Sigo en Madrid, para los que os
preguntáis si he vuelto a Boston ya. Me quedan unos días más. ¿Por qué no escribo
nada? A veces cuando menos se dice es cuando más se
podría contar…pero se está demasiado absorto en vivirlo. Casi una
semana aquí y hoy no sabía si era lunes o miércoles; he comido con mi tía
y me dice que es martes. Las dos sufrimos de un largo jetlag. Solo contándole
lo que hice anoche hemos llegado a la conclusión de que ayer fue domingo.
Y ayer quedé con una antigua
amiga de bachiller, nos vemos cada dos o tres años. Cuando llegué a la terraza
de Embassy me recibió haciendo oleadas con el pañuelo. En un principio no la
reconocí porque iba buscando a una persona y la del oleaje estaba
acompañada de otra que me daba la espalda. A el “¡María Estrella!” no me quedó
duda. La chica , sentada de espaldas no se levantó, ni siquiera volvió la
cabeza; al acercarme a la mesa me di
cuenta que se trataba de una sorpresa.
No habíamos visto a Mari Carmen
desde COU. Perdimos su pista y ni con los adelantos de la Red la habíamos
podido localizar. Esperando que ella iniciara la búsqueda, Elena y yo nos dimos
por vencidas hace un par de años. Como esta historia daría para varias páginas,
la voy a resumir y algún día la contaré bien desde un principio (Sevilla, 1973)
hasta el sorprendente encuentro de ayer.
La trayectoria de mi amiga
Mari Carmen ha sido bastante paralela a la mía. Se casó –dos años después que
yo--con un americano-- y fue a parar a California. Tiene dos hijas
-- mas jóvenes que los míos – y enseña inglés como lengua
extranjera. En el 2004 Mari Carmen, en su segundo matrimonio, llegó a
Chicago…ese mismo año yo dejé Chicago para volver a Boston!
Lo extraordinario de anoche fue el
contraste de los recuerdos de esos años de bachiller. En la selectividad
de la memoria andábamos por caminos muy distintos. Mari Carmen me dijo que yo
le aconsejé en sus asuntos del corazón. Ella estaba “colá” por un chaval que no se aclaraba y la traía “por la calle de la
amargura” . Era el único que se había “fijao”
en ella y como-- según ella-- yo le había “pasao”
las Rimas de Bécquer (!) decidió que
este era el “destinao” (25 años en la
USA y no se le ha ido el acento sevillano, gracias a Dios). Pero el tal Julio
solo quería “jugá” con la que se le pusiera delante y dejó de hacerle
caso antes de que nada hubiera empezado. Según mi querida amiga, yo le dije que
lo ignorara pero que se comportara, siempre que saliera a la calle, como si él
la estuviera observando (!) o sea, como si quisiera enamorarlo, conquistarlo…
Ahí empezó su éxito con los hombres. Le salieron más pretendientes que “pelos en el
bigote”, y así “se enreó” con el
marino de Rota que se la llevó a San Diego y luego –cuando no aguantó la “soleá”
porque viajaba mucho— con el profesor de primaria de su hija con quien
se mudó a Chicago.
Ni que decir tiene que no me
acuerdo de tan descabellados consejos… Pero la cosa no acaba aquí: con el éxito
que había tenido en cuestiones de amor, Mari Carme decidió, en
momentos difíciles, preguntarse qué haría yo…y seguir mi “forma de ser”.
¿Será por eso que se casó con un
americano, tiene dos hijas, enseña, vive en Chicago…y se muere por volver a
España?
Anoche pensé que me estaba tomando
el pelo, pero al final la tuve que creer.
Y digo yo ¿por qué no seguiré yo
esos – “mis propios”-- consejos…los del corazón? porque a mí no me miran ni los perrillos de mi tía. Aunque no sea un Julio fogoso, me conformo con un cálido otoño.
Habrá que consultar a Mari
Carmen.