La falta de sol en Boston es agobiante para alguien de clima cálido, pero tenemos con frecuencia rayos de luz que compensan los muchos días nublados. En una ocasión oí decir a un conocido que “por aquí pasa to dios”. Efectivamente, si uno tuviera tiempo, la vida cultural de la zona de Boston es de tal riqueza que, si no estuviéramos acostumbrados, también sería agobiante. Algunos, casi pasamos de ella.
Hace un par de semanas tuvimos aquí a la poeta malagueña Maria Victoria Atencia. Ese rayo de luz malagueña casi me lo pierdo, pero ¿cómo podría ser? Quedando Málaga tan cerca de mi tierra natal y siendo Maria Victoria no sólo poeta sino madre, abuela, amante del dibujo (en papel o en linóleo) y de la música…pero sobre todo tan audaz como para haber sacado su licencia de piloto en una época cuando ser poeta - para una mujer- todavía era un atrevimiento…
El profesor Luís Fernández-Cifuentes, que la había invitado a Harvard University, presentó a la poeta malagueña, intentando, primero, situarla en un contexto generacional:
“¿A qué generación pertenece la poesía de María Victoria? Los críticos no parecen estar muy seguros. Comenzó a publicar sus poemas en los años 50 y, por edad, le corresponderá un lugar en esa generación de extraordinarios poetas (Gil de Biedma, Francisco Brines, Angel González, Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez, Valente, Goytisolo, etc.). En una de las antologías recientes de la generación del 50, María Victoria es la primera de la lista y la única mujer. En otras anteriores, no aparece en absoluto.”
Siguió haciendo un resumen de su trayectoria literaria y biográfica, sumamente unidas. Acabó Fernández-Cifuentes con un inspirado apunte sobre cómo sus poemas, de una gran calidad descriptiva, “llevan a su lector de ese mundo descriptible a la inserción de un ‘yo’ que no sólo contempla los objetos, sino que participa de su existencia, se implica en su forma de ser con una fluidez que da al poema otras dimensiones epistemológicas de gran belleza y seducción. Les ofrezco brevemente, para terminar, dos ejemplos que me parecen muy representativos. En un poema de Contemplaciones titulado ‘Un cuadro’, los cuatro primeros versos describen su absorbente presencia: los dos últimos inscriben en el mismo cuadro al ‘yo’ que lo contempla de la siguiente manera:
Puedo decir tan sólo su encuentro en el vacío,
el alto objeto de su tiranía gozosa
sobre el gris de una plata arañada o el asombro
de aquella dimensión mantenida en su plano.
Conozco ahora el secreto: el caballo, la mesa,
la rota flor, el toro.
Yo sostengo la lámpara.
Habrán reconocido al Guernica de Picasso en esa descripción; si recuerdan el escorzo del brazo que se alarga interminablemente con una lámpara, no podrán dejar de admirar la figura de continuidad con que el yo se incorpora a ese brazo que a su vez está entrando por una ventana en el mismo cuadro.”
Tuvimos la suerte de pasar unas horas con Maria Victoria, su hija Victoria y el marido de ésta, Javier. Un grupo de ‘turistas’ ejemplares. Maria Victoria se encaramó en un Land Rover donde yo subo con dificultad y dimos una vuelta al Cambridge literario. Primera parada: 15 Gray Gardens West, la hermosa casa donde Jorge Guillen vivió con su hija Teresa durante años, ocupada hoy por un premio Nobel. Luego los barrios típicos que rodean la Universidad de Harvard…La casa y jardines de Longfellow… Bajando el río Charles llegamos a MIT donde el interés era ver el edificio de Geary; por fuera por dentro…admirable pero, ¿habitable? María Victoria no encontraba su ‘yo’ en el cemento y los espacios industriales sin industria (¡estas son impresiones mías!) de ahí, ya tarde, con un vientecillo frío llegamos a la Biblioteca de Boston. Quería enseñarles a estos finos y cariñosos malágueños los murales de John Singer Sargent y Edwin Austin Abbey; las bóvedas del catalan Rafael Guastavino ……y el elegante y cálido (en su color) mármol de la señorial escalera. Mirando a su alrededor, echando una breve ojeada a las salas de lectura, Maria Victoria dijo “¡Esto sí…!” Mujer de pocas palabras, como todo buen observador y generoso interlocutor. Os dejo co un par de mis poemas favoritos y otros enlaces a su poesía.
SAZÓN
Ya está todo en sazón. Me siento hecha,
me conozco mujer y clavo al suelo
profunda la raíz, y tiendo en vuelo
la rama, cierta en ti, de su cosecha.
¡Cómo crece la rama y qué derecha!
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo
de vivir y vivir: tender al cielo,
erguida en vertical, como la flecha
que se lanza a la nube. Tan erguida
que tu voz se ha aprendido la destreza
de abrirla sonriente y florecida.
Me remueve tu voz. Por ella siento
que la rama combada se endereza
el fruto de mi voz se crece al viento.
De Cuatro sonetos (1955) y Arte y parte (1961)
LAS AUSENCIAS
Inútilmente vais a esperarme; no soy,
no, no soy vuestra huérfana, muertos míos recientes,
aunque creáis dejarme aquí desasistida.
También acrece fuerzas la soledad:
No será vuestra ausencia el tirón que aguardaba.
Mas llegará el momento
Después de que en el hueco de mis manos
Tan sólo quepa un sorbo amargo de café.
De Las contemplaciones (1997), Premio Nacional de la Crítica
Hace un par de semanas tuvimos aquí a la poeta malagueña Maria Victoria Atencia. Ese rayo de luz malagueña casi me lo pierdo, pero ¿cómo podría ser? Quedando Málaga tan cerca de mi tierra natal y siendo Maria Victoria no sólo poeta sino madre, abuela, amante del dibujo (en papel o en linóleo) y de la música…pero sobre todo tan audaz como para haber sacado su licencia de piloto en una época cuando ser poeta - para una mujer- todavía era un atrevimiento…
El profesor Luís Fernández-Cifuentes, que la había invitado a Harvard University, presentó a la poeta malagueña, intentando, primero, situarla en un contexto generacional:
“¿A qué generación pertenece la poesía de María Victoria? Los críticos no parecen estar muy seguros. Comenzó a publicar sus poemas en los años 50 y, por edad, le corresponderá un lugar en esa generación de extraordinarios poetas (Gil de Biedma, Francisco Brines, Angel González, Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez, Valente, Goytisolo, etc.). En una de las antologías recientes de la generación del 50, María Victoria es la primera de la lista y la única mujer. En otras anteriores, no aparece en absoluto.”
Siguió haciendo un resumen de su trayectoria literaria y biográfica, sumamente unidas. Acabó Fernández-Cifuentes con un inspirado apunte sobre cómo sus poemas, de una gran calidad descriptiva, “llevan a su lector de ese mundo descriptible a la inserción de un ‘yo’ que no sólo contempla los objetos, sino que participa de su existencia, se implica en su forma de ser con una fluidez que da al poema otras dimensiones epistemológicas de gran belleza y seducción. Les ofrezco brevemente, para terminar, dos ejemplos que me parecen muy representativos. En un poema de Contemplaciones titulado ‘Un cuadro’, los cuatro primeros versos describen su absorbente presencia: los dos últimos inscriben en el mismo cuadro al ‘yo’ que lo contempla de la siguiente manera:
Puedo decir tan sólo su encuentro en el vacío,
el alto objeto de su tiranía gozosa
sobre el gris de una plata arañada o el asombro
de aquella dimensión mantenida en su plano.
Conozco ahora el secreto: el caballo, la mesa,
la rota flor, el toro.
Yo sostengo la lámpara.
Habrán reconocido al Guernica de Picasso en esa descripción; si recuerdan el escorzo del brazo que se alarga interminablemente con una lámpara, no podrán dejar de admirar la figura de continuidad con que el yo se incorpora a ese brazo que a su vez está entrando por una ventana en el mismo cuadro.”
Tuvimos la suerte de pasar unas horas con Maria Victoria, su hija Victoria y el marido de ésta, Javier. Un grupo de ‘turistas’ ejemplares. Maria Victoria se encaramó en un Land Rover donde yo subo con dificultad y dimos una vuelta al Cambridge literario. Primera parada: 15 Gray Gardens West, la hermosa casa donde Jorge Guillen vivió con su hija Teresa durante años, ocupada hoy por un premio Nobel. Luego los barrios típicos que rodean la Universidad de Harvard…La casa y jardines de Longfellow… Bajando el río Charles llegamos a MIT donde el interés era ver el edificio de Geary; por fuera por dentro…admirable pero, ¿habitable? María Victoria no encontraba su ‘yo’ en el cemento y los espacios industriales sin industria (¡estas son impresiones mías!) de ahí, ya tarde, con un vientecillo frío llegamos a la Biblioteca de Boston. Quería enseñarles a estos finos y cariñosos malágueños los murales de John Singer Sargent y Edwin Austin Abbey; las bóvedas del catalan Rafael Guastavino ……y el elegante y cálido (en su color) mármol de la señorial escalera. Mirando a su alrededor, echando una breve ojeada a las salas de lectura, Maria Victoria dijo “¡Esto sí…!” Mujer de pocas palabras, como todo buen observador y generoso interlocutor. Os dejo co un par de mis poemas favoritos y otros enlaces a su poesía.
SAZÓN
Ya está todo en sazón. Me siento hecha,
me conozco mujer y clavo al suelo
profunda la raíz, y tiendo en vuelo
la rama, cierta en ti, de su cosecha.
¡Cómo crece la rama y qué derecha!
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo
de vivir y vivir: tender al cielo,
erguida en vertical, como la flecha
que se lanza a la nube. Tan erguida
que tu voz se ha aprendido la destreza
de abrirla sonriente y florecida.
Me remueve tu voz. Por ella siento
que la rama combada se endereza
el fruto de mi voz se crece al viento.
De Cuatro sonetos (1955) y Arte y parte (1961)
LAS AUSENCIAS
Inútilmente vais a esperarme; no soy,
no, no soy vuestra huérfana, muertos míos recientes,
aunque creáis dejarme aquí desasistida.
También acrece fuerzas la soledad:
No será vuestra ausencia el tirón que aguardaba.
Mas llegará el momento
Después de que en el hueco de mis manos
Tan sólo quepa un sorbo amargo de café.
De Las contemplaciones (1997), Premio Nacional de la Crítica