[…] luego estaba aquel compañero a quien tanto cariño le teníamos las chicas. Presumía de llevarse mejor con las mujeres que con los hombres. Yo de lo opuesto, nos complementábamos en eso. Pero cuando llegaron las insinuaciones y preguntas sobre “qué sabes tú" de esto o lo otro? , la necesidad de “comparar para apreciar y distinguir”, las miradas lánguidas, los suspiros, las caras de niño mimoso, decidí que había llegado la hora de hacerme la tonta y no darme por aludida. Sólo quería su amistad, si es que era posible entre hombre y mujer: en aquellos años eso todavía se cuestionaba. Yo estaba segura de que podía mantenerse siempre que la atracción física no se interpusiera.
Acabamos la carrera y la vida se encargó de alejarnos durante un largo tiempo, la mejor forma de conservar una amistad. Pero después de varios años, cuando yo volvía a España, empezamos a vernos para tomar café. Algo que hago con todos mis amigos. Así iniciamos la costumbre de los cafés anuales en distintos sitios de Barcelona. Cada vez que quedaba con él notaba que un bullicio de personas nos rodeaba. En una ocasión llevaban cámara y casualmente se hacían fotos en la cafetería en que estábamos; inevitablemente fuimos incluidos…Otras veces, mientras lo esperaba, pasaban tipos con pinta de espías que me miraban de reojo. Pero fue retrospectivamente como empecé a pensar que – primavera tras primavera – cuando volvía a la Ciudad Condal, estaba siendo objeto de un pequeño juego al que no le veía ni pies ni cabeza. A los pocos que se lo contaba, incluido mi marido, me acusaban de fantasiosa, así que dejé de contar. Estas cosas empezaron a resultat un poco incomodas para mí: en una de las últimas ocasiones que lo vi contestó su móvil y terminó la conversación con un: “ mira Pablo es que estoy en un sitio muy raro, luego te llamo”. En un sitio muy raro? Estábamos en Las Ramblas tomándonos un agua mineral!
Acabamos la carrera y la vida se encargó de alejarnos durante un largo tiempo, la mejor forma de conservar una amistad. Pero después de varios años, cuando yo volvía a España, empezamos a vernos para tomar café. Algo que hago con todos mis amigos. Así iniciamos la costumbre de los cafés anuales en distintos sitios de Barcelona. Cada vez que quedaba con él notaba que un bullicio de personas nos rodeaba. En una ocasión llevaban cámara y casualmente se hacían fotos en la cafetería en que estábamos; inevitablemente fuimos incluidos…Otras veces, mientras lo esperaba, pasaban tipos con pinta de espías que me miraban de reojo. Pero fue retrospectivamente como empecé a pensar que – primavera tras primavera – cuando volvía a la Ciudad Condal, estaba siendo objeto de un pequeño juego al que no le veía ni pies ni cabeza. A los pocos que se lo contaba, incluido mi marido, me acusaban de fantasiosa, así que dejé de contar. Estas cosas empezaron a resultat un poco incomodas para mí: en una de las últimas ocasiones que lo vi contestó su móvil y terminó la conversación con un: “ mira Pablo es que estoy en un sitio muy raro, luego te llamo”. En un sitio muy raro? Estábamos en Las Ramblas tomándonos un agua mineral!
En fin, yo pasaba así a la lista de ligues imaginarios de mi querido amigo. De igual manera que él me hablaba de las mujeres guapas, jóvenes e inteligentes con las que salía, yo - sin reunir tan brillantes atributos - le servía para demostrar a otros que a su edad todavía las antiguas amigas seguían locas por él. Estaba dispuesta a seguir el juego, qué tenía yo que perder? Poco pedía de mí este amigo para ser feliz. ¿Pero era feliz?. No creo.
La última vez que lo vi, con la excusa de devolverme un libro que le había dejado el año anterior, fuimos a su casa. No llevábamos allí ni cinco minutos cuando sonó el timbre. El se disculpó y bajó cinco pisos, en vez de abrir con el automático; yo, mientras, paseando mi vista por los lomos de su extensa biblioteca buscando el libro. Agitado volvió a su estudio con el libro en mano y me dijo "anda, vámonos". Me pareció brusco el cambio; habría seguido mirando libros . . .
Entramos en el ascensor en silencio. A la salida del zaguán, ya en la calle, me sentí agresivamente examinada por una mujer de unos cuarenta y tantos. Seguramente la chica de servicio “de hace años”. En sus ojos se leía el mensaje: “intrusa, zorra” […]
21 comentarios:
Chiqui ya tenemos el primer cuento de un libro!(o tienes mas?)
Me dio un frío en el espinazo, será que me lo creí demasiado!
Un relato que pide otro, Chiqui. Ayer leí que en españa hay muchas editoriales que trabajan con cuentos. Aquí va el enlace:
http://www.elcultural.es/version_papel/OPINION/27489/Las_letras_espanolas_viven_del_cuento
¿De dónde has sacado esa foto gastronómica? ¡Qué buena idea!
Eve y yo estamos viendo, seguidas, "él" de Bunuel y "La vida criminal de Archibaldo de la Cruz", del mismo. Tu relato sobre el que acabo de caer, entra "en fase" con esos misterios del alma masculina, en los que cualquier artista se puede sentir reflejado, por poco sensible que sea a la magica profundidad de los espejos.
Tengo que decirte que estoy muy conmovido por este nuevo giro del blog (y de golpe veo que te tuteo, caramba).
Que ese no soy yo, vivo en Miami y no soy artista, pero hubiera hecho lo mismo que tu amigo solo para que me hubieras escrito una cosa tan linda. Si Chiqui, danos mas de esto. Vaya final.
Pero bueno, que acogida más buena le habéis dado a mi ‘muy sensible’ amigo. Y pensar que escribí esto porque no tengo tiempo para poner algo sobre una interesante exposición que vi ayer.
Sí, Amalia, el final del relatito también me asustó a mí!
Lo de publicar, Elvi y Amalia, no lo entiendo. Para mí cada cosa que sale en el blog – aunque la mayoría son idioteces - está publicada ya. Para eso es el blog, para salvar a unos cuantos árboles. No quisiera participar del basural de libros que se publican continuamente. El libro está para las obras de arte del pensamiento. No podeis No estar de acuerdo conmigo.
Claro, Manuel como bien dices: “esos misterios del alma masculina, en los que cualquier artista se puede sentir reflejado, por poco sensible que sea a la magica profundidad de los espejos.”
Te dejo un regalito en el blog de Elvi, Cartas de mi molino.
Tex, no te preocupes que , aunque me cuesta mucho escribir ficción, uno de estos días te dedicaré una historia linda. Espero.
Elvi, me alegro que te guste la raspa. La saqué de google; iba buscando algo que conectara con la historia y , ahí está, le va que ni pintao, verdad?
La perspeectiva es femenina, en el relato, y el varón está vacío o sale mal parado... Habría que intentar camnbiar perspectivas.
Verdad verdadera, Chiqui. Esta rodaja de vida me ha dejado pensativa. Tienes una manera de contarlo...
Elvira, nos quedaremos sin saber el fondo de ese varon. Seguramente estaria bien que Chiqui y usted hablasen de esas cosas, no puede sino animarla a seguir escribiendo como hoy "de verdad".
En cuanto a los relatos de infancia, he leido el primero; pero soy demasiado joven antes de los cuarenta que tendré este verano como para recrearme con recuerdos tan lejanos.
La perspectiva es sujetiva y por tanto femenina ya que lo cuenta una mujer, pero no feminista - en el sentido de querer defenderse y dejar mal al sujeto descrito. Hay un intento de alejamiento y objetividad, de ahí la brevedad de lo narrado que de otra forma daría para varias páginas, si uno quisiera.
No sé, eso es lo que salió, no lo planeé y dejaría de escribir si tengo que analizar lo escrito. Pero veo que ayuda, desde un punto literario. Pero no intentaba hacer literatura…
Pablo, lo anterior iba para ti!
Manolito, no me presumas de joven. Con todo lo que sabes de los clasicos...me refiero a los griegos!
Ya esta. No presumo mas. Usted me tiene derechito como una vela, Chiqui. Y si no, me da un par de azotes.
Yo tambien recuerdo una pareja campestre en las montagnas granadinas como la de su relato. Pero todos esos recuerdos me vienen desordenados.
Pero Manuel, de vuelta al usted? Tienes una relación conmigo un poco disléxica…
Me imagino que tu tendrás recuerdo vívidos de tu niñez, como los míos. No todo lo recordamos así, será la intensidad con que lo vivimos.
No quisiera yo ser ese amigo, no vaya a ser que chiqui me deje como esa foto, muy artistica pero un poco preocupante.
Pero estoy de acuerdo, sigue con lo que llaman escribir "de verdad".
Tadeusz, muy gracioso! Escribir de 'verdad', como si fuera fácil. Hay que tener algo que decir primero. Besos
Acabo de volver de un viaje a Canadá y New Brunswick y voy poniéndome al día con el blog, Chiqui. Me encanta esta historia que empieza y acaba con puntos suspensivos, por lo sucinta, lo aguda... y lo verosímil. El amigo ficticio (¿?) es lo que llamaríamos en Minnesota un “jack ass” o un "dud". El detalle que das al final del relato —la mirada de la “chica del servicio” – lo dice todo.
¿Barcelona?. ¿No es Madrid donde va usted en primavera?
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