La cité en un restaurante de Recoleta, de esos que tienen menú fijo al mediodía, pero un restaurante comme il faut, dentro de una casa vieja reciclada con el buen gusto que suelen tener los gays, con mesas separadas suficientemente, velitas, florcitas, manteles y servilletas de buena tela. Tenía que hacerle una entrevista, porque escribo para una revistita de barrio que, aunque no me da mucho dinero, me da acceso a un carnet de periodista y algunas satisfacciones. Entre otras cosas, acceso a esta mina que iba a modificar mi vida.
Voy a decir la verdad. Aunque a mí me gusta bastante la joda, en esta ocasión estaba muy preocupado por el trabajo y disminuido, porque la mina era colosal en muchos sentidos y además, con lo que me habían contado de ella, de sus libros, de su dedicación al estudio, ni se me ocurrió que las cosas iban a tener el desarrollo que tuvieron. Fue ella la que empezó a perturbarme con sus miradas equívocas, sus sonrisas, sus frases. Al principio de una conversación convencional, llena de lugares comunes, de repente me espetó qué color de calzoncillos usás y yo me atraganté con el pedazo de pan que tenía en la boca. Después la conversación siguió normalmente y pude completar el cuestionario que tenía preparado para la entrevista.
Yo siempre duermo con calzoncillos, y esa noche era la típica noche de un otoño caluroso y húmedo de Buenos Aires, de modo que me desperté a las pocas horas sudado y con gran excitación. Al sacarme los calzoncillos recordé la pregunta de la mina y dudé de mi recuerdo; no podía ser, era una pregunta imposible, imposible pero imborrable. De modo que a la mañana siguiente la llamé para pedirle que nos viéramos, pero en realidad para cerciorarme de que era cierto lo del calzoncillo, sin darme cuenta de que, flor de boludo, había caído en sus redes.
Bueno, acabamos en la cama. Fue una coyunda gloriosa, como haberse acostado con Venus rediviva. Me dijo que me había preguntado lo del calzoncillo para romper el hielo. Y vaya si lo rompió. Toda una noche y casi toda la mañana en el dulce ejercicio; verla encima de mí a la luz del amanecer fue quizás lo que me ató para siempre, no era una simple mortal la que estaba conmigo, no sé como decirlo, era algo más, era como tocar todo lo divino y lo humano al mismo tiempo, era… qué era, quién era!
Al día siguiente no pudo verme, y así me tuvo durante una semana, casi sin explicaciones. Cuando por fin nos vimos me dijo que lo suyo había sido un desliz, que era imposible, que lo olvidara, que borrón y cuenta nueva, que todo menos sexo. Yo caí en la desesperación. Después de tocar a dios, nadie se conforma con menos.
Comenzó entonces una relación atípica, en la cual ella se me hacía indispensable, daba algo, migajas, y luego se retraía. Era una maestra de la defraudación y la estafa. El que está enamorado interpreta las cosas a su gusto, hace una lectura siempre a su favor, siempre alimenta su esperanza y quiere ver el lado luminoso, nunca el sombrío del objeto de su amor.
Después de algunas semanas infernales, me llamó y me invitó a pasear por Palermo. Otra vez creí tocar el cielo, conversamos profundamente como almas gemelas, ella me rozaba la mano con la suya, el verde del parque era como el verde de los primeros días de la creación, todo el entorno participaba de nuestra exaltación. Ella insistió en que nuestra relación sólo podía ser espiritual, y yo tuve la absoluta certeza de ser espíritu puro. De repente dijo que tenía que volver a casa y que no tenía cambio para el taxi. Me sentí feliz de que me dejara acompañarla aunque no quiso que fuéramos hasta su puerta y se bajó en alguna parte. Al llegar a casa me caí del cielo a la tierra. Me sentí terriblemente defraudado y solo, la vida sin ella no tenía sentido, la volví a llamar. Nos encontramos al día siguiente en Las Violetas. Ella no parecía la misma del día anterior. Tuve la sensación de que un cristal nos separaba y decidí jugarme el todo por el todo. Empecé a beber. Le dije que no podía tener una relación espiritual con ella después de la maravillosa experiencia que habíamos tenido, que quería todo o nada. No sé qué más le dije, creo que bebí demasiado y no recuerdo los detalles, pero sé que en un momento se levantó y dijo que la había ofendido y que se iba. Superé la parálisis del asombro, pagué, y salí a buscarla como loco por Rivadavia. Pero no la encontré. Esa noche lloré como nunca había llorado. La llamé varias veces pero colgaba o no atendía. Después de unos días pude hablar con ella y aceptó una cita en una confitería cerca de su casa. Me dijo que la había ofendido como nunca la habían ofendido, que la había echado de Las Violetas, que había tenido que irse a su casa caminando para poder salir de la ofuscación, que lo mío era imperdonable. Le juré que no recordaba lo que había dicho o hecho. Le regalé un broche de oro que había sido de mi madre. Me dijo luego, así como desde lejos, que iba a estar muy ocupada durante algunos días pero que por favor la llamara.
Al poco rato me sentí otra vez estafado, un verdadero gil. Eso es lo que sos, un gil, pibe, me decía a mí mismo. Y menos mal que no le regalaste un tapado de armiño, todo forrado en lamé.
A ella le gustaba desconcertar a la gilada con frases del tipo te gusta dormir desnudo? Y la gente se descolocaba hasta que una sonrisa, otra frase más normal la devolvía a lo cotidiano. Creo que eso me fascinaba, ella era la suspensión de lo cotidiano, con ella todo tenía otra dimensión, un reborde luminoso, qué se yo, todo parecía vibrar, moverse, flotar como flotan los astronautas en sus cápsulas.
Al poco rato me sentí otra vez estafado, un verdadero gil. Eso es lo que sos, un gil, pibe, me decía a mí mismo. Y menos mal que no le regalaste un tapado de armiño, todo forrado en lamé.
A ella le gustaba desconcertar a la gilada con frases del tipo te gusta dormir desnudo? Y la gente se descolocaba hasta que una sonrisa, otra frase más normal la devolvía a lo cotidiano. Creo que eso me fascinaba, ella era la suspensión de lo cotidiano, con ella todo tenía otra dimensión, un reborde luminoso, qué se yo, todo parecía vibrar, moverse, flotar como flotan los astronautas en sus cápsulas.
Decidí que no podía perderla. Y no la perdí. La llamé y me reprochó no haberla llamado antes, quería verme, me invitaba a su casa. Fui ilusionado, quería verla aunque no pudiera tocarla, pero nunca se sabe, quizás, a lo mejor… Preparó una cena exquisita, yo llevé el mejor vino que conseguí en el super, hubo música clásica, conversación elevada… Su casa era un lugar mágico, religioso, yo quería pertenecer a esa religión, me inundaba como una luz tibia, sentí que el tiempo se detenía, era feliz. De pronto percibí el cristal, la distancia, el frío, me dijo que ya era tarde, que tenía que irme, que no la comprometiera.
Me volví a casa puteando. Cómo saber si me quería o yo era un simple espejo para su narcisismo. Creía notar su cariño, y de repente, todo se evaporaba, y me sentía en una trampa, porque no podía dejar de estar pendiente de ella, pero eso mismo me alejaba, no quería sentir que la estaba comprando con mis atenciones, pero después me odiaba a mí mismo por descender a bajos pensamientos, ella era otra cosa, entraba en otra dimensión, qué carajo, ella era una yegua de gran alzada y yo un pobre infeliz bajito.
Una amiga me dijo que las mujeres muy hermosas están acostumbradas a manijear, que tienen miedo de su poder, que por eso se dan y te quitan en el momento menos esperado. Claro que no me consolaba, yo estaba metido hasta las verijas y quería seguir viéndola.
(Al llegar a este punto el narrador se dio cuenta, ya que tenía algunas letras, de que parecía un personaje de Dostoievski. Recordó el texto de Los demonios, cuando dice: “A veces existen unas amistades muy particulares en las que da la impresión de que un amigo quiere devorar al otro y viceversa, pasan así casi toda la vida y, sin embargo, nunca se separan. Peor, la separación resulta inconcebible: el primero de los amigos que se enfada y rompe el vínculo cae enfermo y acaso muere cuando ello ocurre. Sé muy bien que algunas veces, después de las más íntimas confidencias con Varvara Petrovna, cuando esta se retiraba, Stepan Trofimovich se levantaba de un salto del diván y empezaba a dar puñetazos en la pared”.
Exactamente, me dije yo, después de que el pobre gil me contó su historia, que por supuesto no acabó donde yo la termino, la cosa siguió y siguió por los mismos carriles, y mi amigo perduraba feliz en su infelicidad, porque quién puede quitarle la ilusión al que quiere ilusionarse, y para qué, es mejor eso que la vida en la planicie, la vida siempre igual al lado de la patrona de la que uno acaba aburrido y satisfecho, comiendo ravioles los domingos y después ver el partido de fútbol y gritarles a los chicos que no jodan y odiar a la suegra y los cuñados y a la noche meterse en la cama matrimonial después de cerrar con doble llave la puerta de calle.)
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Nota: Se puede encontrar otras obras de Leda en Google y en ediciones anteriores de este blog:
45 comentarios:
Es curioso, Leda, que nos cuentes esta historia, reflejo de una realidad tantas veces repetida y en tantos sitios y situaciones, como bien señalas.
Y en muchas ocasiones como esa, pasa que una a menudo intenta, con su mejor voluntad, rescatar a la víctima recomendándole la huida, para encontrarse repentinamente siendo el blanco de su ira o, simplemente, de su abandono. Y eso que en la mayoría de los casos, ha sido ante una expresa petición de ayuda. Falsa petición, claro. Nunca se quiere un consejo. Se quiere un público con el que revivir las horas gloriosas y recrearse en el sufrimiento. Un público que te asegure que todo será mejor mañana y te sirva de excusa para volver a subir, solo para volver a bajar.
Quizás lo mejor es escuchar a los amigos devorados sin decir nada. Claro que no siempre se puede.
Me ha parecido una historia fantástica, contada de una forma subyugante, como siempre. Muchas gracias Leda. Supongo que dejaste a tu amigo que se desahogara, sin intentar redimirle. A mi me cuesta mucho trabajo quedarme impasible.
Las ilusiones delirantes hay que tenerlas a raya. Mejor morir de una indigestión que vivir una mentira urdida por el egoismo de otro y mantenida por la propia vanidad propia que nos impide retirarnos a tiempo. Mejor la locura cotidiana y real, regada con una cerveza, que el lejano arco iris que te muestra sus colores y que nunca puedes atrapar.
Una mujer que conocía y con la que tenía un buen rollo me llamó y me largó. Nunca volvió a llamar ni nunca la llamé ni nunca la volví a ver ni nunca lo lamenté. Está bien no os mentiré lo sentí durante unos cientos de noches, como Sabina.
Qué bueno!
Actual y atemporal a la vez,como comenta R.Argullol estos días en su blog.
En este caso me hizo recordar el tortuoso amor entre Claudia y Catulo, que llevó a este a escribir su poema:
Odi et amo. quare id faciam, fortasse requiris?
nescio, sed fieri sentio et excrucior
Odio y amo.
Porqué lo hago, tal vez preguntes?
No lo sé, pero siento que es así y me atormento.
Chiqui qué terroríficos esos bichos!
Pensé que el demonio de Tasmania era algo mítico (por no decir bugsbunniesco)!
Un espanto, espero que no me traigan pesadilla.
Querida Prima...una pena no tenerte más cerca para poder usarte de consejera
Logo, si esto te consuela, en una ocasión alguien me cogió de la mano durante un segundo y luego la soltó sin decir nada. Yo me quedé tan cortada que nunca le pregunté por qué lo había hecho. Asumí que mi mano era ‘too sexy para él’ Tengo manos secas…!nada de sudor! Un misterio que me viene a la memoria con frecuencia.
http://es.youtube.com/watch?v=lgwjrde8F-0
ATRAPADO, tu comentario no concuerda con tu seudónimo, pareces conocer la situación y por lo tanto puedes evitarla. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Let it go…
http://es.youtube.com/watch?v=Q8Tiz6INF7I
LOGO, LOGO...hay gato encerrado en tu historia. Demasiado simple para ser verdad
Amalia, espero no cruzarme en la vida con uno de esos ‘perritos’: el párrafo de Dostoievski que cita leda me lo sugirió... Bueno, quizás me pasé.
““A veces existen unas amistades muy particulares en las que da la impresión de que un amigo quiere devorar al otro y viceversa, pasan así casi toda la vida y, sin embargo, nunca se separan.”
LEDA. Quería comentar después de colgar tu cuento pero no me fue posible. Me alegra ver que otros se han adelantado. Como dice mi prima, una situación bastante común. Lo bueno es que llegan y pasan y no merece la pena detenerse mucho en ellas, sobre todo cuando es el ego del otro lo único que cuenta. Pero, con que gracia, originalidad y desenvoltura te acercas a algo tan manoseado.
Releyéndolo y buscando fotos para la entrada (confiterías, restaurantes, parques, barrios) me he entusiasmado con Buenos aires y me ha entrado ganas no sólo de visitarte sino de mudarme ahí.
Magníficos los interiores de edificios de finales del diecinueve, el de las Violetas, y otros restaurantes y tiendas que tu no mencionas pero que tropecé con ellos en Flirck, en la Red. El puerto, las fuentes, las avenidas…
La forma en que nos llevas de la mano de un barrio a otro…tenemos que recorrer todo eso.
Y luego, ese vocabulario tan sugerente: la joda, la mina, de repente me espetó, flor de boludo, coyunda, pibe, gil, metido hasta las verijas, manijear, una yegua de gran alzada…
Y no digamos las posibilidades de tangos que saldrían de este cuento:
-Esa noche lloré como nunca había llorado
-La había ofendido como nunca la habían ofendido
-Le regalé un broche de oro que había sido de mi madre
-Un Tapado de armiño forrado de lamé
-Decidí que no podía perderla
-Sentí que el tiempo se detenía
-“que no la comprometiera”
La descripción de la noche de amor , que me parece magistral, revela que vale la pena perder la dignidad a cambio de la ilusion de otra noche como ésa. Hisatoria manoseada? No, no me parece, es una historia unica, de éxtasis, y tengo envidia a ese hombre, francamente. Que lo pague.Después del extasis viene la punición.
Con lo de ‘historia manoseada’ me refería al juego de muchas mujeres -y con más frecuencia hombres- de dejar al otro con la miel en los labios.
Desde luego, por una noche como la que describe el narrador, no merece la pena quedar colgado con una falsa esperanza durante unas ‘cientos de noches’...como admitía Logo. Esa es mí. opinión personal; También veo que es la de “Atrapado”
Prof. Leda: hay alguien de EStados Unidos que quiere contactarla. Un antiguo amigo de Libia. Encuentreme en searchingpeople@hotmail por favor. Gracias.
Prima, suponía que estarías de acuerdo con Atrapado más que con Logo o con el Anónimo o con lo que parece desprenderse del último párrafo de la magnífica historia de Leda.
Es díficil valorar la razón por la que algunas personas se someten a otras que se aprovechan de ellas. No creo que sea cuestión de una noche de placer más o menos intenso, como sugiere el Anónimo. La forma maravillosa en que Leda la describe no le aporta ningún valor espiritual añadido, en mi opinión. Esa noche solo hay una persona entregada, además de engañada y atrapada. Y el amor, para ser pleno, ya se trate del amor de pareja o de familia o de amistad, debe ser recíproco. El que el pobre infelíz vuelva una y otra vez a ponerse a tiro de un engaño cierto, no se debe al placer. Debe haber un mecanismo psicológico de algún tipo. Yo no entiendo de eso pero la propia Leda lo apunta cuando nos trae el ejemplo de Los Demonios en donde se describe la misma situación de personas "devoradas" que no se refiere al amor propiamente dicho. Yo no he logrado descifrar esa especie de adicción de algunos por estar con otros que solo les hacen sufrir y ejercen sobre ellos un dominio tiránico y egoista. Y desde luego, no la envidio en absoluto, pero me fascina, como la historia de Leda.
Bueno, vuelvo sobre mis reflexiones y corrijo. Quizás la pasión sí que sea capaz de arrastrar ciegamente, en el caso del amor físico. En ese caso, estaríamos hablando de algo más que el mero placer. A eso podría referirse el Anónimo y el pobrecillo Gil, e incluso Catulo, el atormentado. Y ahí, no lo discuto.
Siempre hay mil maneras de mirar.
Otra vez estaba con otra que tampoco me quería ni yo a ella y no la largué porque me fui antes de dialogar. No merece la pena de dialogar cuando no está buena la cosa. Bien simple ya lo podeis ver ustedes. No lo lamento.
Una mano sequita y caliente merece mas del segundo. Mas del minuto si es blanca y suave tambien.
Prima, una cosa que tienes que tener en cuenta: el ‘bajito’ del cuento de Leda iba a entrevistarse con ‘la mina’ con la intención de aprovecharse de ella...le salió el tiro por la culata. No lo siento por él ni la condeno a ella. Dios los cría y ellos se juntan!
LOGO, a usted le pasan unas cosas muy curiosas. Pues, si no había interés y no hubo dialogo ¿por qué la habría de largar? La próxima vez déle un poco de más tiempo…Ah! Por si acaso, mis manos no son suaves ni blancas, gracias a dios. Trabajo con ellas continuamente y no me pongo guantes. Como jardinera me gusta meterlas en la tierra (como al panadero en la masa) y con mi trabajo estoy constantemente en contacto con metales y herramientas…bla, bla, bla. Sólo una vez en mi vida he tenido una manicura, pero de suaves no tienen nada. Llevo la suavidad por dentro…y hay que trabajar duro (para el otro) para sacarla. Esas son las mujeres que valen la pena. Olvídese de manos suaves y blancas…nunca habrán visto el sol ni el jabón!
Leda, como a Chiqui, me atrapó usted con su leguaje y el recorrido de Buenos Aires, que conozco un poquito. Muy divertido y, en cierto modo (no te alarmes,Estrella) me identifico con el boludo.
He leído sus entradas antiguas y espero leerla con más frecuencia por aquí. Su escritura tiene garra. Saludos
Amalia, Lo de Catulo, muy bien. Pero mejor la versión de Rosalía de Castro:
Te amo... ¿ Por qué me odias?
Te odio... ¿ Por qué me amas?
Secreto es éste el más triste
y misterioso del alma.
Mas ello es verdad... ¡ Verdad
dura y atormentadora!
-Me odias porque te amo;
te amo porque me odias.
Qué apasionada versión, Tex.
Los dos últimos versos testimonian que el que escribe el cuento o la poesía es el gil.
Tengo la sensación de que del otro lado, desde el lado de la mina colosal, no hay historia.
Totalmente de acuerdo, Amalia. Del lado de la mina nunca hay historia. Lo que no suele preocuparles en absoluto, al igual que la condena o aprobación de los demás. Son inmunes, Prima.
TEX, ultimamente me estás robando a mis poetas preferidos. ¿Lo sabías?
Tadeusz, boludo vos?
También estaría la interpretación de que el gil, boludo, no le diera tiempo a la mina para recuperarse y distanciarse de la noche ‘divina’; asegurarse si quería seguir con el rollo o cortarlo. Ante la envestida continua lo mejor es retirarse antes de la cornada. También se puede flaquear al toro con las banderillas que, de momento, es lo que ella le está ofreciendo.
Vamos, que no hay cuerpo que resista una noche divina tras otra!
Chiqui es que si hace las cosas bien, entonces ya no es nuestro gil del cuento de Leda!
Llevas toda la razón, Amalia. Además el pobrecito lo reconoce…y según el narrador todavía sigue volviendo al cántaro…aunque no tenga agua; hay que ser ‘flor de boludo’. Me encanta lo de pibe y boludo.
Pero el narrador tiene razón cuando dice :"la cosa siguió y siguió por los mismos carriles, y mi amigo perduraba feliz en su infelicidad, porque quién puede quitarle la ilusión al que quiere ilusionarse, y para qué, es mejor eso que la vida en la planicie, la vida siempre igual al lado de..."
Que bueno gozar del placer de leer a Leda otra vez.
Única ella, por ese vocabulario, como apunta Chiqui, tan extraño pero tan cautivador para los de aquí.
Única ella por ese peculiar estilo que te hace meterte en la piel del sufridor enamorado.
Y sobretodo única ella porque hace única su historia, aún partiendo de un argumento común, al relatarla tan magistralmente como un thriller emocional.
Es que me encanta como el pobre desgraciado relata sus avatares amorosos con la prenda-veleta como si un insondable misterio envolviera la conducta de su amada, que querría pero no puede entregarse más porque una fuerza mayor se lo impide...Delicioso.
Me quedo con la frase de que "El enamorado siempre hace una lectura a su favor" aunque la realidad le muestre otra cosa.
Y me parece que tienes toda la razón, prima, los consejos para quién los requiera, dosificados, y sin esperar nunca redimir a nadie, que cada uno goza-vive-sufre como mejor le apetece.
Saludos a todos
El hijo de Chiqui acaba de ganar el premio "James Beard Award"
Esto es un importante reconocimiento en Estados Unidos y desde aquí quiero divulgar la noticia y felicitar a Chiqui por el talento de su retoño del que tiene sobrados motivos para estar tremendamente orgullosa ¡Enhorabuena, Chiqui!
Pues me uno encantada a las felicitaciones públicas, ya que se divulga la noticia en este medio. Es un orgullo para para tí, prima, y para toda la familia. Enhorabuena. Supongo que lo estaréis celebrando a lo grande. Desde aquí un brindis por vosotros. Ya se sabe, de tales palos ....
ANONIMO! Lo pensaba decir…pero no quería estropear el cuento de Leda. Además la ceremonia dura tres noches y esta noche es la última; así que la prensa no ha recogido los resultados todavía, aunque andan fotos por los ‘forums’. Los premios son en varias categorías. El de mi retoño y su coeditor ha sido por escribir sobre comida, en general, en NY City. Los dos editan un blog del “New York Magazine”, donde trabajan.
Dejo aquí el enlace del blog porque es útil y divertido para los que visitéis NY. Los sitios que recomiendan suelen ser originales y hasta ‘wacky’. Propios de los autores!
http://nymag.com/daily/food/
Los premios (me dicen que es el equivalente de los oscar de Hollywood)
http://www.jbfawards.com/content/2008-nominees
MULTIMEDIA WRITING ON FOOD
WINNERS:
Daniel Maurer and Josh Ozersky
nymag.com
"Grub Street"
PARA ANONIMO
¿Quién dio la noticia?... Un fiel amigo...
Me hace un gran favor... Le doy las gracias.
(Bécquer adulterado)
PRIMA, aquí nos tomamos todo muy tranquilamente. Hace un calor de infiernos…nos estamos tomando una cerveza. Los premiados seguro que estarán incurriendo en todo tipo de excesos…no lo quiero ni pensar! Aunque sé que están trabajando para actualizar el blog de mañana, que traerá la noticia.
Gracias por lo de “tal….” Yo creo que la nueva generación son los palos, nosotros ya estamos hechos astillas…camino de virutas.
Pues mis mas sinceras felicitaciones al muchacho y a su madre.
Para mí las mayores satisfacciones que te puede dar la vida son las que vienen de manos de tus hijos. Es lo que tiene la condición de madre.
Disfruta el momento, querida
Veis, ya estoy perdiendo el hilo…Para el ANONIMO primero (es mejor distinguirse con algo, si ya ha entrado un anónimo, verdad?)
Suena muy bien lo de “la vida en la planicie” para todo aquel que lo pueda hacer. Algunos nacimos plantados en un tiesto, con geranios incluidos, y nos es difícil volar. Dichoso aquel que vive en las alturas y no padece de vértigo!
PROZAC, que bien verte de nuevo. Como siempre, tan certera. Me pregunto si vives como predicas…creo que sí. Sabes de quién me acuerdo hoy, de Hanako; le gustaban las cosas de Leda y vosotras os llevabais muy bien. Por dónde andará?
Ya, ni me trevo a preguntar por Matemático…También disfrutaba de las cosas de Leda.
Abro el blog y veo manos por todas partes. Too sexsy recuerda cómo alguien le cogió de la mano y la soltó, chiqui alaba a leda por haber tratado con originalidad una situación manoseada, y por habernos llevado de la mano de un barrio a otro, logo piensa en la mano “sequita y caliente” de too sexsy, chiqui condena las manos suaves y blancas, y prozac nos dice, con razón, que las mayores satisfacciones que puede dar la vida son las que vienen de manos de los hijos.
http://www.handresearch.com/chiromancy.htm
Tu cuento, Leda, como tus poemas ( acabo de releer algunos de ellos) es “la suspensión de lo cotidiano”, la ruptura con la costumbre, con “las licencias debidas”. Y como escritora, como poeta, ¡qué bien rompes con la costumbre, en busca de la “coyunda gloriosa” de una palabra y otra! Me ha gustado la lista de Chiqui... Cuando la utilizas tú, la palabra “mina” – esa “mina colosal” -- me resulta tan, ¿qué?, tan siniestra. La vorágine. El pobre se asoma a esa “mina colosal” oscura y cree que dentro va a haber un tesoro: la “ilusión” de que hablas. Encontrará el desengaño. Tu cuento, como la pregunta de la mina, es “imposible pero imborrable”.
Si, Chiqui, yo también me pregunto que habrá sido de Zenobia-Hanako, y de Otto y todos aquellos contertulios del principio. Era bien divertido charlar con ellos.
He releido algunas de las primeras entradas y realmente parece que haya pasado un siglo. Yo no me reconozco en lo que escribía, claro que es lógico pues al principio intentas dar una imagen coherente con lo que quieres que piensen de tí, y poco a poco deja de importarte eso y dices lo que se te ocurre sin matizar tanto. Ha sido curioso releer los comienzos, realmente curioso.
El análisis de Tex es magistral, estoy con él, tu cuento es imposible e imborrable, Leda, no hay mejor definición.
Pero bueno, cheirosophist, qué forma más original de hacerse publicidad...y te has tenido que leer todas las entradas. A mi me puedes leer la palma de la mano cuando quieras. Avisa si pasas por Boston! No tengo remedio, siempre queriendo conocer el otro lado del espejo.
PROZAC, es verdaderamente increíble lo que hicisteis. No se volverá a repetir, estas cosas pasan una vez en la vida. Tuve la suerte de que entrarais en mi casa durante un largo tiempo y me la pusierais patas arriba; ahora anda de lo más ordenadita, pero me sigue gustando. Tu fiel al cañón. Gracias. Un beso.
Efectivamente, Tex, Prozac lleva toda la razón. Sólo Adolfo (que se largo?) podría competir contigo! Seguro que a Leda le han gustado tus piropos pero me temo que, lo que tiene de atrevida en su ficción, lo lleva encima de timidez en la vida pública.
Contra, Leda…no nos vas a dar las gracias??? Lo puedes hacer en verso…
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