sábado, noviembre 26, 2011

A MEDIA LUZ


De jóvenes, y no tan jóvenes, la llamábamos soñadora, idealista, romántica, contestataria… Le incomodaban los adjetivos, no se identificaba con ellos. Ahora me doy cuenta de cómo la simplificábamos. Con el tiempo aprendí que se le podía alabar si uno lo hacía con cierta ironía que ella recogía para montar un juego de disparates. Era ingeniosa, nos hacia reír, pero sabía cuando pasar el protagonismo a otro. Podía acaparar la atención del grupo y con la misma facilidad te hacía sentir que eras el centro de atención de todos. Te presentaba a otros con justas y comedidas palabras para acabar diciéndoles lo imprescindible que eras en la vida…

Las fiestas y cenas en su casa empezaron a ser menos frecuentes. A mí, en particular, no me extrañaba; estamos tan ocupados…Además, desde que se jubiló su marido pasaban la mitad del año fuera. Fue a la vuelta de uno de estos viajes que me encontré con ella a la salida de una conferencia. Llevaba prisa y prometió llamarme para ponernos al día. Nunca lo hicimos.

Un año después ahí estábamos, en el salón de otros íntimos amigos que celebraban su cincuenta aniversario. Una extensa familia, amigos y colegas llenaban el amplio y abierto espacio. Los brindis, la música y el ruido de los críos en la sala contigua era más de lo que yo podía soportar. Cogí la cámara y me aparté a una de las esquinas del salón. Subida en una banqueta empecé a sacar fotos, buscaba caras conocidas. Las fotos pasarían a mi colección personal; otro fotógrafo mejor equipado que yo se movía entre el gentío haciendo a los invitados posar en pareja o grupo. Qué bien salvarme del objetivo de su cámara, pensaba yo en el momento que la divisé en el centro del salón. Era ella, brillaban sus hermosos ojos negros, casi febriles. Parecía que la emoción la traicionaría y rompería a llorar de un momento a otro. Estaba colgada del brazo de su marido que al mismo tiempo apoyaba su mano derecha en las manos prietamente entrelazadas de ella. Capturé la hermosa escena.

El anfitrión daba las gracias a los presentes por acompañarlos en ocasión tan única. Acabó con un brindis para “ellos” --situados en el centro del salón-- los próximos en celebrar su cincuentenario. Sin soltar la mano de ella agradeció él con un sobrio movimiento de cabeza los aplausos del grupo. Ella se sonrojó y sin dejar de sonreír miraba con inquietud a un lado y otro. Apretó con más fuerza el brazo del marido. Creí ver unas lágrimas.

Han pasado casi dos años y nunca celebramos aquel aniversario anunciado. Después de un tiempo de preocupantes silencios, nos acabamos de enterar que no reconoce a nadie, ni siquiera a él. Está ingresada en una residencia para enfermos de Alzheimers.

Ahora, mirando la foto, me asombra lo torpe que fui al confundir lo que sus ojos revelan claramente: no, no era emoción lo que desprendían, era miedo.
¿A cuántos nos reconocería aquel día? Si es que reconoció a alguien.

19 comentarios:

Elvira dijo...

Qué relato inquietante, Estrella, y triste. Vertiginoso tiempo que deteriora a los mejores cuando pasa sobre ellos. Los arrasa.

estrella dijo...

Es cierto Elvira. Esto es ficción en el sentido de que no pienso en nadie en particular, pero no se le puede llamar plenamente así ya que casos como éste son la realidad de muchas familias en todo el mundo. Todos hemos oído de alguno que nos ha afectado.

QUADRANGLE dijo...

Mañana 29 irè a Madrid. Primero pasarè por el Instituto Ramiro de Maeztu y luego por Miguel Angel

Puedes ver de que se trata, en esta revista(antìguo colegio de mis hijos) en la pàg. 12

Hola Miguel.

Qué gusto recibir noticias tuyas. Aquí en el Instituto nos tienes revolucionados con la vía de información que nos has abierto. La misma directora ha pensado en intentar hacer acopio de material para investigar sobre aquellos años y de paso, retomar una antigua amistad.

Estrella dijo...

Miguel, tengo clase de de 10 a 11:30. Despues suelo salir para ir a la Nacional.

estrella dijo...

Miguel, te he buscado por el Instituto a las 11:30 y no estabas...

Elvi dijo...

La página del Quadrangle dedicada a una excursión al Madrid de 1954 es impagable: cargada de prejuicios muy tipical british. No se la pierdan, recorriendo la revista.

desde Burgos dijo...

La persona que sabrá si existe algo de la historia del intercambio es John Buchanan, contemporáneo mío, que enseñó el español en Heriot’s hasta años recientes. La única anécdota que recuerdo es que unos meses antes de una visita a Madrid, los de Heriot’s habían escrito a Ramiro de Maeztu sin respuesta, y al llegar allí vieron las cartas sin abrir.

Me sorprende que Bill Honeyman consiga recordar – impresionantemente – tanto de su visita en 1954. Me pregunto sin embargo si da a entender una impresión enteramente equilibrada del ambiente ideológico y de las prácticas del orden público. Releyendo un poco de historia, sí vale pensar que se consiguió y ocurrió aquella visita nada más acabando el aislamiento y la autarquía y todavía sin ver nada del progreso económico: un logro notable. Veo que hubo en 1953 una sequía y una cosecha mala, bastante circunstancia para acentuar las condiciones socio-económicas encontradas.

Carta enviada de un alumno de la
5ª visita de 1961

Elvira y copita vino dijo...

I am coming home... tituriruriru,
and the stars are blue, lalalalalala
but my heart will remain at Maaaadriiiid lararilararooooo
O algo parecido, ¿no?

Anónimo dijo...

Para Elvi.

http://www.youtube.com/watch?v=vCbQ_4PxM0E

estrella dijo...

Elvira, quién canta esa canción? Ese tarareo que haces no lo pillo.

Creo que Anónimo no ha acertado, aunque su canción me ha parecido bien interesante.

Anónimo dijo...

hay una manera muy fácil
de llegar a cualquier lado
no es el "laberinto "de Jorge
ni "todos los fuegos" apagado.

está al alcance de muchos,
tiene en sus redes un teclado,
ratón, pantalla, arroba
y lo usas configurado.

lo que si es necesario
es el ahorro conservado
varios billetes debes tener
y las letras haber amado.

si te parece poco lo dicho
y no estás maravillado
mira el ión de silicio
y lo que tiene guardado. gebere

Elvira dijo...

Yo me refería a esta canción: http://www.youtube.com/watch?v=GZXcn5A0bek

estrella dijo...

Gebere. Ya sabía que algo de poeta tienes, pero no me imaginaba lo de la cibernética!
A qué “laberinto” de Borges te refieres? De mi querido Cortazar me falta ese libro, aunque algunos de los cuentos los he leído. No serás porteño?

Elvirita, no conocía esa canción…un poco triste, no?

Anónimo dijo...

mil disculpas por el atrevimiento! me alegra mucho tu página y es por ello que estoy. "algo" de porteño debo tener y me disculparás..pero no sos estrella!! y de todos modos.
te felicito por tu intuición. LLEGARÁ EL DÍA EN QUE ESTO PERTENECERÁ AL PASADO POR ELLO LO BUENO DE QUIENES CAMINAMOS EN EL DEVENIR VEMOS CON OJOS CIBERNÉTICOS...¿NO? .gebere

estrella dijo...

Gebere. No entiendo por qué te disculpas ni a que te refieres con lo de “atrevimiento”. Encantada de que entres por aquí y nos dejes lo que se te ocurra, incluida tu poesía.

amalia dijo...

QUé espanto, Estrella. Siempre pienso que la vejez debería ser un momento en que se encuentra una cierta paz para despedirse de la vida, y en vez muchas veces resulta una tortura

Anónimo dijo...

no te olvides del alzheimer

estrella dijo...

Amalia, más de una vez me has pedido que escriba "ficción" -- si tal cosa existe-- pues bien, esto es lo más cerca de la ficción que puedo llegar; por desgracia es bien parecido a la realidad de muchos.

estrella dijo...

Gracias, Anónimo, por el enlace en azul. No sabía que existiera un día para el Alzheimer, pero cómo no.