A mediados de los ochenta visitamos a Vicente y Sole en su piso de la Ciudad de los Periodistas en Madrid. Sus hijos eran niños y los nuestros más niños todavía. Pasamos una tarde en familia; así nos hicieron sentir. Exquisita comida, rodeados de objetos de impecable gusto y buena conversación. Mis chavales disfrutaron de la piscina de la castiza urbanización, a la que yo --en mis tiempos de estudiante de Ciencias de la Información--había vislumbrado como posible paradero permanente en un futuro no muy lejano. Al despedirnos me acerqué a un pequeño cuadro que me había llamado la atención. Vicente me dijo que era de él y, ante mi asombro, y probablemente el de Alejandra, lo descolgó y me lo regaló. Yo no me hice de rogar... quizás eso de "¿estás seguro?", mientras pensaba dónde lo colgaría una vez de vuelta a Boston.
Era esa una época donde el escritor ya jugaba con el color y la forma; conformándose con la expresión minimalista que ustedes pueden ver en este regalo. Me hipnotiza la raya vertical en un verde de "lima y limón" que interrumpe el pensamiento de un azul añil tirando a turquesa. ¿Quién necesitaría más?
Definitivamente, el artista. Nunca conforme, experimenta y se renueva-- o retrocede, sin darse cuenta-- en la búsqueda de lo que cree le completa. Así es cómo en los últimos años Vicente Verdú se ha dedicado a invadir espacios enormes con colores inusitados en formas que sólo el que los observa descubre qué son o lo que quiere que sean.
Mientras yo me pierdo en este pequeño cuadro hecho con óleo en barras sobre un fondo acrílico, ustedes lo pueden hacer en una jungla, si así lo desean, visitando la exposición
El cuerpo del color, donde nuestro querido y polifacético artista muestra 15 óleos, en el Taller Arambarri. Arrieta, 11. Bajo izquierda. Hasta el 14 de enero.
Tuve la suerte de tener un rápido "private viewing" la primavera pasada y lo que sí les puedo anticipar es que despojen esas paredes de colores mustios para darles nueva vida, si los precios del artista se lo permiten!
Les dejo con uno de mis textos favoritos del escritor.
EL DÍA ACIAGO
Vicente Verdú
Hay días en que, sin ninguna razón aparente, se vive con un rencor general. Las circunstancias no presentan grandes variaciones respecto a días anteriores e incluso en relación a unas horas antes y, sin embargo, el escenario despide un aire hostil, tan difícil de concretar como efectivo.
En esas tesituras, donde resultaría muy arduo encontrar al adecuado culpable, el mundo entero queda condenado por el desánimo que padecemos. Prácticamente no se logrará salvar a un sólo elemento o al suficiente número de factores que nos procuren, aún selectivamente, el pequeño consuelo que nos niega la totalidad y de cuyo acoso no hallamos la menor explicación. O, más todavía: la explicación consiste acaso en la falta de una mínima voz que nos nombre y nos ame. Porque el centro de la hostilidad procede de la cósmica ausencia de nominación personal o, exactamente, del insoportable anonimato. Este máximo padecimiento coincide con sentir, de golpe, la inanidad, constatar algo semejante a haber desaparecido para los demás y desembocar en el convencimiento, sin razón aparente, de que el mundo nos ignora.
En ese día, la aflicción coincide con una suerte de impalpable afrenta y la clase de afrenta no es otra que haber sido borrados, haber quedado sin rostro o poseer un rostro tan descaracterizado que no convoca ninguna atención, no suscita el interés de los demás que evolucionan impasibles y desasidos de nosotros. Liberados, por un lado de nuestro ser y despojándonos, a la vez, de toda materia, volumen o densidad real.
Es decir, los demás nos matan sin hacer nada. O, precisamente, nos matan porque no nos hacen nada. El rencor en que entonces nos vemos sumidos responde a la visión de no reconocernos amados en la acción de los demás que es donde se cuece nuestra consistencia. El pan y la sal de estar aquí.
En esas tesituras, donde resultaría muy arduo encontrar al adecuado culpable, el mundo entero queda condenado por el desánimo que padecemos. Prácticamente no se logrará salvar a un sólo elemento o al suficiente número de factores que nos procuren, aún selectivamente, el pequeño consuelo que nos niega la totalidad y de cuyo acoso no hallamos la menor explicación. O, más todavía: la explicación consiste acaso en la falta de una mínima voz que nos nombre y nos ame. Porque el centro de la hostilidad procede de la cósmica ausencia de nominación personal o, exactamente, del insoportable anonimato. Este máximo padecimiento coincide con sentir, de golpe, la inanidad, constatar algo semejante a haber desaparecido para los demás y desembocar en el convencimiento, sin razón aparente, de que el mundo nos ignora.
En ese día, la aflicción coincide con una suerte de impalpable afrenta y la clase de afrenta no es otra que haber sido borrados, haber quedado sin rostro o poseer un rostro tan descaracterizado que no convoca ninguna atención, no suscita el interés de los demás que evolucionan impasibles y desasidos de nosotros. Liberados, por un lado de nuestro ser y despojándonos, a la vez, de toda materia, volumen o densidad real.
Es decir, los demás nos matan sin hacer nada. O, precisamente, nos matan porque no nos hacen nada. El rencor en que entonces nos vemos sumidos responde a la visión de no reconocernos amados en la acción de los demás que es donde se cuece nuestra consistencia. El pan y la sal de estar aquí.
Don Vicente, que el Azar le depare reconocimiento y amor hasta el último día... aunque no venda ni un cuadro... Pero ya sé que ha vendido varios.
Hasta siempre.
Hasta siempre.
25 comentarios:
Gracias, Chiqui, por este anuncio con ilustración. Es magnífico el cuadro que abre la entrada que, supongo, es el regalo de VV.
En cuanto a esa sensación rencorosa de que habla en el artículo, creo que tiene que ver con los sueños. Un sueño fastidioso o malo del que no se acuerda al despertar pero que influye en el día aciago. Un asunto de peso ese de los sueños, al que prestamos poca atención.
Es cierto, Elvi. Suelo tener pesadillas - casi siempre las mismas - y cuando ocurre, aunque las entiendo, inicio el día de mal humor. Lo que no me he fijado es si durante el día me olvido y cambia mi actitud.
Sí, el de arriba es el regalo. Lo que hace ahora es bien distinto, al menos lo que he visto. Esta pieza la pienso subastar algún día, cuando se haga famoso, y comprarme un apartamentito en Madrid para pasar los inviernos.
Ya llevamos varios días grises y aunque no hace frio, es el presagio de la falta de sol de invierno en esta ciudad. Aguanto el frio pero la falta de luz acaba con mi ánimo...Los nuevos cuadros de Vicente serían apropiados para climas como éste.
Pues a mí es el frio lo que no aguanto. Vaya que si no dices nada ni me entero que en invierno hay poco sol en Boston. Los colores del poster son alegres, parecen plumas de pájaros exóticos. No tienes más fotos?
¿Y yo puedo usar ese cuadro para mis propias aventuras? Creo, en efecto, que tiene manera, tiene estgilo, aunque nos resulte "demodée".
Cuanta alma tienen las paredes de tu casa... Enhorabuena.
Gracias por el bonito texto sobre los días o "El día aciago".
Esos días siempre me recuerdan los versos sencillos de Adília Lopes:
Quando estou contente
amo toda a gente
Quando estou triste
tudo me resiste
(de "Le vitrail la nuit. A àrvore cortada", 2006)
Friolera, siento haber mencionado los cielos grises de Boston. Olvídate de ello. Es mejor ser miope que tener vista larga.
Sí, tengo otras dos imágenes y si tengo tiempo las pongo esta noche.
Pingüino, depende de cuales sean sus aventuras. Generosa soy pero no me desprendo fácilmente de lo que me gusta ni de los buenos recuerdos.
Sofía. Siempre con esas poesías tan sencillas y tan verdaderas. Quizás sea en la sencillez donde algunos encontramos lo que nos complementa. Creo que somos espíritus parecidos.
A Vicente Verdu lo puedes leer en los Blogs de El boomerang. Aunque su estilo ha cambiado en estos últimos años.
http://www.elboomeran.com/blog/11/blog-de-vicente-verdu/
Pero creo que el autor que te va a encantar es Rafael Argullol.
http://www.elboomeran.com/blog/2/rafael-argullol/
Te recomendaría a otros pero, claro, quién tiene tiempo de ir de blog en blog...pero no está mal tener unos cuantos (que ya tendrás) así, si alguno de tus blogueros se pone pesado, siempre puedes buscar algo diferente que te levante el espíritu.
Uf, me pasé con los consejos de abuelita...
Gracias por tus sugestiones blogueras, Estrella!
A link for change - The OpenCourseWareConsortium (OPW): http://www.ocwconsortium.org/aboutus/abouttheocwc
Sofía, excelente enlace el que mandas. De vuelta a la escuela, eh? Qué más quisiera yo! No me he atrevido a entrar porque me imagino que debe de haber un increíble filón de cosas interesantes que aprender. Hace un año lo habría hecho, pero por ahora he vuelto al aula en calidad de profe y no me queda tiempo de aprender. Lo pongo en mis "favoritos" ; el próximo semestre es muy probable que no enseñe y podré volver a hacer de mi capa un sallo!
Chiqui te digo la verdad: me gusta el que te regaló, pero el del afiche no. Me resultan demasiado toscos los trazos.Hechos con garra pero sin sangre, no sé si me explico.
Amalia, lo que hace ahora es muy distinto pero no te puedes guiar por el cartel solamente. Aqui te dejo un enlace de otra de las piezas.
http://www.noticias.com/original/el-escritor-vicente-verdu-ante-el-lienzo-en-blanco.771537
Claro, el de arriba es unico.
Me gustan estos cuadros precisamente porque evocan lo contrario de lo que expresa Verdú en su texto sobre los días aciagos. En todo caso, la invisibilidad de la que habla y que imputa a los demás, suele salir de dentro y eso es muy díficil de combatir. Si esperamos a que los otros nos vean para darnos consistencia, apañados vamos. Si quieres que te miren, no hay que pasearse por ahí llorosos y cabreados con el mundo. Se mira uno al espejo, se sonríe uno y se dice uno lo que vale uno. Luego se va uno a la calle con la sonrisa puesta y se conforma uno con que alguno le desee un buen día...
El amor es otra cosa.
¡Madre mía! Parezco un libro malo de autoayuda.
Prima, cómo me he reído con tu comentario! Te estás haciendo vieja!
Anda que si vivieras aquí; te enterarías de lo que es "no mirar a nadie". Con decirte que si por casualidad se cruzan las miradas en la calle - de año en año - la gente te saluda con una sonrisa cortes! Por aquello de romper la tensión que se crea. Cada vez que voy a España rejuvenezco 10 años. Debería ir más a menudo.
Chiqui, has visto algun episodio de la nueve serie?. Le han copiado a tu amigo el cuadro que te regalo. Fue lo primero que pense cuando lo he visto.
http://www.youtube.com/watch?v=_Zbet1m-pGY&feature=related
Otra de autoayuda, la famosa frase murciana de "tres pepinos me se dan", así, mal dicha y todo, es estupenda para levantarse el ánimo.
Y si no da resultado, un buen lingotazo de algo bueno.
Voy a poner un consultorio.
Prima, estoy de acuerdo con lo del contraste entre la pintura y la escritura. Hace rato que dejé de leer el blog de Verdú. No es que no me guste cómo escribe, pero hay algo que me choca. No sé, tal vez es que está demasiado presente su persona ( su ego, para seguir con el tono de autoayuda). COmo si no dejara un lugarcito para el lector en lo que escribe. En realidad en eso concuerda con su pintura; siento que no tiene ninguna grieta por donde pueda entrar como expectadora. Lo cubre todo Él.
Esto es una impresión, un primer impacto al ver dos imágenes por internet,claro,con alto contenido de subjetividad.
Querida Amalia, a eso lo llamo yo tener sensibilidad y buen tino. Me parece que has captado a VV. Hace muchos, muchos años sólo apuntaba bigotillo pero ahora es el desaliento con patas.
Sí Amalia. Totalmente de acuerdo contigo. A mí me ha dado la misma impresión, aunque reconozco que siento debilidad por cualquier expresión de color, más o menos explosiva e, incluso, tan abigarrada como la de las dos últimas muestras.
Nunca hay suficiente rojo.
En ninguna parte.
Y lo que se ve no es buen rojo.
El rojo es mi quimera.
Anaranjado,
creo que el rojo hay que llevarlo dentro para poder luego sacar un buen rojo .
Exacto.
He ahí el problema.
No Problem!
Cambia el orden de los colores en la frase de Picasso!:
Quand je n’ai pas de bleu, je mets du rouge. Picasso Pablo
No hay pintor que haya expuesto y no haya sido criticado. Peor es la indiferencia. Muy interesante vuestro intercambio; pero que conste que el rojo lo usa, que sangre o no eso es otra cosa. No sean tan tiquismiquis que sólo han visto una imagen y media.
In treatment!... me has dado una excusa para mi nueva entrada. Gracias
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