura. Pudo ver las estrellas encima de la cabeza de él, donde había visto, más temprano, águilas. Él cruzó las piernas y pareció distenderse todavía más. Ella adivinó los cables del ipod. Estaba fumando y escuchando música.

Las cortinas tenían olor a polvo. Allí estaban, ella y él, a pocos pasos de distancia. Era la segunda noche de la luna de miel. Él se había levantado a la madrugada para ir a fumar al parque. Se había puesto su chaqueta clara, que se destacaba en la oscuridad. El pelo, requemado por el sol, le creaba una aureola de luz en la cabeza. Prolongados por sombras, las piernas y los brazos parecían más largos, descomunales. Su figura ocupaba toda la noche, era todo lo que existía en la noche. Estaba como necesitaba estar, solo. Por eso la había dejado, o no la había dejado, sino que la imaginaba durmiendo confiadamente, caminando por sus propios mundos, sola ella también, y contenta. Sin duda le gustaba el aire helado de la noche, el silencio del desierto, que es más silencio que ninguno, el gusto del puro, la música. A sus anchas, solo.

Sentía cada vez más frío. Se había puesto un abrigo sobre el camisón, y zapatos, podía haber salido al parque, decirle hola, sentarse a su lado, sonreírle. Él habría extendido la mano para acariciarla. Quizá la habría recogido en sus brazos para que no tuviera frío, y entonces habrían mirado juntos la noche.

Se quedó detrás del cristal un rato largo, mirándolo. Después volvió a la habitación.

lunes, septiembre 17, 2007

INFIDELIDAD Y PERFUME


No pretendo hacer aquí un repaso de la historia del perfume. Es sabido que, ya sea de origen vegetal animal o mineral, ha sido usado en las culturas antiguas sobre todo para disimular el olor humano en los templos, y en los entierros. Parece ser que fueron los romanos los primeros en incorporarlo como complemento del aseo personal, y los árabes en desarrollarlo, en la baja edad media, y extenderlo por el resto de Europa.

Hoy día se hacen estudios del comportamiento humano ante estos olores que en muchos casos pueden resultar afrodisíacos hasta en la población de los monos. Estudios se han realizado donde se observa a los monos restregarse con hojas de intenso olor en el pecho y en los sobacos (nuestro desodorante) Los científicos lo explican como una señal de diferenciación de clase social o como un incremento de su sexualidad y atractivo. Ya saben aquello de: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”; pero es posible que el restriego de hojas de intenso olor, de especificas plantas, le traiga más suerte que la seda!
Mi experimento es sumamente personal pero no deja de tener su interés. Mi generación y las posteriores recordaran “Tabú”, “Mirugia” y “Goya” como líneas de jabón, colonias y perfumes con las que hemos crecido en los cuartos de baño españoles. Hoy día son meros regalos nostálgicos y de venta turística dado el empaquetado folclórico y tradicional que todavía llevan. En varias encuestas se menciona a España…a las española, como las mujeres de más alta consumición de perfume en Europa. Esto me ha cogido de sorpresa ya que en mi caso, nunca usé perfume hasta varios años después de llegar a la USA. Me gustaban las colonias Menuco y Heno de Pravia. Tenía un compañero que se me acercaba por las mañanas y siempre decía lo mismo “niña que bien gueles”. Sí como un bebe…él tenía mellizos en casa.

Mi primer frasco de perfume ni me lo compré ni me lo regaló mi marido. Un amigo nuestro que venía a visitarnos, en el avión pensó que debería traer algo a la anfitriona, me trajo una botella de Agua de Rochas. Se llevaba mucho en esos años. No me gustaba y se me olvidaba ponérmela cuando el amigo se presentaba a cenar y había que darle los dos besos acostumbrados. Después venía la pregunta de rigor, más bien era un reproche: “pero Estrella…no usas la colonia? pues si es muy buena…Fulana de tal la usa” Ahí fue cuando caí en el juego que se traía: la fulana de tal era su novia. Se me metió en la cabeza que me la había regalado para, de vez en cuando oler a la novia. Lo que pasa es que era yo el objeto que lo transportaba de vuelta a España con ella. Me empecé a sentir incomoda con esta idea y le regalé la botella a una tía de mi marido quien la recibió con algarabías.

Con el tiempo empecé, tímidamente, a probar con las aguas de colonia hasta llegar a las de perfume. Siempre me incliné a Chanel. Durante años usé Chanel “Coco” y después pasé a otra que sacaron nueva que era un poco más suave….que es la que todavía uso. Yo debería cobrarles a los de Chanel por publicidad involuntaria. Varias amigas la usan después de haber probado la de mi frasco. Hace unos días una de estas amigas me abrazó y me preguntó “¿qué llevas? Huele riquísimo”. Le contesté que era el mismo perfume que el de ella…yo se lo regalé hace poco porque sabía que le gustaba tanto. Lo cierto es que el perfume huele diferente en ella y en mí. No sé si será por los jabones de ducha, champús, toda la mezcla o que simplemente la piel en si recoge el perfume y lo personaliza en una reacción química (¿).
Luego están los amigos casados…siempre quieren saber el nombre del perfume; lo solía decir, pero he dejado de hacerlo…en un caso en particular se me ocurrió que quería comprar a su mujer el mismo perfume para rememorarme a mi, tenía base para pensar esto. Igualito que aquel joven catetillo me quería rociar de Madame de Rochas para evocar a su amada. Sin ir mas lejos, anoche en un evento social me presentaron a un desconocido que viendo que era europea me planto los dos besos seguidos de “uhmmm, ¿qué perfume llevas”?... Pero éste era gay…se lo dije, cómo no!

Ustedes creen que puede haber “infidelidad a través del perfume”? O… me estoy pasando un pelín. Cuáles son sus experiencias? Hay algunos perfumes que les dejan todo el día con un olor repugnante y un picor el la nariz de aupa?

http://www.flissbis.com/aroma/perfumeshistoria.html.

http://www.world-science.net/exclusives/061116_perfume-monkeys.htm

jueves, septiembre 13, 2007

El COLLAR QUE NO FUE



Quería escribir sobre algo más serio pero estoy cansada de estar sentada. Los capricornios dicen que son ambiciosos, no este capricornio; éste no se rinde facilmente. Esta mañana, después de acabar unas cuantas cosas rutinarias, no vale la pena mencionarlas, tenía gana de hacer algo que no fuera necesario…algo en que concentrarme y no darle vueltas a las cosas que suelo darle y ya se están poniendo manidas. Llevo una vida convenciéndome de que las soluciones vienen solas y hay que dejar de obstinarse en ellas…pero mi vida es larga y creo que estoy equivocada. Para alejarme de mis desgastados pensamientos, me puse a hacer un collar que lo tenía pensado desde hace tiempo.

Lo cierto es que cada vez que se me ocurría ponerme a hacerlo lo dejaba a un lado. Tenía la sospecha de que no me saldría bien, no sería cómodo, no se asentaría bien al cuello. Aun sabiendo esto hoy era el día de demostrar mi fracaso. Me ha llevado horas ; trabajando con herramientas afiladas y alambre de plata de distinto grosor. Como estaba tensa, soy tensa, se me han roto varios hilos, cuando eran finos, y me he hecho daño con los gruesos intentando cerrarlos o hacer un nudo.
La base del collar son cuatro exvotos: un niño de cuerpo entero, la cabeza de otro chaval, unos ojos moros, y dos pechos tan hermosos como los de santa Agueda. Están hechos de hoja de plata y los he adornado un poco con piedras para que perdieran esa austeridad española tan poco frecuente en las cosas de la iglesia y sus santos. Nos lo regaló un querido amigo a toda la familia. Supongo que los chavales son mis dos hijos y los ojos mi marido…los hermosos pechos para mí, con mucho sentido. En mi familia hay un porcentaje alto de cáncer de pecho.

Aparte de las maldiciones y las muchas veces que lo he deshecho, he estado pensando en varias cosas. Repasaba mentalmente comentarios de distintos blogs, comentadores que han entrado últimamente nuevos. Mi problema de la posesión. No quiero perder a mis comentadores o lectores. Los lectores son un misterio para mi…nunca se sabe si leen o entran y salen. Los comentadores son otra cosa. Uno se encariña muy pronto con alguien que sólo entra tres veces u otros que se van si digo algo que les ofende… Recreo sus caras, aun no habiéndolos visto nunca. Intento darles esa cualidad de personajes de novela…pero bien sé que son reales. Miré de nuevo las fotos tomadas en Barcelona. No pude encontrar una donde Hanako y yo estábamos muy bien. Estoy segura que me la mandaron..pero no aparece. Vi una y otra vez la sonrisa casi beatífica de Azúa. ¿Qué será de él? En una de las fotos tiene la mano en el pecho, recuerdo que me prometía volver en setiembre. ¿En qué estaría yo pensando? Qué impertinente! Qué odiosa! Claro cuando digo que soy tímida nadie me cree; lo cierto es, que los tímidos tenemos estas salidas tan desentonantes porque cuando nos damos cuenta que se nos puede ir la vida queriendo y queriendo pero sin llegar a hacerlo... por timidez, algo se rebela dentro y salimos con estos disparates que nos hacen parecer lunáticos. No encontramos el punto medio, la naturalidad…o nos pasamos de naturales. Siendo joven descubrí que las nubes me aplastaban, decidí pincharlas con la punta del paraguas y darme un buen chaparrón. Me sequé y pensé: no está mal, lo puedo hacer otra vez!

Pero este maldito collar no me salía. El problema es que las figuras son tan livianas, y yo he apretado la argolla tan fuerte al cordón de piel que se quedan levantadas y no pegadas al escote. Añado unas cuantas piedras más, perlas…todo ayuda. Finalmente me decido a usar el escaner para sacar una imagen. El dichoso collar, ahora puesto boca abajo se levanta rebeldemente de la lente del escáner y no hay quien lo dome! (quizás domadodegatos?)

¿Qué hacer? En el estante de por encima del escáner están las obras completas de Dámaso Alonso, instintivamente cojo un tomo, el mas pesado y lo coloco encima de una carpeta verde que he puesto de trasfondo, presionando…aplastando creía yo, las figuras del collar.

Sorpresa…como en los dibujos animados, levanto el collar del escáner y está todo aplastadito y en forma…no es lo que quería pero sé que no he perdido todo el día en esto. Deshacer lo desharé pero lo volveré a hacer mejor con todos los errores que he aprendido de éste. Nunca me doy por vencida…siempre que el oponente se pueda dominar con un tomazo de uno de tantos autores que descansan el las estanterías del mundo.
Pinchen en las fotos!

lunes, septiembre 10, 2007

CORTIJO LAS ENCEBRAS, GRANADA (1)




Los que leyeran la entrada sobre mi pueblo Montejicar, recordarán que decía que un mes de esos veranos los pasaba en el cortijo de Las Encebras.
Ni que decir tiene que, para mí, el cortijo era el cortijo de mis tíos. Estaba la casa del señorito, que vivían en Granada durante el invierno, y a quienes consideraba gente con más dinero pero no mejores! Los señoritos viví an un poco alejados de las otras construcciones pero nada que una niña de 10 años no pudiera hacer a pie. Luego, en los alrededores había una serie de familias con casitas de una a un par de habitaciones, gente pobre, con su pequeño terreno y ganado que cuidar… pensaba yo.
Dentro de la “fortaleza” - es la palabra que mejor se ajusta a mis recuerdos - vivían mis tíos con sus cuatro hijos, la hija que ya se les había casado, en un caserón grande: en el tercer piso se almacenaban el grano y productos de matanza, almendras, membrillos, frutos secos y en conserva. Comida para todo un regimiento. Mi hermano y mi primo menor me enterraban en el trigo del que salía polvorienta y asustada.

En ese tercer piso había una habitación donde una maestra que venía de Granada daba clase a los chavales de la zona de Las Encebras. Algo que habían gestionado mis tíos.
La fortaleza era una muralla blanca de larga extensión. Dos portones gigantescos la cerraban por la noche, fuera quedaba la higuera más hermosa y grande que nunca he visto y un pequeño arroyuelo donde se lavaba la ropa. Cerca, en la pared de la izquierda de la muralla, había una alberca para el regadío, con un fondo verde y espeso, que disfrutábamos de piscina los crios de los alrededores. En braguitas entraba y salía de ella cada vez que, sudorosa de mis recorridos, pasaba por allí.
Dentro, estaba la hermosa casa de mis tíos. Adosada a ella la vivienda de Rosa y Juan y a ésta la de Eulalio el manco y su familia: tenía ésta última una sola habitación con dos colchones en el suelo y una pequeña mesa con dos sillas. Vivían allí el matrimonio y cinco hijos.
Yo no era consciente, y nunca lo fui hasta muy tarde, del sistema feudal que se ejercía en toda esta zona. Disfrutaba: montaba en el trillo con alguno de mis primos o en una mula yendo hasta los terrenos donde otro de mis primos me enseñaría a sembrar trás el arado. Todo fascinante y divertido. Por la noche…las estrellas. Los cuentos, las historias de los vecinos y la flauta de uno de mis primos.

Hoy quisiera detenerme en Rosa y Juan. Rosa tendría más de setenta años, y Juan no menos. Ella era alta y derecha, de ojos grandes y tristes, nariz recta y una leve sonrisa en los labios. Tenía el pelo blanco y ondulado, recogido en un moño. Vestía de negro con mandil gris y una toquilla hecha por ella misma a croché . Mi tía siempre decía que era una pena que no hubieran tenido hijos… pero que se querían mucho. Llevaban más de cincuenta años viviendo allí. No tenían familiares.

Más de una vez me adentré en la casa de Rosa y Juan. La curiosidad me comía. La primera vez que la vi me pareció un palacio. Eso explicaba que vivieran tanto tiempo allí. Como la de Eulalio, una habitación. El suelo estaba tan machacado que no se levantaba ni una pizca de polvo: tierra pisada durante 50 años. Cuando leí “Pascual Duarte” describiendo su cocina me acordé del suelo de la casa de Rosa. Lo único que se veía por la ventana -por donde había curioseado muchas veces- era la chimenea, a los lados las alacenas y una mesa camilla con dos sillas. Nada más entrar se tropezaba con la mecedora. De espaldas a la chimenea y en el centro de la habitación había una cama de hierro y cobre. La tenía Rosa adornada con encajes hechos a bolillo y una colcha de croché de distintos colores que ella misma había tejido hacía años. Una cortina al fondo, medio corrida tapaba su modesto vestuario.
Había un par de preciosas tazas , nunca había visto cosa igual. Varios cuadros colgados, El Nazareno de Jaén, la Purísima…y una foto de Rosa y Juan de cuando cumplieron veinte años de casados. El lugar era tan acogedor que siempre lo recuerdo como todo lo que se necesita para vivir.

Lo más importante de la historia era que estaban perdidamente enamorados. Rosa se ponía todas las tardes sus zapatos de feria, se juntaba el mantoncillo con unos alfileres que brillaban como luceros y se colgaba los pendientes de boda. Con su callado y el mandil limpio, a las cuatro y media, salía con un ”hasta luego” a los vecinos. Con dificultad se encaramaba a la carretera principal y paso a pasito salía al encuentro de su marido. El marido había salido al amanecer, con su sombrero de paja, a trabajar en el campo.
Todas las tardes volvían cogidos del brazo hablando como si hubieran estado separados una eternidad. El bajito y menudo, con unos ojos diminutos y legañosos, volvía con sombrero de fieltro y botas lustrosas. El atillo con la ropa del trabajo bajo el brazo. Los dos saludaban de nuevo a los vecinos y a su nido volvían… para repetir la misma ceremonia el próximo día. Así durante cincuenta años. Extraordinaria pareja!
Las Encebras hoy:
http://www.lasencebras.com/

jueves, septiembre 06, 2007

Graciela Reyes: LA TRAICIÓN DEL ELECTRICISTA


La lengua que hablamos no es solamente un sistema de comunicación, sino una señal de identidad, una contraseña. Los que hablan como nosotros forman una especie de familia extendida. Los bebés que todavía no saben hablar prestan más atención y aceptan mejor mimos y juguetes de las personas que hablan su misma lengua, y más todavía si esas personas no tienen ningún acento diferente, por leve que sea. Parece que el cerebro viene programado para reconocer a los que son iguales que uno y así protegernos mejor de los extraños.

Los que vivimos en países extranjeros somos como los bebés, confiamos en el acento de la patria más que en ningún otro. Si necesitamos un médico, un dentista, un novio, y nos recomiendan un compatriota, corremos a buscarlo. Es una necedad digamos que genética, inevitable. Por eso celebré mucho que una amiga mía encontrara un electricista argentino, aquí en Chicago. Para colmo me dijo que era un chico joven, simpatiquísimo, que llamaba por teléfono a su papá a Buenos Aires todos los días… “Es un dulce”, resumió mi amiga. Era tan dulce, que cuando lo llamé por teléfono me dijo “Hola, princesa”. En lugar de irritarme y decirle que princesa su madre, me hizo gracia el desparpajo.

Vino a casa con su ayudante, otro chico argentino. A cual más lindo y mejor vestido, con pantalones llenos de bolsillos que dejaban al desnudo los músculos de sus pantorrillas, refinadas camisetas de colores pálidos, gorras con visera, todo haciendo juego, de arriba abajo. El ayudante era muy joven y me trató de usted, pero mi electricista, algo mayor y con más cancha, reveló enseguida ser un ejemplar de la clase “novio argentino”, subclase “electricistas, plomeros y afines”. Seductor, sonrisa irresistible, gracia para regalar a los vecinos, y auto irónico, no le faltaba ni el auto ironía, se reía de sí mismo con todos sus espectaculares dientes. Yo misma escribí una nota en esta agenda sobre el novio argentino*, ese traidor triste y fatal, pero al categorizar a este chico en la misma clase, no di el paso lógico que seguía, que era echarlo de mi casa. Solamente le pedí que me diera el presupuesto antes de empezar. Me dijo cariñosamente, mirándome con sus ojazos: “Te voy a cobrar poquito, no te preocupes, princesa”. No, no me lo creí del todo, pero me lo creí a medias. Ya digo que esta es una estupidez genética, o por lo menos lingüística.

Los disfruté a los dos un día entero, uno de los días más caros de mi vida. Se peleaban continuamente y me tenían en vilo.
“No, bolú, así no que te vas a electrocutar”. “Pero miraaaaaá, ¿qué hiciste, qué tenés, caca en la cabeza?". “Apurate, mové el or…” “Eeeh, qué corriente de aire viene de adentro de la pared, no rompas más, cacamala”.Y muchas más cosas, que no reproduzco para no ofender a la directora de la agenda, que cuida mucho el tono. Me tenían aterrorizada, pero qué placer oírlos. Claro que yo no sabía que por la misma plata casi hubiera podido comprar un pasaje a Buenos Aires, ida y vuelta.

Ese día el electricista no quiso hacer las cuentas. Como tenía que volver para meter en la pared los cables que colgaban por todas partes, me dijo que cobraría después. Volvió dos días más tarde, sin el ayudante. Llevaba un conjunto verde manzana y una gorra de Boca Juniors, que él mismo admitió que no pegaba con el resto, pero, dijo, “siempre se me ve la hilacha”. Recogió los cables, cantando un tango. Cuando me dijo lo que le debía, no se le cayó la cara al suelo. Me sentí traicionada y avergonzada, sobre todo avergonzada. De él, porque era mi compatriota, y de mí por creerle. Le dije lo que pensaba, pero se lo dije tristemente, como hablando con otra persona. Se defendió sin convicción y me rebajó un poquito, para empeorar las cosas. Le pagué y se fue, llamándome princesa por última vez. Agenda del Sur




lunes, septiembre 03, 2007

ALICIA BORINSKY: Hay que saber cortar a tiempo

Nota: Algunos de vosotros ya estaréis familiarizados con Alicia Borinsky. En la primera parte de mi blog, hace ahora casi un año, publiqué una de sus breves narraciones. Este texto viene del libro, Golpes Bajos.

En este país hay un hombre que ha terminado de remendar un par de zoquetes sentado en un banquito. Está junto al teléfono porque su novia le ha prometido que hoy irán a pasear juntos por el parque. Al cabo de cinco años le duele la espalda y decide dejar de esperarla. Se retira de la ventana. Al levantarse se le caen el hilo y la aguja y justo en el momento en que tira las medias a la basura entra la novia sin tocar el timbre, le dice me costó tanto tiempo conseguir un taxi, le presenta a sus dos hijos y se enoja con él para siempre. Naturalmente se va ofendida por la barba crecida, su pinta pasada de moda y la falta general de morisquetas en una cara que de todos modos es demasiado pálida para un amante, único papel que le hubiera venido bien ahora que ella está casada con el amable y generoso taxista que finalmente la recogió una tarde ventosa con chaparrones y brusco descenso de la temperatura.