domingo, agosto 24, 2008

Graciela Reyes: NOCHE CON SCHUBERT


Me desperté cerca de las dos de la mañana con un dolor extraño en la lengua. No podía moverla. En el espejo del baño vi que la tenía muy hinchada, roja y lisa, brillante, y en el medio un tajo, de la base a la punta, que parecía una cuchillada.

Decidí llamar a mi hermano a la Patagonia. La familia está desparramada por el mundo, pero todos llamamos a mi hermano cuando nos sentimos mal. Calculé que podía estar despierto todavía, aunque si aquí en Chicago eran las 2 de la mañana, ya eran las 4 en la Patagonia. Pero él se pasa las noches en vela leyendo y jugando al ajedrez.

No se asustó al oírme. Le pregunté si dormía y me dijo que no, que estaba tomando té con Schubert. Y le dijo a Schubert que me saludara. Supongo que le puso el tubo cerca del hocico, porque oí un maullido gutural. Schubert es un gato siamés que conversa con mi hermano, al menos produce esos sonidos inquietantes y mi hermano sabe entenderlos, y, por su lado, el gato comprende el castellano perfectamente.

Le conté a mi hermano que tenía la lengua hinchada, roja y bífida. Estás despapilada, dijo, y se largó a reír con tantas ganas que oí protestar al gato. No tenés papilas, se te fueron, es una enfermedad tercermundista, dijo mi hermano. ¿Alguna vez viste las papilas de cerca?, me preguntó. ¿No? Ah, mirá, te voy a mandar una foto que le saqué a la lengua de Schubert, es una foto buenísima, se ven las papilas filiformes, que son largas, y las fungiformes, más redonditas. Bueno, y yo qué hago, dije. Preguntale a Schubert que sabe todo, además está inspirado porque el té le da un high, vieras cómo le gusta el té, lo toma tibiecito, con leche.

Schubert, puesto al teléfono, me obsequió con unos maullidos espeluznantes. Me hermano dijo que el gato estaba molesto por la interrupción, pero que no le hiciera caso, que últimamente andaba nervioso. Schubert es propenso a los problemas metafísicos, al parecer. Volví a preguntar qué hacer con la lengua.

Y, mucho no podés hacer, dijo mi hermano. Oí ruido de agua y de platos. Le pregunté si estaba en la cocina y me dijo que sí, que había ido a la cocina a preparar más té. Me contó que tenía una tetera térmica. Quise saber si el té no le quitaba el sueño y me dijo que no, y al gato tampoco. Solamente quería terminar el capítulo que estaba leyendo en voz alta, para el gato, y después se iba a dormir, porque al día siguiente tenía pacientes citados muy temprano. Pero no podía dejar el capítulo por la mitad. El gato no perdona esas cosas, me dijo. Le pregunté qué leía y me dijo que un libro sobre ajedrez. No me digas que al gato le interesa el ajedrez, dije yo. A Schubert le interesa todo, querida, también la poesía de Blas de Otero, y Nietzche, con Nietzche tiene un verdadero metejón.

Oí que mi hermano le daba el té a Schubert y que se hablaban. Bueno, siento haberlos interrumpido, dije yo, pero dame algún remedio para la lengua. Ah, la lengua, dijo mi hermano. Hacete buches de bicarbonato.

Nos despedimos los tres, el gato con un maullido muy poco amistoso, que me pareció una puteada, en realidad, por poco que yo entienda de maullidos. Cuando me estaba haciendo los buches recordé que había leído en alguna parte que los gatos siameses son los que conversan mejor con las personas. Pensé que Schubert iba a terminar jugando al ajedrez con mi hermano, y ganándole; di un respingo que me hizo salir el bicarbonato por la nariz. Los buches fueron muy beneficiosos. Lo de la lengua no era nada, era una reacción al curry de la Indian House, donde había cenado esa noche. Nada tan grave, en todo caso, como para molestar al gato Schubert a esas horas de la madrugada.

lunes, agosto 18, 2008

Un fin de semana NO como otro cualquiera.

Y así fue. A las 9 me despertó el teléfono. Uno de mis hijos me anunciaba que llegaría a Boston entre 4 y 5 de la tarde. A mis hijos les gusta la espontaneidad, y a mí que la usen para venir a casa cuando quieran. Los vemos con poca frecuencia y siempre con prisas. Tan sólo el día anterior habíamos quedado con unos amigos para el sábado, cócteles, y con otros para el domingo, una cena. Ni lo pensé.., después de colgar el teléfono me puse en contacto con ellos y cancelé los dos compromisos. Ambos habían sido programados el día anterior espontáneamente también, cosa rara en este país. Como buenos amigos, tenían que entender la situación. Los amigos con hijos de la edad de los míos, y en situación parecida a la nuestra, lo entendieron perfectamente…incluso se disculparon por no habernos llamado con más antelación. Los otros no lo aceptaron con la misma comprensión. Insistieron hasta hacernos sentir mal, pero no cedimos. Era uno de esos cócteles donde se matan tres pájaros de un tiro y dos se escapaban ilesos! La vida social de una pequeña ciudad puede ser frágil y complicada.

El sábado transcurrió tranquilamente, tuvimos una barbacoa para tres: costillas a la brasa y ensalada de patatas. Miramos el ‘no debate’ entre Obama y McCain, los juegos olímpicos y permanecimos atentos al canal del tiempo y al teléfono. Mi otro hijo estaba en Puerto Rico. Sabíamos que llevaba en su maleta un antiguo anillo de diamantes y no queríamos que el huracán que anunciaban le estropeara la ocasión. Pero esa es su historia...

Desde hace tiempo los únicos estrenos de película que veo son cuando uno de mis hijos nos visita. Tenemos uno de los mejores cines de la ciudad a unos pasos de casa pero...

En esta ocasión vimos Vicky Cristina Barcelona. Llevan anunciándola en los canales más importantes de televisión varias semanas. Me había picado la curiosidad…Barcelona, volver a Barcelona de la mano de Bardem podría ser toda una experiencia. Woody Allen, ahí ya tenía yo mis dudas. Que haría W.A. que no hubiera hecho ya, o sea, repetirse. Quizás iría al encuentro de Almodovar?

La película empezó a aburrirme desde un principio. La narración era (es) de lo más soso. Luego vendrían los clonos de Woody. Este director ha llegado a sus setenta y tantos sin lograr (creo que intencionadamente… como parte inherente de su magnifico ego) que los actores no suenen como él. Primero fue la actriz menos conocida, Rebecca Hall. La misma entonación woodyiana, las mismas ‘frases muletilla’ de Allen. El guión, escrito por él, no ayuda a la desaparición de tal efecto. Más tarde se tornaron los papeles y le tocó a Scarlett Johansson ser la voz de su amo. Parece que Bardem y Penélope Cruz se libraron del hechizo del director. Los debió salvar el que el inglés no sea su lengua nativa.

Bardem, en el papel de seductor…Ni pizca de ganas tenía este hombre en seducir a nadie. Pasa por la película con prisa, como el que quiere salir de allí y estar en otro lugar más suyo.
Penélope, en el de locatis y pintora prodigiosa, poco convincente. Los momentos más tragicómicos son cuando dice “Coño y mierda” a voz en cuello - nunca mejor dicho - la voz no le sale de las entrañas, ni siquiera del estómago…la dejaremos en la garganta.

No sabría como clasificar esta película; desde luego no como comedia. Tampoco de temática erótica: la actuación de estos cuatro actores - frustrados amantes- es de una ‘frigidez’ que si fuera intencionada –seguramente lo era- no les habría salido mejor. Bardem se lleva la palma.

Woody Allen no podría haber hecho nada parecido en EE. UU. No después de la estampida con su hija adoptiva y las acusaciones de Mia Farrow de abuso sexual al hijo pequeño de ambos. ¿Dónde, en este país, se podría haber dado un caso como el que se esboza en Vicky Cristina Barcelona. En NY? California? Me temo que no. Tenía que ser Europa, y no en Madrid… Barcelona. La ayuda económica que la Ciudad Condal ofreció al famoso director - que tan poco ha hecho últimamente- debió ser un incentivo, digo yo.
Barcelona, suena bien, y eso es lo que vende la película, la ciudad… no los catalanes, que brillan por su ausencia. Aunque cada vez que Bardem dice a Penélope “en esta casa sólo se habla inglés” una, que es maliciosa, piensa: “en este país sólo se habla catalán”. La película vende su arquitectura,las playas, el cielo, los restaurantes, la guitarra, los jardines…Curioso que la música que más cautiva sea “entre dos aguas” de Paco de Lucia.

Si señor, Barcelona. Con ganas de volver me he quedado. Pero este vez sola, y esperar no encontrarme con un Javier Bardem cualquiera!

viernes, agosto 15, 2008

I BOUGHT IT ON EBAY / LO COMPRE EN EBAY






















1999 Volvo : V70 XC AWD

Winning bid: US $3,625.00
Ended: Jun-03-08 18:57:35 PDT
Shipping: Buyer responsible for vehicle pick-up or shipping. Vehicle shipping quote is available.
Sells to: United States
Item location: Pawling, NY, United States
History: 22 bids Winning bidder: me














Me debería haber puesto en contacto con los de VOLVO o EBAY y negociar estas entradas al blog, acabarán sonando a publicidad.

Efectivamente, no hay nada ni nadie irremplazable. Después de la elegía a mi primer Volvo, me dirigí a http://www.ebay.com/ en busca de otro.

Mis compras y ventas en Ebay empezaron casi en los comienzos de este gran mercado de la Red. En un principio era tan primitivo y tan poco conocido que lo que en esa época vendía y compraba – mayormente cerámica… Eran piezas únicas. Ahora la demanda ha bajado debido al exceso de oferta. Las piezas dejan de ser únicas cuando se ven por docenas, acompañadas por burdas imitaciones y reproducciones. Todo el que pone algo a la venta sabe lo que vende; y el que compra también. Las ‘gangas’ de un principio han dejado de existir… ¡pensaba yo!

En el transcurso de los pasados 15 años he comprado casi de todo: además de la cerámica, toda la gama de objetos decorativos de principio del XX, bandejas, lámparas, sillas, grabados, marcos, alfombras, libros…y he vendido otro tanto de lo mismo, hasta llegar a un punto de saturación de mi curiosidad: no quiero desprenderme de los objetos que me rodean, no deseo otros distintos a los que tengo, ni más de los que tengo!
No soy coleccionista. El coleccionista tiene que tener cada uno de los jarrones- por ejemplo- de cierta cerámica. Da igual si le gustan o no…hay que completar la colección.
Llegará un día en que vuelva a mis orígenes y viva con una mesa, cuatro sillas, un armario y una cama… Pero volvamos al nuevo amigo de pelo gris:

¿Quién me iba a decir que compraría un coche en EBAY…?
Mi hijo menor, que lo ha hecho antes y con suerte.

Sabía que él estaría ese fin de semana en NY, así que me puse a buscar otro Volvo, lo más parecido posible al perdido. Para qué cambiar cuando tan bien me fue con el primero. De hecho me limité entre los años 1995-1999… Ford compró Volvo en 1999. Miré lo que se vendía en el área de Washington DC, donde vive mi hijo y en NY, donde estaría ese fin de semana. Encontré uno. La subasta acababa en 6 horas. Me comuniqué con él: “go for it”, me animó. Cuando le dije el máximo que pensaba apostar pensó que seguramente lo perdería ya que estaba en perfectas condiciones y, si todo funcionaba como lo anunciaba el dueño (cosa que comprobaría él) el Volvo en cuestión valdría unos ocho o nueve mil dólares. Yo sólo quería gastar cuatro mil. Era una cifra simbólica, lo que habría costado arreglar a mi antiguo amigo, la traición sería menor si hacía esto.

Mi método de pujar es hacerlo en los últimos 30 segundos. Esto tiene su desventaja, si la apuesta de otro es más alta que la tuya, no te da tiempo de volver y subir la cantidad. Hay que pujar por lo que realmente puedes o quieres gastar. La otra desventaja es que si – como ocurre con frecuencia- tu computadora se atranca durante un par de segundos…has perdido ya que tu apuesta no llega a tiempo. Consciente de esto, porque me ha pasado antes, decidí hacerlo. Si ese era el compañero que reemplazaría al primero – seguro azar – todo saldría bien.

No pudo salir mejor. El precio total fue de $3.600. Un tercio de lo que realmente vale y menos de lo que habría gastado en el otro. No he perdido mi pulso…

Ahí están las fotos: No tiene el pelo blanco sino gris plateado, a lo Anderson Cooper, cuatro años mas joven – digno de una mujer de mi edad – y con la mitad de kilómetros que el primero; eso era fundamental ya que no quiero que me deje a mitad de camino.
Aunque más joven que el otro, pero ya con sus años, no esperaba encontrar uno que no hubiera pasado – al menos- por la sala de maquillaje, pero tuve suerte.

Muy bien cuidado está. De buena familia, tenía tres compañeros que le ayudaron a no cargar con todo lo que mi primer Volvo cargó. No tiene bolladuras, ni arañazos; no le falta ni una pieza. Por dentro todo funciona, desde el aire acondicionado hasta el CD player pasando por los cup holders (¿cómo se dice en español?) Limpio y sin rastro de haber visitado un zoológico… todavía.

Ahí está, aparcado. Lo miro desde la ventana. Ya lo estrené, pero como pasajera. Poco a poco me voy acostumbrado, todavía con recelo. Lo inspecciono diariamente a ver cuando aparece la primera bolladura, la primera taza de café derramada en un asiento…la primera vez que nos deja sin gas a mitad de camino…aunque no sea su culpa!

Que lujo haber tenido al otro VOLVO 940 durante tanto tiempo y sentirme en él como en mi propia piel. No creo que eso vuelva a ocurrir pero... lo intentare.


NOTA: no aconsejo a nadie que compre un coche en Ebay, a no ser que tenga un mecánico en la familia





sábado, agosto 09, 2008

MI VOLVO 940 STATION WAGON. 1995

La única máquina que recuerdo con ilusión es una heladera que mi padre tenía y que usaba sólo en invierno, cuando había una de esas nevadas de aúpa que sólo caen el la sierra granadina.

Mi miedo a las maquinas me tuvo casi hasta los treinta y tantos sin conducir.

Durante mucho tiempo no tuve necesidad de hacerlo: siempre viví en grandes ciudades, en el centro y con buenos medios de comunicación. Pero todo lo bueno acaba, en mi caso fue en Nashville, Tennessee.

Hace quince años Nashville no era una ciudad, era más bien una sucesión de ‘urbanizaciones’ unidas por iglesias. El centro residía en la Universidad de Vanderbilt y tirando calle abajo el Grand Ole Opry, unas cuantas tiendas, bares, y un par de restaurantes.

Vivíamos en uno de los barrios mas céntricos “Green Hills”, pero hasta para comprar leche había que ir en coche. Nada más llegar me di cuenta de que tendría que aferrarme al volante y esperar que funcionaran los frenos; el acelerador –aunque importante- no me preocupaba tanto...no pensaba usarlo mucho. Pero ¿cómo superar esta superstición de que el coche se descontrolaría nada más tocar el volante? La respuesta sería mi amiga Betty. Una mujer de un tesón inquebrantable y una bella sonrisa. Me enseñó a no ‘agarrarme al volante’ sino a acariciarlo.

Me pasé un año diciendo que sólo conduciría un VOLVO. Había oído de lo fuerte de su carrocería y del alto porcentaje de supervivencia en caso de accidentes. Claro, esto era una estrategia ya que no teníamos ni un duro (perdón, dólar) y sabía que nunca podríamos comprar uno. Vete a ver…se dice por aquí “Be careful what you wish for… You just might get it.” Pues eso, un día llegó mi marido y me dijo, “manos al volante”: era un contrato por uno de sus libros y pagaba un buen adelanto…¡un Volvo!

Así llegó a nuestra casa el gran compañero que acabo de perder hace unas semanas. Más de una década de estrecha convivencia y absoluta lealtad. Siempre me hizo caso… aguantó mis malos tratos: lo llevé por donde quise, lo dejé expuesto al duro sol del sur, a las lluvias y a los vientos. Le di de comer cuando mostraba anemia y de beber cuando ardía en fiebre. Muy pocas veces al médico, tenía una salud de hierro. Le hicieron algunas revisiones que sólo confirmaban que era un robusto roble.

Este compañero se ha llevado consigo unos cuantos secretos familiares. Las preguntas indiscretas de los niños en el asiento de atrás, las respuestas francas de los padres. Las conversaciones tensas provocadas por un chaval de nueve que afirma que ‘no hay nada después de la muerte’. El que quiere comprobar hasta dónde puede llegar, no él… su madre: “Mom, what would you do if I were to tell you that I’m gay? …Y años después con la novia sentada a su lado “ bisexuality is the way to go”...Todo esto con una sonrisa diabólica y mirándome de reojo. Toreé ese toro con gracia, le perdoné la vida y se la sigo perdonando…

El fiel amigo que nos llevó de Este a Oeste y de Norte a Sur, recorriendo más de 235.000 millas (378.000 Kilómetros). El que paró en todas las tiendas de antigüedades* y todos los mercadillos a su paso, miles de veces, para que yo buscara esas piezas de cerámica que tanto me gustan… un óleo, una acuarela, un grabado de Goya ¡enmarcado con un paspartú rosa! Una lámpara de Tiffany, una silla de Eames… un escritorio de Limbert. Todo por unos dólares. Internet no había aparecido todavía. No existía EBAY. Nadie sabía lo que vendía…uno se guiaba por el instinto de que ‘esto sí…esto está bien hecho’. Para luego aprender y aprender…y descubrir que tiene una obra de arte en casa.

Este gran compañero cargó de todo: niños a las prácticas de baseball, frisbee, violín, piano…Partidos, recitales, fiestas de cumpleaños. Cargó maderas, cemento, baldosas, ladrillos, tierra para el jardín, estiércol para abonar. Árboles de Navidad…árboles para plantar (más de cuarenta, incluyendo el del otro día) Atestado hasta el techo - varias veces- cuando los niños dejaron de serlo y hubo que llevarlos a la universidad en septiembre y recogerlos en mayo. Uno en NY el otro en Memphis.

Cuánto me habría perdido sin él: tantas experiencias compartidas, muchas de ellas a solas, a hurtadillas, escapándonos por esos caminos de un rural Tennessee , durante horas - a veces un día entero - para volver a casa cambiada: más joven…más fuerte, llena de ideas…y objetos que más tarde pagarían muchos de los increíbles recibos que llegaban a casa de la educación universitaria de mis hijos.
En una ocasión uno de ellos, no tendría más de doce años, viéndome entrar en el coche con un paquete comentó: “another pot?... Are you sure you are going to have enough money to send me to college? A lo que repliqué sin pensarlo “no lo sé, pero tendré suficientes ‘pots’ para venderlas”. No tuve que vender toda la cerámica que compré, pero si que vendí una pieza por la que pagué $150 por $10.000…qué pena no tener más de esas…

Últimamente mi amigo empezó a cansarse. La carrocería no era la misma que se ve en la foto. Tenía unas cuantas bolladuras, se le habían caído varias piezas decorativas y otras utilitarias. La puerta trasera no cerraba, la llave se quedó atascada y tuvimos que dejarla permanentemente dentro del coche… no nos lo iban a robar! Se nos paraba cuando frenábamos en un semáforo o aminorábamos la velocidad… Para colmo el tubo de escape, todo el sistema, lo perdimos la última vez que lo usamos.

Por dentro…ningún español entendió en las condiciones en que se encontraba mi compañero. Siempre vestido de blanco, porque era el color con que lo soñé, pero en realidad era “a blue collar worker” porque así lo prefería y quería. Además de todo lo expuesto arriba, se me olvidó decir que en los últimos años que hemos viajado sin niños, lo hemos hecho con tres perros y una gata. En fin, hasta en este país donde a nadie le importa cómo van los demás, se quedaban mirándonos en las autopistas… pero yo creo que era por Chata, la gata, que coquetea con todo coche que se le ponga por detrás; especialmente en la lluvia, el limpiaparabrisas trasero la vuelve loca. Es un peligro, los coches se acercan de tal forma que un día de estos vamos a tener un accidente serio. La tendremos que dejar en casa… atada a la pata de la cama!

Pero lo peor llegó: mi VOLVO se negó a que lo volviera a manejar: el asiento automático del conductor se había quedado atrancado a la longitud de la pierna de mi marido ( mide 1.82) Una humillación, yo no alcanzaba ni al acelerador ni a los frenos. Por más que me arrastrara al filo del asiento, mi pie quedaba en el aire. Se había cansado de mí. Mis hijos, los amigos, me decían con preocupación y ‘mucho tacto’: “Estrella, teneís que comprar un coche nuevo” . Pero, qué sabían ellos…

Todo ocurrió antes de lo que yo esperaba. Arreglarlo habría costado más que comprar otro parecido - nunca igual - a él: del mismo año, en mejores condiciones y
con la mitad de millas. No lo quise pensar, lo donamos…

Y, ahí estaba, subido en el camión - nada de remolcarlo - en toda su vieja dignidad y belleza. Un repeluzno recorrió mi cuerpo cuando desapareció de mi vista. Se me había olvidado hacerle una foto. Ingrata fui, con quien tanto me había dado, hasta el último momento.
ENLACES:
* En este enlace se puede ver el tipo de cosas que buscaba. Hoy día es difícil encontrar originales del periodo “Arts and Crafts” de finales del XIX principios del XX. Algo queda entre buenas, y malas, reproducciones. http://www.craftsmanhome.com/store/01.html