Desde muy chica nunca pude hacer una ‘O’ con un cauto, o una línea recta, pero… lo que son las cosas… Pasados los años y en plena madurez, un buen día – sin todavía poder hacer la ‘O’ con un canuto-- me invitan a cenar con Antonio López.
Las dos semanas previas a la invitación, con un cosquilleo en el estómago, me imagino que será una cena tumultuosa, que no tendré oportunidad de hablar con el pintor, quizás ni acercarme a él. Voy pensando en preguntas atrevidas, personales. No entiendo de pintura; sólo sé que o me adentro en el cuadro o me quedo fuera, indiferente a él. Con Antonio López siempre estoy ahí, dentro. El póster de su cuadro “Gran Vía” (1974-81) de la exposición en el Museo Reina Sofía en 1993, colgó durante nueve años en la pared del aula donde enseñaba. Allí, con frecuencia, me perdía durante minutos.
La invitación a esta esperada cena venía de nuestro cónsul en Boston Carlos Robles Fraga y su mujer Begoña Bilbao: martes 15 de abril. Llegamos a las siete y otra pareja, queridos amigos nuestros, ya estaban allí. Begoña y Carlos relajados, las hijas ayudando a su madre en la cocina con los últimos detalles. Unos minutos después llegaba don Antonio acompañado de su hija Maria y de Cheryl Brutvan, la encargada de su exhibición en el Museum of Fine Arts de Boston.
Lo primero que me llamó la atención fue su tamaño. Claro que había visto fotos suyas, pero la grandiosidad de su obra tiende a hacer que uno lo olvide y piense en él como un hombre grandote, fornido y, a los 72 años, con barriga. Veo venir a un hombre menudo, ágil, de firme musculatura que se acerca a paso ligero. Con una abierta sonrisa nos saluda… un fuerte apretón de manos; manos que yo no quería soltar. Sentados en el salón me doy cuenta que sólo somos siete invitados, los anfitriones y el maestro y su hija. No había pensado en esta posibilidad. Mi timidez, que la supero en ocasiones extraordinarias me apabulla esta noche…demasiado fácil acercarse al pintor. Me siento al lado de Maria, hija y representante de la obra de su padre. Una pregunta y me cuenta la energía y entusiasmo de su padre, los próximos proyectos: seguir pintando desde la Gran Vía hasta la Plaza de España desde las terrazas de cinco edificios diferentes, una vista aérea.
Hablamos de los cuadros que se quedan en la familia, muy pocos, algunos no acabados (“¿Qué es eso de acabar? ¿Cuándo se acaba?” dice el pintor), otros estropeados. Su padre sigue vendiendo su obra, es lo que quiere, que se extienda y reparta. Yo me imaginaba que llegada a una edad el pintor se quedaría con sus cuadros favoritos. Maria se ríe; dice que en una ocasión que había dedicado un cuadro - una flor- a su madre y alguien se empeñó e insistió tanto que Don Antonio acabó borrando la dedicatoria y vendiéndoselo. Creo recordar que Lope de Vega – otro grande – hizo algo parecido con algunos sonetos, por motivos distintos.
Maria Pilar Moreno, su mujer, también pintora, no la llegamos a conocer; se había quedado en el hotel cuidando de las nietas a quienes han traído para esta ocasión especial para toda la familia: Es la primera exposición retrospectiva de Antonio López en un museo de EE.UU. Las esculturas –cabezas y cuerpo entero- los dibujos, oleos, una vez y otra modelados por los miembros de la familia y conocidos. El retrato de Maria, a lápiz, quedó en la familia porque se manchó y no se pudo vender. Dos de las cabezas gigantes de sus nietos, con destino a Atocha, pueden ser vistas –por primera vez- delante de la entrada principal del Museo. (video de gran interés pero tarda en cargarse)
Y ahí sigo sentada a cuatro pasos del pintor y lo miro como a uno de sus cuadros, queriendo entrar en sus ojos y mirar a través de ellos. ¿Cómo observará su entorno? Comentó de una de las invitadas ‘su pelo gris y ojos negros’; esto después de que ella le preguntara ‘por qué su obra carecía de la espiritualidad de la de Zurbaran’. Una sonrisa benévola en el maestro, nos miramos y le digo divertidamente “defiéndase”. Con la misma sonrisa le contesta tranquilamente: “han pasado 300 años”. Desde luego, no hay que pintar objetos religiosos para trasmitir espiritualidad, le intentaba aclarar el maestro.
Observo su cara hermosamente envejecida. Rasgos fuertes, piel tersa de color caramelo, no bronceado de playa sino de la caricia del cálido sol de invierno; del hombre que trabaja al aire libre. Hay algo de hidalgo campesino en él. Sonríe, se mueve con gracia juvenil, de vez en cuando una mirada divertida - hasta de pillo. Habla de poesía, de otros pintores, de Madrid… de la veloz marcha de la vida; de la falta de aprecio a los objetos cotidianos que tan únicamente glorificó Velázquez. Uno de los invitados le recuerda la
frase de Borges sobre “la tierra de España, en la que hay pocas cosas, pero donde cada una parece estar de un modo sustantivo y eterno”. De ese amor a la materia, al objeto, está hecho Antonio López.
Mira alrededor y sabe que no me voy a acercar, como lo han hecho otros. Hay un pequeño juego de cambio de asiento para que tengamos ocasión de conocerlo, pero yo ya lo conozco. Al final de la velada casi me obligan a hacerlo, a su izquierda…para la tradicional foto; lo hago. En esa foto de arriba me está sonriendo. ¿Qué le había dicho? “¡Don Antonio, sonría, nos están haciendo una foto!”
Al despedirme me atrevo a enseñarle mi collar; son unos zafiros de la misma gama de colores con que él iba vestido: los verdes azulados y grisáceos, el oro amostazado y algún rosado.Admira la calidad de las piedras en su estado casi orgánico y denso como su ropa de pana. Con frecuencia, cuando acabo un collar me doy cuenta de que he estado jugando con la paleta de alguno de mis pintores favoritos. Este que llevaba era, definitivamente, un Antonio López.
Las dos semanas previas a la invitación, con un cosquilleo en el estómago, me imagino que será una cena tumultuosa, que no tendré oportunidad de hablar con el pintor, quizás ni acercarme a él. Voy pensando en preguntas atrevidas, personales. No entiendo de pintura; sólo sé que o me adentro en el cuadro o me quedo fuera, indiferente a él. Con Antonio López siempre estoy ahí, dentro. El póster de su cuadro “Gran Vía” (1974-81) de la exposición en el Museo Reina Sofía en 1993, colgó durante nueve años en la pared del aula donde enseñaba. Allí, con frecuencia, me perdía durante minutos.
La invitación a esta esperada cena venía de nuestro cónsul en Boston Carlos Robles Fraga y su mujer Begoña Bilbao: martes 15 de abril. Llegamos a las siete y otra pareja, queridos amigos nuestros, ya estaban allí. Begoña y Carlos relajados, las hijas ayudando a su madre en la cocina con los últimos detalles. Unos minutos después llegaba don Antonio acompañado de su hija Maria y de Cheryl Brutvan, la encargada de su exhibición en el Museum of Fine Arts de Boston.
Lo primero que me llamó la atención fue su tamaño. Claro que había visto fotos suyas, pero la grandiosidad de su obra tiende a hacer que uno lo olvide y piense en él como un hombre grandote, fornido y, a los 72 años, con barriga. Veo venir a un hombre menudo, ágil, de firme musculatura que se acerca a paso ligero. Con una abierta sonrisa nos saluda… un fuerte apretón de manos; manos que yo no quería soltar. Sentados en el salón me doy cuenta que sólo somos siete invitados, los anfitriones y el maestro y su hija. No había pensado en esta posibilidad. Mi timidez, que la supero en ocasiones extraordinarias me apabulla esta noche…demasiado fácil acercarse al pintor. Me siento al lado de Maria, hija y representante de la obra de su padre. Una pregunta y me cuenta la energía y entusiasmo de su padre, los próximos proyectos: seguir pintando desde la Gran Vía hasta la Plaza de España desde las terrazas de cinco edificios diferentes, una vista aérea.
Hablamos de los cuadros que se quedan en la familia, muy pocos, algunos no acabados (“¿Qué es eso de acabar? ¿Cuándo se acaba?” dice el pintor), otros estropeados. Su padre sigue vendiendo su obra, es lo que quiere, que se extienda y reparta. Yo me imaginaba que llegada a una edad el pintor se quedaría con sus cuadros favoritos. Maria se ríe; dice que en una ocasión que había dedicado un cuadro - una flor- a su madre y alguien se empeñó e insistió tanto que Don Antonio acabó borrando la dedicatoria y vendiéndoselo. Creo recordar que Lope de Vega – otro grande – hizo algo parecido con algunos sonetos, por motivos distintos.
Maria Pilar Moreno, su mujer, también pintora, no la llegamos a conocer; se había quedado en el hotel cuidando de las nietas a quienes han traído para esta ocasión especial para toda la familia: Es la primera exposición retrospectiva de Antonio López en un museo de EE.UU. Las esculturas –cabezas y cuerpo entero- los dibujos, oleos, una vez y otra modelados por los miembros de la familia y conocidos. El retrato de Maria, a lápiz, quedó en la familia porque se manchó y no se pudo vender. Dos de las cabezas gigantes de sus nietos, con destino a Atocha, pueden ser vistas –por primera vez- delante de la entrada principal del Museo. (video de gran interés pero tarda en cargarse)
Y ahí sigo sentada a cuatro pasos del pintor y lo miro como a uno de sus cuadros, queriendo entrar en sus ojos y mirar a través de ellos. ¿Cómo observará su entorno? Comentó de una de las invitadas ‘su pelo gris y ojos negros’; esto después de que ella le preguntara ‘por qué su obra carecía de la espiritualidad de la de Zurbaran’. Una sonrisa benévola en el maestro, nos miramos y le digo divertidamente “defiéndase”. Con la misma sonrisa le contesta tranquilamente: “han pasado 300 años”. Desde luego, no hay que pintar objetos religiosos para trasmitir espiritualidad, le intentaba aclarar el maestro.
Observo su cara hermosamente envejecida. Rasgos fuertes, piel tersa de color caramelo, no bronceado de playa sino de la caricia del cálido sol de invierno; del hombre que trabaja al aire libre. Hay algo de hidalgo campesino en él. Sonríe, se mueve con gracia juvenil, de vez en cuando una mirada divertida - hasta de pillo. Habla de poesía, de otros pintores, de Madrid… de la veloz marcha de la vida; de la falta de aprecio a los objetos cotidianos que tan únicamente glorificó Velázquez. Uno de los invitados le recuerda la
frase de Borges sobre “la tierra de España, en la que hay pocas cosas, pero donde cada una parece estar de un modo sustantivo y eterno”. De ese amor a la materia, al objeto, está hecho Antonio López.
Mira alrededor y sabe que no me voy a acercar, como lo han hecho otros. Hay un pequeño juego de cambio de asiento para que tengamos ocasión de conocerlo, pero yo ya lo conozco. Al final de la velada casi me obligan a hacerlo, a su izquierda…para la tradicional foto; lo hago. En esa foto de arriba me está sonriendo. ¿Qué le había dicho? “¡Don Antonio, sonría, nos están haciendo una foto!”
Al despedirme me atrevo a enseñarle mi collar; son unos zafiros de la misma gama de colores con que él iba vestido: los verdes azulados y grisáceos, el oro amostazado y algún rosado.Admira la calidad de las piedras en su estado casi orgánico y denso como su ropa de pana. Con frecuencia, cuando acabo un collar me doy cuenta de que he estado jugando con la paleta de alguno de mis pintores favoritos. Este que llevaba era, definitivamente, un Antonio López.
Nota: Antonio López, a punto de ser el pintor español contemporáneo más cotizado (subasta en Londres):
25 comentarios:
Ha parado de llover; pronto será el alba y ya están cantando los mirlos, qué paz. Perdone, Chiqui, Amalia, Prozac, que siempre diga lo mismo, pero siempre es nuevo. He leído con interés el artículo. Lo de A.L. es también la tranquilidad del paisajista, con el añadido de que en su pintura hay un no sé qué de trampantojo (trompe l oeil) y efectismo (no fácil pero efectismo). Mi padre pinta membrillos del mismo estilo, y hasta tiene un carácter similar. Son gente que nace así.
Chiqui, muchas gracias por la entrada. Me gusta a rabiar este pintor ¿Han visto esos ojos? Son el centro de su cara. Esa mirada sí que es expresiva.
Que orgullo que se llame Antonio Lopez Garcia
Querido Manuel “Ha parado de llover; pronto será el alba y ya están cantando los mirlos, qué paz “ Ya ves, has pintado un cuadro!.
Tienes toda la razón, gente como Antonio López y tu padre ‘nacen así’ por eso que no se les puede imitar. Eso, más o menos le oí decir a Antonio López: que cuando empezó a pintar no sabía que podía pintar como pinta. Claro que no nos podemos ‘quedar’ en la anécdota de los membrillos…
Mi segunda entrada será sobre A.L. Pintor.
Los ojos, Aupa, son increíbles; como pececillos en agua clara.
Desde luego nunca apellidos tan comunes han alcanzado tanta grandeza. Me recuerda a lo que dice el pintor mismo sobre Velázquez: como hace de un objeto ordinario algo de dimensión mundial y glorioso (mal recuerdo y parafraseo) Me informaré mejor para la segunda entrada!
Con el comentario a Velázquez y sus objetos, prendas, se refería a lo español. Vamos, como López García…
Estrella, que suerte tienes. Gracias por contarnos estos detalles tan personales. Quería decir que también en el enlace que das del MFA de Boston hay otros muy buenos. Una entrevista en El País con fotos muy interesantes. La dejo aquí: http://www.elpais.com/articulo/cultura/he/decidido/vida/elpepicul/20080403elpepicul_1/Tes
Fotos de las cabezas si no se puede abrir el video:
http://www.boston.com/news/local/gallery/040108_bigheads?pg=4
Saludos. Ángela
Hola Angela. Qué bien que vuelvas por aquí, y con buenos enlaces. Los vuelvo a poner porque cuando son tan largos salen cortados. Besos
El Pais: http://tinyurl.com/5lbd95
Cabezas: http://tinyurl.com/638psq
Tienes mucha suerte de haber compartido mesa con semejante artista. Mi marido daría cualquier cosa por una oportunidad así, admira mucho a este pintor
La persona que le preguntó sobre porqué su obra carecía de la espititualidad de Zurbarán estaba en el lugar equivocado por culpa de los anfitriones, se les coló un necio.
Felicidades por tu velada y por tu entrada, sabes trasmitir estupendamente tus sensaciones.
Por cierto ya he comprado el libro de Verdú, o sea que al menos gasto le he hecho.
Lo que no sé es cuando lo leeré, tengo lista de espera en la mesilla y poco tiempo, pero lo haré en tu honor, Chiqui.
PROZAC, te equivocas con respecto a la persona que hizo la pregunta. Ninguno de los que estábamos allí éramos expertos en pintura – con la excepción de la organizadora de la exposición. Esa persona se dio cuenta inmediatamente de que había metido la pata y se disculpó. El mismo pintor entendió la situación y contestó con gracia y humildad. Le puede pasar a cualquiera. Te pasas en tu comentario, pero ya nos tienes acostumbrados a tus puyas!
Dile a tu marido que entre y comente…sería interesante. No tiene que decir que es tu mario; no faltaba más!
Chiqui, como sabes he pasado dos días en Boston, la mayor parte en el Museo de Bellas Artes, donde vi las exhibiciones, sobre todo la de Antonio López, con quien no estaba muy familiarizado. Extraordinario pintor! De lo mejor que he visto en mi vida. Tu blog ha sido el broche de oro que faltaba en el museo del MFA, pues he aprendido aún más de este gran pintor, a quien presentas de forma tan humana. Gracias por el retrato que haces de él. Queda en la lista de mis pintores favoritos. Estoy a punto de tomar el avión a Austin. Hasta pronto; seguimos en contacto y cógelo suave. Tex.
TEX, sabía que te gustaría Antonio López. Pero nos tienes que comentar la exposición de ‘Del Greco a Velázquez’. Sé que tuviste oportunidad de verla; yo me tengo que acercar esta semana. Pensaba hacerlo hoy pero tenemos el popular ‘Boston marathon’ y el tráfico es una locura porque casi todos los caminos andan cortados por mi barrio.
http://tinyurl.com/3tv68j
Os dejo un YouTube del maratón del año pasado. Refleja muy bien el ambiente de hoy...si ignoráis la publicidad.
Chiqui, que pena que no llegaras al MFA hoy, había menos gente de lo normal en un día de fiesta. El maratón y el buen tiempo hizo que muchos se quedaran fuera. Es la segunda vez que me paseo por la exposición de A.L., no va a ser la última. Lo mejor es ir solo.
Espiritualidad a chorros.
chiqui, ¿se acuerda cuando Albert Pla estaba en el blog de Azùa, él o su alter ego? Pues he puesto en línea, en mi blog, uno de los cuadros que le propuse prestarle. Por supuesto, en las antípodas de Antonio López. Si él supiera, pobrecito. Le advierto que esta vez, antes de mirar la obra, lea Gracias y desgracias del ojo del culo, de Quevedo, que figura en la obra completa, sección libelos satíricos. Aunque la filiación de mi cuadro no es esa y tiene más que ver con el americano Russ Meyer. Vaya discurso que les estoy largando. Nada, nada, ustedes a lo suyo, esto era sólo para los curiosos y un recuerdo del año pasado.
Espiritualidad, la procesión va por dentro, decimos en Granada.
Chiqui, gracias por tu comentario en mi blog. A lo del Pseudo-Pla te respondo alli.
Buenos días para todos
http://www.elpais.com/vineta/?d_date=20080423&autor=Ram%F3n&anchor=elpporopivin&xref=20080423elpepuvin_
1&type=Tes&k=Ramon
Aupa, es esto lo que querías mandar? Qué simpático!
http://tinyurl.com/648zsg
Pues no me salió bien. Me sigue saliendo El País. Tienen que ir a las viñetas y pinchar en la de Ramón.
Gracias Aupa!
Chiqui a que es bonita. Me encanta Ramón, es muy tierno. Voy a ver si encuentro otra y te la pongo
http://www.elpais.com/vineta/?d_date=20080313&autor=Ram%F3n&anchor=elpporopivin&xref=
20080313elpepuvin_2&type=Tes&k=Ramon
Si así no sale es la del día 13 de marzo
Buenas noches
Ay! Ramón…digo Aupa. Ya había visto esa viñeta y casi lloro. Si un hipopótamo puede sentir, por qué no un humano? Gracias, y buenas noches a ti.
ANONIMO, hoy estuve en el MFA viendo la exposición de “El Greco a Velázquez”, mucho que decir de esta también. Me volví a pasar por la de Antonio López. Descubrí nuevas cosas. Los marcos, no me había fijado antes.
Curiosidad: quise comprar otro catálogo para una amiga pero ya se habían agotado. Me dijeron que recibirían más mañana, pero que si me podía esperar, a mediados de Mayo llegaría otra edición de mejor calidad. No están muy contentos con la primera edición.
Por cierto, para un día de semana había muchísima gente.
Chiqui ¿a que sí?
Yo me he copmprado un flotador por si acaso..
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