
No es muy común que en una misma familia se den tres hermanos escritores y que hayan publicado simultáneamente. Goytisolo es un nombre que suena mucho y bien, pero sólo los lectores que se alimentan de la literatura podrían distinguir entre los tres hermanos: Agustín (1928-1999) Juan (1931) y Luís (1935).
Al caldo, preparado la noche anterior, había que añadirle los mariscos y el pescado, darle un hervor y servirlo caliente. Me retiré del grupo discretamente y fui a la cocina. Unos minutos después Luís me preguntaba por el cuarto de aseo. A su vuelta se detuvo al lado de la hornilla y empezó a comentar el buen aspecto de las vieiras, las gambas, mejillones…Tenemos amigos y conocidos en España que él también conoce; le pregunto si los ve, cómo están, les mando saludos y en poco estamos hablando del ambiente literario en Madrid. Barcelona…Su necesidad de alejarse de la ciudad para escribir, su amor al campo, a la naturaleza. La sopa está hirviendo más de lo que debiera, los amigos en la sala se preguntarán que dónde demonios está el invitado de honor. Yo caigo en la cuenta de que nunca he podido hablar y cocinar, cuando esto ha ocurrido la cena siempre ha sido un desastre. Lo interrumpo con humor y le digo que vuelva a la sala si quiere comer sopa. Lo hace diligentemente.
Ya sentados a la mesa y todos presentes se me ocurre que le he podido dar la falsa impresión de que conozco su obra, cuando sólo he leído algunos de sus ensayos y artículos periodísticos. Le digo en voz alta que, de los tres Goytisolo, él es al que menos he leído… Añado - porque es verdad - que es el más guapo de ellos. Elvira se ríe y creo que a Luís no le ha parecido mal el comentario. Mi marido y el resto de los amigos ya están acostumbrados a mis salidas espontáneas. Luís Goytisolo, escritor, hombre, lo siento accesible, casi cercano.
Pero con quien verdaderamente he congeniado es con Elvira. Su naturalidad, su franca sonrisa te hacen sentir que estás con una amiga de hace años. Su contagiosa seguridad da la sensación de que podrías contarle tus zozobras y ella entenderte. Su carrera como periodista - excelente entrevistadora - seguro que le ha dado ‘tablas’, pero no, es lo contrario: es su personalidad lo que la debió llevar a la profesión y no lo que ocurre con frecuencia, que nuestra profesión nos convierte en algo que realmente no éramos.
Quedamos para el día siguiente en la presentación de la obra del escritor que Luís Goytisolo, Elvira y Gonzalo Sobejano tendrán en Boston University. Nunca llegué, debido a un incidente médico que sufrió ese día un amigo y necesitaba atención. Sé que alguno de los lectores de este blog estuvo entre el numeroso público y espero que nos comente el acto.
Al despedirnos, y sé que nos volveremos a ver, le pregunto a Luís cual de sus novelas me recomienda para adentrarme en su narrativa. El se inclina por las de su primera época. Miro a Elvira y le digo que cuál sería la que me permitiría entender mejor, no tanto al autor sino al hombre que acabo de conocer. Ella no duda: Diario de 360º
Ahora, a más de mitad de esta novela - a manera de diario- sé que, como el cangrejo que no quiso pisar Camino, recorreré hacia atrás la obra de este singular escritor hasta llegar a la primera, “Las afueras”. Espero no encontrarme con un ciego que me impida este propósito, como ocurrió a ese cangrejo que Camino intentó salvar.
De Diario de 360º

Sábado 17 de abril. EMPEZAMOS BIEN. Camino: su expresión de gran herbívoro, de ciervo a la vez apacible y alerta, mirando no sólo con los ojos sino encarando con el rostro entero, las pupilas que desviaba mientras escuchaba a su interlocutor, como temiendo que sus palabras mermaran la propia capacidad de prestar atención al contorno. Y las cosas que le ocurrían, que sólo a ella podían ocurrirle. Aquella vez, en el mercado, cuando al pasar ante el mostrador de una pescadería vio moverse con cautela a un cangrejo caído al suelo, alejarse con precaución paso a paso, justo en el momento en que llegaba al puesto un ciego que voceaba la lotería. Camino, temiendo por la suerte del cangrejo, estuvo a punto de detener al ciego, pero el miedo a ofenderle la hizo vacilar. Por suerte el ciego pasó de largo sin rozar siquiera al cangrejo. Y Camino se disponía a recoger el cangrejo cuando el dueño de la pescadería dijo, oye, ¿qué número traes?, y el ciego se dio la vuelta y espachurró al cangrejo, sin que ni tan siquiera le llamase la atención el chasquido que se produjo bajo la suela del zapato.
NOTA: Luis Goytisolo se encuentra en EE.UU en una gira para presentar la traducción al inglés de “360º Diary , traducido por Pamela DeWeese.