domingo, agosto 04, 2013

LA VOZ

Los hechos y la narradora son reales. Cualquier parecido de los personajes con la realidad es pura coincidencia.


Mi amistad  con Samanta se ha convertido en los últimos años en una relación de familia. En los ochenta enseñábamos las dos en la misma Universidad y  compartíamos oficina, almuerzo y hasta material de trabajo para las clases. Cuando nos mudamos al sur, ella y Philip, su marido, nos visitaban con frecuencia. Ellos estaban recién jubilados ( nos llevaríamos unos treinta años), iban a recorrer el mundo, “hasta donde pudieran llegar”. No, no llegaron muy lejos: Philip fue diagnosticado con un cáncer cerebral y casi se nos fue de la noche a la mañana. De esto hace ya casi una década. A la muerte de Philip, Samy cayó en una larga depresión de la que parecía salir de cuando en cuando pero por poco tiempo. Para cuando volvimos a Boston, Samy era la Samanta  de siempre – quizá un poco más impaciente y olvidadiza.
Reanudamos nuestros encuentros : ahora me acerco a su casa para el almuerzo o salimos a la cafetería de la esquina. Vamos a conferencias, conciertos…  Desde un principio me dijo, y me repite con frecuencia, “no tienes que avisarme, ven cuando quieras y puedas”.
 Hace unos días pasaba por su barrio  y la llamé. Era la hora del almuerzo y le iba a sugerir que bajara  al café : “vente, hay comida para un regimiento!” me contestó. Efectivamente, había montado un almuerzo a la española. A la mesa, a punto de empezar, estaban la sobrina  de Samy y sus dos hijos – casi dos hombres! También estaba Paul, el vecino de al lado, que últimamente le sirve de chofer, de handy man y de pinche en la cocina ( no sé por qué no se han casado…) Samy empezó a servirnos un guisado de pollo y verduras ( le sale riquísimo ) y puré de patatas; mientas tanto Paul nos explicaba en detalle su cosecha de tomates: desde la semilla hasta la ensalada! Samy no podía disimular su irritación (está acostumbrada a ser el centro de atención) y dejaba caer la comida en los platos a estilo militar. Empezamos a comer, excepto Paul que seguía colgado de la mata de tomates… "Venga , come y calla!”, le gritó Samy. Paul como si de un marido se tratara, ignoró el primer aviso…en poco llegó el segundo: “qué se te va a enfriar, come y calla!”. En ese momento su sobrina y yo salimos a su defensa para compensar por el tono violento con que Samy lo trataba… Paul nos interrumpió y con toda tranquilidad dijo que si nos estaba aburriendo se callaría. 
 Fue entonces cuando oí la voz:
 Samy, de mal humor y con la cabeza casi tocando el plato, comía. Yo seguía la conversación y la observaba con preocupación. En ese momento oí una voz irreconocible, monótona y, aunque cerca, lejana. La voz dijo : S A M A N T H A.
Miré  al rededor; los comensales  seguían conversando, como si nada hubiera pasado, Samy con la cabeza agachada seguía comiendo. Me quedé perpleja…entonces, sin levantar la cabeza, Samanta dijo “me han llamado”. Me apresuré a decir con alivio: “Si Samy, lo he oído”. Los demás se miraron entre si, Samy solo miraba su plato…Pasamos al postre y  nadie volvió a mencionar el caso.


Volviendo a casa, dándole vueltas a este fenómeno, recordé que en una ocasión, hace un par de años, Samy me dijo que una voz la llamaba en casa... Me deshice en teorías para quitarle de la cabeza tales tonterías.
Ahora me toca a mi. 




7 comentarios:

Anisia Serendipia dijo...

Sería una excentricidad de la propia Samantha

Anisia Serendipia dijo...

¡Pienso Yo! pues no creo en la comunicación con los muertos, y eso que ¡ya me gustaría!

estrella dijo...

Pero Anisia, la primera que oyó la voz – en este caso – fui yo! Sin saber que yo la había oído, ella lo confirmó unos segundos después…y no hay duda de que la hoy!

No he dicho que fuera un muerto…Ya querría yo también.
Oliver Sacks tiene teorías sobre este fenómeno, pero ninguna se ajusta a esta situación.

http://www.npr.org/2013/06/21/193925787/oliver-sacks-exploring-how-hallucinations-happen

Anisia Serendipia dijo...

¿Seguro que no fue Samy? Ella lo dijo, tu lo oíste y ella, que sabía que tu lo habías oído pq ella lo había dicho, te lo confirmó para "castigarte" por haber salido en defensa del sobrino ...ya se sabe que los ancianos, como los niños, son un poco tiranillos y "my way"...
De todas formas ¡vuelve! y cuenta si vuelves a oir LA VOZ. A ver si esta vez es la de Sinatra http://youtu.be/FcXyAxuaMVk

Otro día me leeré las teorías que ahora no puedo.

Un abrazo muy fuerte

estrella dijo...

Anisia ( y los que estéis perdidos)
Lo siento, es obvio que no lo he narrado con el cuidado debido; no quería extenderme demasiado:
- A mí me dijo que “la llamaban” hace más de dos años. Antes de este incidente lo tenía completamente olvidado.
- Yo oí la voz mientras los otros conversaban y ella comía. NO LO COMENTE, intentaba explicarme de dónde habría salido
- Cuando digo que ella me lo confirmó quería decir que , después de unos segundo de yo haber oído la voz, sin levantar la cabeza del plato ella dijo “me han llamado”.
- No había posibilidad de que ella, ni los otros supieran que yo había oído la voz también porque yo no había dicho nada.
- Si no fuera porque ella también la oyó, y lo dijo, yo no lo habría mencionado a nadie!
- Samanta no me hizo caso cuando yo le dije “yo también la he oído” porque debía de pensar que le llevaba la corriente, como a los locos, y eso le debió herir, es más sensible que neurótica

Bueno, aquí lo dejo. Que conste que en mi vida he oído voces . Lo raro de esto es que las dos la oímos sin saber , hasta después del hecho, que la otra la había oído también. Lo que me es imposible explicar es la voz en si. Nunca he oído nada igual.

NOTA: de todos los que estábamos, Samy y yo somos las más duras de oído!

amalia dijo...

Qué interesante, Estrella. Intuitivamente buscaría por el lado de la sincronicidad y el inconsciente colectivo (Carl Jung)
Mis conocimientos sobre el tema son cuasi nulos y no me permiten sacar la más mínima conclusión...

estrella dijo...

Amalia, casi prefiero no encontrar una explicación. Y desde luego, tampoco se puede ir por ahí diciendo que oyes voces en sincronicidad con una amiga! Hace años tenía interés en Jung pero, como muchas otras cosas, nunca hice nada por conocer sus teorías.