Echamos de menos a Graciela Reyes en este blog. Por eso, cuando recibí ayer su correo en respuesta a los barcos de Amalia, no dudé en pedirle permiso para compartirlo con ustedes. ¡Qué lo disfruten!
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Preciosos los veleros de Amalia. El nombre de tu amiga me recuerda a una tía indirecta (sobrina de mis abuelos) que no conocí, porque había muerto muy joven de tuberculosis, en los años veinte.
Dejó un piano buenísimo, suntuoso y brillante, ya desafinado en mi infancia, porque mis tíos habían dejado de tocar en él. En ese piano yo"componía" canciones por horas y horas. Como la casa era grande, supongo que no molestaba mucho, pero también es verdad que mis abuelos Reyes me dejaban hacer lo que yo quisiera. Mi abuela decía, juntando las manos, que yo era un pergeño.
Sobre el piano estaba el retrato de Amalia, una joven de ojos enormes, negros y ojerosos, que me parecía muy hermosa. Yo la miraba mucho porque algunas cosas las tocaba para ella, ya que ella no podía hacerlo.
Cuando mi madre se enteró de mi amor por el piano me hizo ir a tomar lecciones a casa de una chica que era lo contrario de Amalia: fea, de rasgos groseros y manos manchadas de tinta. Me obligaba a escribir notas en cuadernos de pentagramas y solfear. Yo era y soy desafinada y el solfeo se convirtió en tortura. Si añadimos las manos sucias de la chica, a las pocas sesiones no quise ir más, y ella estuvo de acuerdo, le dijo a mi madre que yo no tenía ningún talento para la música.
El piano de Amalia se vendió cuando mis abuelos se mudaron a una casa más pequeña,y ya nunca tuve piano, y siempre soñé con tener un piano y tocar con inspiración y desenfreno. Por eso inventé a un personaje que era una chica pobre que tampoco tenía piano pero sí tenía talento, y cuando, por buena suerte, pudo poner las manos en un piano, repitió una canción que tenía en la cabeza y que era tan hermosa que la chica se hizo célebre. Pero sobre todo era feliz, muy feliz. Ese cuento, entre muchos otros, le contaba yo a mi hermanito, y tuve que poner a un hermanito en el cuento, también. Décadas más tarde escribí esa historia, con hermanito y todo, y se publicó junto con otros cuentos míos.
Hace muchos años que no oigo el nombre Amalia, y ahora lo veo en el blog y ya ves cuántos recuerdos se desencadenan.
8 comentarios:
El enlace bajo el nombre Graciela Reyes los llevará a otros cuentos de ella en el blog.
Qué buena idea, Estrella. Bonita historia.
Qué linda historia , Graciela!
Desencadenar recuerdos y luego reencadenarlos unos con otros, eso es algo que te lleva a esferas inesperadas
Cartearse -- por email, claro -- con Graciela es un lujo. Sigue una tradicion perdida.
Prece que en todas las casa hubo un piano, y que es un objeto emblemático, encargado de guardar recuerdos o de evocar canciones perdidas...
Estrella, la nena de la foto es Graciela?
No, querida, pero bien podria serlo; por eso la puse!
Pablo, en esta casa hay dos! Uno comprado hace años y otro heredado hace poco.Los dos con una carga sentimental importante. Nuestros hijos, tal como está la vida - y viviendo en NY – dudamos que los quieran; dónde los meterían?
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