jueves, enero 08, 2009

AL ARBOL QUE PUDO

Hace poco más de dos años el Ayuntamiento nos plantó enfrente de la casa un árbol. Reemplazaba, este delgaducho y sombrío, a uno que en sus tiempos debió lucir por lo alto de la casa y dar sombra fresca a las ventanas más expuestas al sol del verano. Cuando nos mudamos aquí el hermoso ejemplar no era ni sombra de lo que había sido; no sólo él, otros árboles vecinos
padecían de la misma enfermedad y fueron cayendo unos y cortados otros.

Acababa yo de volver de un corto viaje a España y ahí estaba el pobre, tan joven y ya sufriendo de escoliosis y alopecia. Después de unos días de desprecio y malhumor - yo tenía ya decidido el árbol que vería todos los días al subir la persiana de mi cuarto - empecé a estudiar la situación. Dudaba entre dejarlo morir, y así poder reemplazarlo, o entregarme a la tarea de revivirlo…

Fue un verano en el que -sin mucha esperanza - probé de todo. Lo habían plantado en el mismo hoyo que el anterior había dejado (todo jardinero, hasta los mas novatos, saben que eso no se debe hacer) y rematado con un montículo de mala tierra, revuelta con trozos de alquitrán y cemento que habían salido de las antiguas aceras enterradas.

En un par de días había yo reemplazado el montículo por otro más mullido y lo había cercado con una especie de barrera para que el agua no corriera derecha a la alcantarilla. Agua le di, pero le costaba tragarla…las hojas habían dejado de caer; las que quedaban permanecían alicaídas y tristes. Se me ocurrió hundir en varios sitios trozos de caña de bambú y regar directamente en ellos para que el agua llegara hasta las raíces. Funcionó, las hojas daban señal de agradecimiento; mi espalda amenazaba con abandonarme…En fin, un verano de cuidados intensivos a un enfermo que ni me gustaba.

En esos días, cuando recorría el barrio, iba observando los hermosos árboles que todavía quedan y los muchos nuevos que han plantado. Fue así como descubrí que había bastantes de la misma familia del que yo cuidaba; todos tenían las hojas en grupitos y caídas. Eran árboles plenamente establecidos y arraigados al borde de la acera con respetables troncos y ramas que tendían a subir más que a extenderse…las pequeñas hojas en ramillete siempre mirando el suelo, casi avergonzadas. Llegué a la conclusión de que poco podía hacer yo para levantar las del mío; lo mejor sería aceptarlo como era.
Llego el invierno y me olvide del árbol

Fue en la siguiente primavera cuando una mañana un esplendoroso ramo de flores blancas me saludaba al filo de mi ventana. Al día siguiente se abrieron otras y así durante una semana. Al despertarme temía subir la persiana… no podía durar mucho más este regalo. Me equivoqué, las flores siguieron allí más de un mes!

Este, su segundo invierno con nosotros, me di cuenta que estaba cargado de ‘berries’ (semillas parecidas a las majoletas) cosa que no había visto el primer invierno, quizás porque en estos dos años ha crecido tanto que lo tengo a mi vista, o que lo miro más. En la última gran nevada, entre Navidad y Año Nuevo, me llevó a la ventana un insistente pío, pío, pío... Ahí estaba el árbol, cubierto de pájaros recogiendo sus berries. Los había de varios tamaños y colores, incluso llegué a ver un pájaro azul y juraría que a un robin. Se habían situado al filo de la chimenea de la casa de enfrente y en un árbol, hermosísimo en el verano pero estéril en invierno. Desde allí, durante horas y en ruidosa armonía, iban y venían transportando la comida que mi árbol había cultivado para ellos durante el otoño.

Y vendrá la primavera y me mimará otra vez con sus hermosas flores. En el verano, cuando vea sus tímidas hojas, pensaré en las valiosas berries que esconden.

24 comentarios:

Anónimo dijo...

Los árboles, que a pesar de no moverse os brindan el baile más armonioso con la luz que tamizan y el más violento al son del viento que los mece. Los árboles, dueños del campo y del monte y hasta de los acantilados más inhóspitos que dan al mar, esos árboles, que recogen y serenan vuestra mirada y cuentan su historia impávidos, con solo un leve baile de las hojas que los abren al mundo, sostenidos por las invisibles y poderosas raices que sin ningún alarde los mantienen siempre ahí, donde estuvieron, donde están, donde estarán, esos árboles ... mis árboles.

Anónimo dijo...

Prima, me encanta. Te imagino ahí, renegando del árbol y, sin embargo, echándole agua amorosamente para que reviviera. Despreciándolo abiertamente, pero espiando en secreto la vitalidad de las hojas, esas que no cayeron. Temías reconocer que lo querías, para no sufrir el fracaso que imaginabas seguro. Y mira. El árbol no pudo, no hubiera podido. El poder lo pusistéis tú y tu espalda baldada. Triunfaste. Parece un buen elemento, con esa promesa de flores para la primavera.¡Qué bien!.

Formentor, un poco grandilocuente, ¿no?. Aunque reconozco que los árboles lo son. Grandilocuentes, digo.

Anónimo dijo...

Mira aquel árbol,
como creció.
Fue una semilla,
que el viento esparció.

Y ese otro árbol,
a su lado se alzó.

Uno más uno,
un bosque de dos.

Anónimo dijo...

Pasmoso: que deja pasmado.

estrella dijo...

Ay, amigo. Que quizás te inspiras en el árbol de Miguel Costa y Llobera (por tu seudónimo) pero que lo has transformado a tu propia sensibilidad y amor hacia ellos. Muy bien escribes, y si yo tuviera aspiraciones literarias debería cortar con este blog… con visitantes de talento como el tuyo. Nunca las he tenido, pero siempre las he buscado en otros.
El árbol, de inspiración poética tan antigua…esos árboles eternos de los que hablas, no se dan hoy en las ciudades, su vida dura poco, aunque ciertamente, la del mío durara más que la mía. Gracias, amante de tus árboles…

estrella dijo...

Mi querida Prima. Me siento idealizada, mejor de lo que soy, cuando entras por aquí con tus conclusiones. Está bien…no es así pero es lo que necesito oír hoy. Y algo de verdad hay en lo que dices. Besos.

estrella dijo...

Bastión y Entrenador…vaya pareja que estáis hechos! Dónde os puedo encontrar?

Anónimo dijo...

No es ninguna interpretación forzada, prima. Está ahí, bien clara en tu historia de hoy, y en tus maneras de siempre. Sin talento, voluntad, cariño y acción las plantas no tiran, ni los animales, ni las personas. O sea ... La conclusión es obvia.

Anónimo dijo...

Chiqui, andas mas fría que uno de esos pajarillos. Los premios Formentor, creo que por ahí va la cuestión.
¡Qué malo era Costa y Llobera!

Anónimo dijo...

Hermosa narrativa, es un fiel retrato de lo que eres, siempre has puesto como en el árbol, esa gran ternura, que intentas ocultar, pero que está ahí, cuando al hacer las cosas ponemos ese grano de dedicación, trabajo y amor, la naturaleza te regala esas flores tan hermosas de agradecimiento, por tantos cuidados. Es un espejo donde nos podemos ver reflejados, si actuasemos asi, haríamos de este mundo, un hermoso paraiso. Enhorabuena prima, estoy totalmente de acuerdo con tu comentario, es una relialidad. Chiqui siento que no te guste, que lo expresemos, pero la realidad es esta y los sentimientos hay que expresarlos. La inversión ya la tenemos realizada en Portugal, aqui tienes tu casa, no necesitas otra, vente pronto y lo pasaremos extraordinariamente.Además recuerdas, me traje semillas de ese árbol, las tengo en Portugal para plantarlas, ese árbol te seguirá donde tu vayas. Besos

estrella dijo...

Anónimo, no sabía nada de esos premios. Si no fuera por un antiguo profesor que tuve, un gran admirador de Espronceda, tampoco sabría de Costa y llobera. Pero, qué casualidad, sólo conozco del poeta su poema al pino de Formentor. Creía que andaba bien calentita! Y lo sigo creyendo. El poema es del periodo y va de gustos. Vaya… que me quedo con el del ‘formentor’ del comentario.

Pero, cuéntenos más de los premios! Bien interesante el asunto.

estrella dijo...

LOLA, ¡por lo que más quieras! Qué es eso de que yo quiero hacerme la dura, si soy como soy y se puede ver bien pronto. Los que leen por aquí ya se habrán dado cuenta de lo idealista que eres. Además estás hablando de mí como si todavía tuviéramos dieciocho años. Como sigas en esta vena no va a haber otra alternativa que la de borrar tus comentarios. Tendría gracia, nunca lo he hecho en la ya larga vida de este blog.

Mujer, no todo se puede expresar en este medio, dejemos algo para el confesionario.
Tu casa de Portugal…en cuanto me canse del invierno me voy allí a plantar ese árbol.

Anónimo dijo...

Estrella que bonita la foto del arbol con los pajaros. Para los que no tenemos nieve seria un ambiente feliz para las fiestas pero entiendo que estes fastidiada ya que el invierno acaba de empezar. Tambien me ha gustado los recuerdos de tu hermano. Que cantidad de información, yo no sabia que eran las majoletas y los algarrobos pensaba que era comida para los animales. Cuando vuelva a Espania me tienes que decir donde puedo comer esas gachas. Estoy donde mi madre, el lunes de vuelta a las clases.

Lola, si conoces bien a Estrella sabras que es capaz de borrarte esas cosas tan intimas que dices, aunque lleves razon. Feliz anio nuevo. Angela

estrella dijo...

Ángela, ya veo que estás aprovechando las vacaciones hasta el último minuto.
Hablando de nieve : he estado con una amiga de compras, luchando con el hielo en las aceras, y el tema de la tarde - donde quiera que entrábamos- ha sido la nevada que nos espera mañana… Como bien dices, para nosotros, el invierno acaba de empezar y ya llevamos tres respetables nevadas. Menudo aburrimiento.
Me pregunto si volverán los pájaros, todavía les queda un buen festín en el árbol.
Dale un abrazo a tu madre de mi parte.
Y sí, Lola me conoce.

Anónimo dijo...

Gachas, migas con torreznos, higos secos con nueces, roscón de reyes con chocolate y nata ... y luego a fruta tres meses para intentar caber por las puertas.
Siento el mensaje tan prosaico, pero me he levantado con la sana intención de controlar el asunto de la comida y solo con la intención, ya me estoy obsesionando. Que cosas.

estrella dijo...

Eso es lo que faltaba en las migas de la foto, los torreznos. No nos olvidemos de la morcilla de Burgos, o las murcianas. Prima, recuérdamelo la próxima vez que me veas.

Unknown dijo...

Hola.
Pues las personas a las que les gustan los árboles y los animales con la pasión que pones tu tienen que ser forzosamente de buena pasta, así que Lola y tu prima deben llevar mucha más razón respecto a tu generosidad que la que tu les concedes, Chiqui.
A mi me admira la dedicación con la que has cuidado un arbolillo birrioso, aun pesando que perdías el tiempo y aun a costa de reventar tu espalda.
Pero también creo que eso de esforzarte tanto en una causa que de antemano das por perdida se debe fundamentalmente a romanticismo. Esa dedicación tan amorosa al que supones condenado sin esperanza es una actitud muy romántica, o sea que yo matizaría el comentario de tu prima, porque sin quitarle la razón en general (que ella te conoce más) considero que en este caso la hazaña tuya con el árbol no se debe tanto a la intención de salvarlo como a la de mimarlo en su previsible corta y esmirriada vida.
¿Te reconoces una romántica empedernida o también me vas a borrar por decirlo?
Buenas noches

estrella dijo...

Feliz año nuevo, Prozac.
Romántica lo he sido… pero creo que Lola, mi prima y tú me ganáis!!!

Os ha confundido el estilo literario con que está contada la historia. Podría simplemente haber dicho que, después de dos años, me plantaron un árbol “birrioso” y si lo dejaba morir el Ayuntamiento tardaría otros dos en llevárselo y dos más en plantar otro ‘hibrido’ ( ya no se plantan robles, arces, hayas…) de los que hoy se plantan en las urbanizaciones americanas. Crecen rápido y un vientecillo se los acaba llevando.
Total, conformarme con lo que había. Es lo que hago todos los días y no hay nada romántico en ello.
Besos a las tres por guapas y cariñosas.

Pero, coño, dejadme de vez en cuando contar una historia bonita sin colgarme condecoraciones.

Anónimo dijo...

Chiqui, Feliz cumpleaños, me lo acaban de recordar. Espero que no me borres a mí tampoco. Con cariño.Camelot

http://www.youtube.com/watch?v=1AJDCeoqLvo&NR=1

estrella dijo...

Bonito, Camelot. Gracias a quien te lo haya recordado. No celebro mi cumpleaños así que poca gente sabe cuando es, sólo los muy allegados.
Por suerte, nunca he borrado el comentario de nadie.

Unknown dijo...

Pues muchas felicidades Chiqui. Está bien cumplir años, a mí me gusta... todavía.
Un beso

estrella dijo...

Gracias Prozac, mientras haya salud siempre me gustará cumplir años. No cumplirlos es lo peor que puede pasarle a uno. Un abrazo

Elvira dijo...

Chiqui, qué estupenda historia la de tu árbol y tú. Lástima que aún no conpozcas su nombre: un amor sin nombre y tan silencioso como es ese arbolito... Una pena, ¿no? Arbol de Judea no es, ya que sus flores son blancas, aunque sí aparecen en florescencia, en racimitos. ¿Será una Paulovnia? No creo, ya que las hojas de la paulovnia son enormes. Tendrías que averiguarlo ¿no crees? En cuanto a los pájaros: ¿era el pájaro azúl que viste del tamaño de un mirlo o más? por que podría tratarse de un blue jay, ¿no? Me encantaban esos pajarazos cuando estuve en los USA. Y los cardinal; ¿no hay cardinals en Boston? Un petirrojo creo que es una de las criaturas más lindas del mundo. El que aparece en la primera foto del arbolillo feliz, creo que podría ser un chochín, pajarito pequeño, de pico largo y fino y cola siempre empinada, alegremente.
Descuida, querida amiga, que por mucho que nieve, los pájaros volverán a por sus ricas bayas. Creo que Gea te ha premiado con ese regalo de Reyes por tu buen corazón. ¡Viva la compasión de Chiqui! gritan las criaturas del jardín. Y yo, con ellas.

estrella dijo...

Bueno Elvi, menuda regañina le he metido a Lola, a mi prima y a Prozac…por lo de la compasión… no has leído los comentarios.

Efectivamente era un blue jay, no encontré traducción al español. Lo de ‘bayas’ me parecía que no lo entendería la mayoría de los lectores; tú sabes mucho de todo, guapa. El árbol, ni idea. Es una especie de hibrido, se ve con frecuencia en las nuevas urbanizaciones. Cuando se derritan las nieves se lo preguntaré a mi vecina, ella es la encargada de comunicar al Ayuntamiento los problemas de la calle. Y sí, claro que se ven cardinals, pero en el verano, cuando vienen a una fuentecilla que tengo en el patio de atrás a refrescarse. Una birria de fuente… comparada con tu molino!

Bien sabe Gea los sudores que dejo, aunque debe notar la pocas ganas que le echo a la tarea.