viernes, octubre 29, 2010

La española cuando besa...

Que a veces no nos podemos quitar de encima una tonadilla, es cierto; pero que esa tonadilla sea una canción que escuchaba tu abuela y que no has oído por décadas, es bastante sospechoso...Así que me he puesto a hacer examen de conciencia de los besos "pecaminosos" que he dado en mi vida. Y vaya, esta niña era tonta o santa, que por entonces estaba de moda...lo de santa.

- El primero está justificado porque me engañaron (nos engañaron) unas gamberras - la hermana y amigas de Manolito. Nos prometían un cartucho de pipas, si nos dábamos un beso. Ni por esas lo íbamos a hacer! Pero era tentador y ellas muy ingeniosas y nos convencieron: ella, la hermana, mantendría un cartón entre la cara de Manolito y la mía. Algo así como si las monjas de clausura miraran por el ojo de la cerradura, pensé yo. Cartón por medio, Manolito y yo lo besábamos cuando la bellaca quito el cartón y nos rozamos las caras. Los dos salimos pitando mientras las zancudas se reían de lo lindo. Así acabó lo que podría haber sido una gran amistad. Bueno, su familia se mudó a Madrid, lo cual ayudó mucho.

El siguiente mal rato que pasé fue años después (la experiencia del primero me dejó traumatizada). Tenía yo una foto en la pared de mi cuarto de Cuqui , uno de los protagonistas de "77 Sunset Strip" . Una de esas tardes en que no me salía la traducción de latín, lo miraba fijamente y se me ocurrió besarlo. Todo fue uno, poner el morro en la pared y mi tía abrir la puerta. Cómo se reía! Me quedé paralizada. Ante mi asombro, esperaba que me mandara a confesar, me dio un consejo sabio : " Niña, más vale un feo que lo puedas pellizcar que un guapo atrapado en una foto", más o menos...

Pasaron años de besos imaginarios e imaginados que no sabían a nada...
Y llegó Bécquer:

Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.

Así que empecé a mirar y sonreír con efectos sorprendentes. Gracias a Bécquer mantenía a los chicos a raya, siempre esperando a aquel que 'mereciera' mis besos (guardados a toneladas). El Romanticismo prolongó mi adolescencia hasta...no se lo voy a decir.
Pero tenía que pasar, cada vez era más difícil evitar que un "cualquiera" robara la pureza de mis labios (wow!) A los veinte hice un viaje por los países comunistas del Este y Turquía, Grecia, Italia. El calor era infernal. Yo colgada a mi abanico noche y día.
Salí ilesa de Rumania, donde el guía hizo lo imposible por cogerme una mano, por un beso, qué habría dado por un beso. Cuando se despidió del grupo (jubilados todos menos un par de jovencillas) se le saltaron las lagrimas.

En Estambul había un mocoso que se empeñó, desde el primer día, en cambiarme sus tarjetas postales por el abanico. Hicimos un trato: tenía que esperar hasta el último día de mi visita. Quedó contento y a la puerta del hotel estaba el día de nuestra partida. Como le había prometido, le di el abanico. No acepté sus tarjetas. El chavalín - no tendría más de diez - me pidió un beso. Claro, ¡cómo no se lo iba a dar! Me agaché enternecida y el demonio de niño se colgó a mi cuello como un mono y me beso en los labios. Como pude me deshice de él. Sin salir de mi asombro entré en el autobús. Una buena lección: donde menos espera una salta la liebre (porque refranes tenía de sobra por entonces!)

La cosa se iba poniendo cada vez más difícil de torear: los compañeros de facultad que te cogían por los hombros de forma fraternal...aunque yo sólo tenía un hermano. Un par de ellos que ya tenían novia, por más que los desanimaba volvían a los intentos. Uno quiso cortar por lo sano y decidió no volver a hablarme (estábamos en la misma clase!) La "última" noche que me acompañó hasta Moncloa - llenos de buenas intenciones - me pidió un beso de despedida. Cómo no! le contesté: le acerqué la mejilla mientras él buscaba mis labios, con lo cual nos dimos de narices. Se metió en el metro desconcertado. Yo subí la cuesta a casa pensando en el porqué de la confusión. Pensaba que los besos en la boca no se pedían, se daban apasionadamente cuando menos lo esperabas...las películas, vaya. Pero, en serio, esa experiencia me hizo ver que era UNA imbécil y que jugaba con fuego. Les tenía gran cariño a estos chicos.

Lo remató el que vino en julio desde La Coruña a Sevilla para visitar a una tía, decía (en este caso dejé clarísimo que perdía el tiempo... y que hacía más fresquito en Galicia ) En el coche, cruzando el puente de Los Remedios - íbamos a un pub - me acarició el cuello; me deshice de él bruscamente. Enfurecido me preguntó que si era frígida. Frígida? Ni se me había ocurrido tal posibilidad, que muy bien podria haber sido cierta...Le contesté con desprecio " ¿y no serás tú que no me atraes?". Se disculpo, me dio la razón...
Los coches nos pitaban, iba conduciendo contra el trafico en una calle de sentido único. Esta es una historia triste que no busqué pero que podría haber evitado de no haber sido una ñoña!

Y el "Oh ven, ven tú" de Bécquer nunca llegó, como tampoco le llegó a él; simplemente porque no existe tal cosa. Pero sí conocí a alguien que se tomó su tiempo (casi dos años) un café un día, una llamada telefónica dos meses después, un encuentro no planeado...Y acabó llevándose mi primer beso. Me enteré, que si hay algo que no hay que aprender o practicar, es besar a alguien que te atrae, y ni siquiera tiene que existir ese amor puro que yo buscaba. El se sorprendió pero más sorprendida estaba yo.

Habría que llevar cuidado a partir de aquel momento! Un beso de amor, una española como yo, no se lo da a cualquiera...

Diviértanse con el video.



viernes, octubre 22, 2010

¿Tu número?


No sé cuántos de ustedes conocen la simbología de los números. Los números para mí siempre han sido antipáticos y motivo de ansiedad y disgusto: fechas, más balances negativos que positivos, tallas que suben más a prisa que bajan, los que nos identifican y los del teléfono, que nunca puedo recordar. Para cuando memorizo mi número de teléfono nos cambiamos de casa. Ya que me sé el truco, me niego a aprender el que tengo ahora.
Dolor de pies: durante un tiempo calcé el 39 porque en España no se encontraban zapatos de mujer de la talla 40. Mis primeros zapatos donde mi dedo gordo fue bienvenido los compré en EE. UU. En 1977. Para entonces los pobrecillos habían adoptado una actitud arrogante, siempre con la cabeza erguida, pero realmente lo que hacían era ocultar su humillación. Un 'medio novio' se perdió el gusto de serlo 'entero' por reírse de mi dedo gordo... Pero vuelvo al tema de la simbología.

He conocido en el blog de al lado, donde siempre ganan los buenos, sobre todo si escriben poesía, a un amigo a quien llamo "Don Libra". Me gusta hablar con Don Libra porque me tranquiliza ( soy un manojillo de nervios), me hace sonreír y me hace sentir importante. Qué tontería, ¿verdad? ¿importante? Pues sí, y no en el sentido común y corriente, que es una chabacanería, sino simplemente porque me recuerda que existo para alguien que ni me conoce. Ya me estoy enrollando otra vez!

Pues bien, felicité a Don Libra porque cumplió años el 20 de octubre. A cambio le di mi fecha de nacimiento y mi nombre. Me sorprendió con este bonito análisis:

¡Nombre bonito, Estrella!Pues claro que no se siente usted estrella, aunque podría hacerlo, ¿por qué no? -seguro que para su perro es una constelación entera- pero le pusieron el nombre de Estrella por la que lleva usted en su corazón, no por usted misma.Es la que tenemos ahí y de vez en cuando brilla, otras veces parpadea, a veces está más apagada (la mayoría de la gente la ignoramos y ocultamos con nuestro carácter)... pero está ahí y usted la lleva dentro en el corazón. Tiene que hacerle caso e intentar que ilumine siempre para usted misma.Yo tengo un Estela -que es lo mismo- de apellido de una abuela.Para el santo creo que tiene 11 de mayo, 11 de agosto... y habrá más pero como es el más cercano a su cumple, sería el 11 de mayo, digo yo. ¿Pero, qué se trae usted con el 11?Algo nos oculta.Es el número llamado de las revelaciones.Según el simbolismo Pitagórico, la serie de números del 1 al 10 expresa la suma de todas las cosas en el mundo material.El 11 al ser el inicio de una serie más alta de números, simboliza un plano de conocimientos y realizaciones en un plano superior.Interpretado como Dios (1) añadido al mundo (10), explica el sentido de número de las revelaciones, siendo el signo del conocimiento de Dios, de la entrada en la vida superior.Tendrá que estudiarlo porque, si fuera el caso, usted siempre estaría en un grado superior de conocimiento y entendimiento cósmico mucho más elevado que nosotros, los comunes.Habremos de pedirle consejo en nuestros momentos de inquietud y desorientación.
D.L

No sé lo que pensarán ustedes de todo esto yo me he quedado pasmá! Si lo hubiera sabido antes le habría sacado un poquito de jugo al 11. Fui a Google y me impresionó. Desde luego me identifico más con lo que se dice de este número que con los horóscopos, donde siempre los Capricornios somos presentados como trepas y ambiciosos...Les aconsejo que busquen su número y nos digan qué dice de ustedes. Nos podríamos conocer mejor.

Don Libra, no lo he querido asustar pero con frecuencia - y según el fabricante - en la talla americana de zapatos calzo un 11 en vez de un 10!
La verdad es que no me traigo nada con el 11 pero parece que él se divierte conmigo...
27 de octubre:Y sigue Don Libra.
Puede que lo que nos gobierne se encuentre, en realidad, ordenado y nos parezca capricho aquello cuyo significado no comprendemos.
Gracias por sus nuevos versos borrascosos.
Porque en este cuaderno se trata de números importantes para contar sílabas y cantar la matemática música de la poesía, de "pulir" versos de cifras exactas, del barroco con su simbolismo numérico y de poesía bella y actual que no hace más que contar y calcular para rimar,

de Amjad Nasser,
para Doña Chiqui-Estrella del Once,

Once astros
Por los arcos
Por los palanquines
Por la lengua muerta
De las tribus que se inclinan
Sobre el sauce llorón

Por todo aquello
Tú eres la cautivante
Que se inclina
Sobre la palmera de mi alma
Para que caigan
Emires
Elogios
Y aura rocallosa de la milésima noche
Todavía una noche ...

El 11 al ser el inicio de una sucesión más alta de números, simboliza un plano de conocimientos y realizaciones en un plano superior. Este número debería volcarse hacia los demás como mediador, político, maestro, transmitiendo conocimientos básicos o herméticos. De un numero maestro siempre se espera lo mejor.- ¡Gran tarea tiene, doña Chiqui!-.
Posee la habilidad para transformarse en el ejemplo a seguir, (en el caso de un maestro espiritual, sus enseñanzas). Trata de resolver problemas ajenos a su persona.Desean revelar las bellezas que han visto y conocido. Quieren predicar la necesidad de vivir fiel a los ideales. En el número once existe el idealismo. Generalmente es un soñador, a veces un místico.
Sus palabras claves son Intuición, revelación, invención, poesía, arte, espiritualidad, idealismo, filosofía...
Todo aquel que posee estos números en su nombre o en su fecha de nacimiento deben saber que están dotados con cualidades de líder, guía, asistencia humanitaria, inspiración y revelación que no son dados a la mayoría de las personas. La misión de estos tres números es el servicio caritativo por la humanidad; les son dados exclusivamente a las almas añejas cuyas experiencias las han preparado para ser líderes y maestros. Son números de alta tensión y gran poder, recuerden que mucho se espera de un numero Maestro ya que sin ellos estaríamos totalmente perdidos.
Existen tres clases de números o claves maestras. La misión de estos números esta asignada para que el hombre evolucione, crezca y desarrolle sus potenciales humanísticos. Esta clave nos advierte que quien la tenga debería realizar cosas por los demás, y debería de alguna manera sacrificarse por los más débiles y necesitados.
Es un reto que exige niveles de conducta y comprensión muy altos y severos que no permite desarrollar el egoísmo y la satisfacción personal.
Los números o claves de las que hablamos son el 11, 22, 33.
¡Sin usted, Doña Chiqui, este cuaderno andaría perdido!, ya ve.

... y para otros números,

Siete años, la condesa,
todos siete me esperade.
Si a los ocho no viniere,
a los nueve vos casade.(Romance del Conde Dirlos)

Aunque no se trata de más de siete moradas, en cada una de estas hay muchas, en lo bajo y alto y a los lados, con lindos jardines y fuentes y laberintos. (SANTA TERESA DE ÁVILA: Moradas)

Con siete ayes clavados,
¿dónde irán
los cien jinetes andaluces
del naranjal?
(Federico GARCÍA LORCA: «Camino»,
de Poema del cante jondo)

Con que, gran tarea tengo? Por si fuera poca la que ya me eché hace tiempo, que no me deja vivir en paz por hacerlo todo a medias. Qué es usted, demonio o ángel? Me voy a ver ese 20 suyo...

viernes, octubre 15, 2010

INSTINTO


Eran los años en que a los bebés los traía la cigüeña, los novios "pelaban la pava" y cuando te llegaba el primer periodo, sin decir palabra, te daban un montoncito de paños blancos y te explicaban cómo lavarlos y tenderlos en un sitio discreto donde nadie los viera. Al menos esta fue mi experiencia entre los ocho y los doce años. Las películas de Cantinflas, los cuentos de hadas y los chismorreos de las vecinas: esto último era lo que más me gustaba. Así supe que la vecina de enfrente era una pánfila porque sus tres hijas y los novios pelaban la pava todas las noches al calor del brasero (nunca vi una pluma!) Las vecinas insistían en que no se veía ni una mano encima de la mesa. Empecé a intuir que los novios se calentaban las manos de un modo bien diferente al resto del mundo (porque todo el mundo tenía brasero y mesa camilla) mi imaginación sólo alcanzaba a ver las manos entrelazadas.

Mi mejor amiga por entonces era Pili, hermana de las de la pava. Pili me sacaba un generoso palmo y dos años. La quería mucho, aunque en ocasiones me hacia sufrir con sus aires de superioridad. Lo sabía todo, se reía de mis simplezas, llevaba medias y sus hermanas le cardaban el pelo, lo que la hacía mucho más alta que yo. Los chicos del barrio la miraban; yo sufría por ellos, ella no se dignaba a devolverles la mirada. Nunca sentí envidia porque sabía que todo eso me tocaría a mí en dos años.

Vívidamente recuerdo dos ocasiones que merece la pena contar. La primera fue cuando observé que una pelusilla empezaba a cubrir mi pubis. No me alarmé, mi instinto me decía que era algo normal...pero ¿Cómo de normal? ¿No era demasiado pequeña para que estas cosas me pasaran? Pili, mayor que yo, me podría sacar de dudas.
Después de unos agonizantes meses, llena de temor y vergüenza le enseñé mi secreto. Sus ojos, ya de por si saltones y rojizos, se abrieron llenos de asombro- asombro que yo no sabía cómo interpretar. Me enteré cuando se llevó la mano a la boca para contener una carcajada. Reía y lloraba al mismo tiempo intentando no hacer ruido. Salí corriendo. Durante unos días no quería ni cruzármela en la calle. No me importaba haber hecho el ridículo; lo que sentía era que nunca más podría confiar en ella.

Por ese mismo tiempo, estabamos un atardecer en la feria. Linares, incluso entonces, más que un pueblo se consideraba una pequeña ciudad. Nos encontrabamos a una buena distancia de nuestra casa. Ya nos habíamos gastado el poco dinero que llevábamos pero ahí estábamos apoyadas en la barandilla del carrusel, disfrutando de las sonrisas de los que se montaban. Se nos acercó un hombre que parecía intuir nuestros deseos. Nos dijo que era amigo del dueño del carrusel y que cuando se quedaran bancos vacios le pediría que nos dejara montar gratis. Se nos abrió el cielo; sabíamos que se hacía tarde pero merecía la pena la regañina si podíamos darnos un par de paseos más. Empecé a ver que ya había espacios vacios y que nuestro amigo no había hablado con el dueño. Lo recuerdo apoyado en la barandilla, al lado de Pili, con una sonrisa feliz. En poco tiempo Pili me dijo al oído que cambiara de sitio con ella. Cambié de sitio. No tardé en saber la razón del cambio. Sentí sus largos dedos bajo mis vestido, sin perder un segundo tiré del brazo de Pili hasta que se agachó y le dije que a la de tres saliéramos corriendo a casa.
Así lo hicimos: corrimos por el paseo; flechadas calle abajo atravesamos la plaza y otras calles. Cuando subíamos la oscura y ancha cuesta que llevaba a la iglesia nos faltaba la respiración, a mi me entró un dolor en la parte izquierda del vientre que casi me dejó paralizada. Volvimos la cabeza por primera vez y ahí estaban, dos hombres corriendo en nuestra dirección. Llenas de pánico emprendimos la carrera hasta llegar a casa. Pili me dijo después que ella no había visto a los dos hombres. Quizás yo tampoco, o podría haber sido alguien que quería ayudarnos. Nunca contamos esto a nadie. Nos lo habíamos buscado.

Hasta hoy me pregunto por qué mi querida amiga me hizo cambiar de sitio; cómo no se le ocurrió que algo andaba mal? En mi caso, fue sentir su mano y saber que había que salir corriendo. No sabía nada sobre sexualidad, ni oído de ningún caso de abuso sexual.
El instinto sigue guiando, en gran medida, si no mis decisiones, mis impresiones. Casi nunca me ha traicionado.

lunes, octubre 11, 2010

Vargas Llosa, veinte años después

Por mucho que se haya dicho sobre el Premio Nobel y sobre Vargas Llosa, creo que tengo algo de mi propia cosecha que añadir. Los que leéis este blog seguro que recordaréis que el año pasado favorecía a Luis Goytisolo. Mi opinión no ha cambiado, pero lo importante es que el Nobel quede en casa!
Tengo una colega en la universidad a la que he bautizado como "mi Ángel custodio" ( en los ángeles sí que creo, eh?), ya que, después de mi ausencia de las aulas durante cinco años, la desorientación es mi compañera. No tanto en qué y cómo enseñar sino, más bien, en cómo complacer a la administración. Total, que ando despistada fuera del aula.
Rommy me ha echado un par de cables en ocasiones importantes, por pura casualidad en encuentros de pasillo (por eso lo de ángel). Rommy es peruana y ha sido bombardeada con felicitaciones por el galardón otorgado a su país. Divertida nos ha contestado:
"Gracias, pero no tengo ningún 'orgullo peruano' (no creo en nacionalismos, uno es de donde le tocó nacer y listo); en todo caso, creo que el premio es una buena noticia para las letras hispanas... y para las editoriales, claro, que se van a ir arriba con las ventas de
este señor".
Así me siento yo y su comentario me ha animado a dejarles las siguientes anécdotas.

Vargas Llosa fue el primer escritor latinoamericano que leí. En la Universidad de Sevilla - no recuerdo qué año, pero yo no tendría más de 18 - escuché una serie de conferencias fascinantes. Al final del ciclo me acerqué y me firmó un libro, que anda por ahí y no recuerdo cuál era, pero que en ese momento representó para mí la puerta abierta a un mundo por descubrir: "la literatura latinoamericana".
Años más tarde, cuando conocí a mi hoy marido, supe que había sido profesor suyo en Columbia University y que (Vargas Llosa) había reseñado - favorablemente - uno de sus primeros libros sin darse cuenta de que había sido alumno suyo.
Las ocasiones de contacto, ahora directo, con el escritor siguieron durante algunos años, a través de amigos comunes.
Cenamos con él en Cambridge (Massachusetts) en casa de Juan Marichal y Solita Salinas. Visitaba a su hijo Álvaro que estudiaba en Harvard y los Marichal lo acogieron en una intima cena donde lo sorprendimos diciéndole las veces que habíamos estado tan cerca de él sin que nos recordara ahora. Se apresuró a disculparse y, por supuesto, dejamos claro que bromeábamos sobre el asunto.
Vinieron otras oportunidades. Una conferencia en Boston University con una sala repleta de admiradores donde apenas pude saludar al escritor; su interés era saber de Solita y Juan que para entonces habían vuelto a España. Hablábamos pero el escritor estaba más preocupado de no perder a su mujer entre la multitud que otra cosa. Yo también habría salido pitando sin saludar a nadie!
Sería nuestro querido amigo Efraín Kristal quien renovaría estos encuentros cuando estaba en Vanderbilt Univesity de profesor visitante y tuvo la gran idea de invitar a Vargas Llosa a dar una conferencia. La universidad lo tuvo dos días ocupado con visitas a clases y otros asuntos diplomáticos y publicitarios. En la conferencia, la presencia del escritor peruano atrajo más público de lo esperado y lo que parecía un generoso espacio se llenó hasta el más mínimo rincón, con gente sentada en los pasillos. El cuerpo de bomberos prohibió la entrada a los que esperaban afuera porque ya sobrepasábamos los límites de sus ordenanzas.
Como despedida de estos dos días en Nashville decidimos darles un descanso al escritor y a su esposa. Los invitamos a cenar en casa con Efraín y después fuimos al "Blue Bird Cafe", punto de partida de todo protagonista de la música Country. Se dice que no serás nadie en el mundo del espectáculo si no has pasado por este íntimo escenario. Este café, en aquellos tiempos, tenía capacidad para unas veinte personas; las reformas que ha sufrido permiten el doble de espectadores . Allí acabamos la noche con John Bohlinger a la guitarra y alguien que cantaba sus canciones. En un intermedio el cantante anunció a los espectadores que "a very important Spanish writer (no se podía entender el nombre) was among the public" todos aplaudimos con entusiasmo y Vargas Llosa estaba más contento que un niño con zapatos nuevos el día de Pascua. Perdonen por un final tan pintoresco.

El año pasado coincidí con él en la Real Academia Española con motivo del homenaje a Miguel Delibes. Ni se me ocurrió saludarlo; sin mi marido no creo que me hubiera ubicado en el tiempo o el espacio; pero me gustó observarlo desde lejos.
Lo que vengo a decir es, cómo el azar interviene en nuestra vida. Les contaba el jueves a mis estudiantes que conocía personalmente a los dos posibles ganadores del premio Nobel en literatura del año pasado. Como vi que los impresioné, les aclaré que la persona importante en la familia era mi marido pero, añadí, que cuando lo conocí era un don nadie! Me alegré cuando los estudiantes se rieron. Hubo una vez en que decíamos que los americanos no tenían sentido del humor...Not any more! Not my students!

Ahora, si han llegado hasta aquí y quieren aprender algo interesante sobre Mario Vargas Llosa,tendrán que escuchar a, mi más que brillante amigo, Efrain Kristal.


miércoles, octubre 06, 2010

YERMA EN BOSTON: Whatever works!

Y eso digo yo, en cuanto al blog, Whatever Works. Si alguien tiene algo interesante que contar, aquí estamos. Hoy paso el espacio y la palabra a Christopher Maurer.



Paul Bowles, Tanger, 1956.



De vez en cuando los profesores de literatura nos despertamos—felices, fascinados— al teatro: el teatro-teatro: el que se desenvuelve en las tablas y no en el silencio de la página impresa. Esta noche el grupo del “Opera Institute” de Boston University ha tenido el primer ensayo de una ópera de Paul Bowles—Yerma—basada en el célebre drama de FGL. Me invitaron a hablar antes del ensayo a los actores, y al presenciar el ensayo y charlar con el director, he aprendido lo que nunca habría podido aprender en el aula.

Espero que ellos también aprendieran algo. Les hablé del estreno de la obra en Barcelona en 1935 y del debate, en los años 30 sobre su moralidad o inmoralidad. Les había traducido al inglés—para que se hicieran una idea del contexto histórico—algunas reseñas, entre ellas la de un crítico reaccionario catalán que tachó de inmorales los pasajes en que Yerma compara su propio deseo de ser madre con el instinto de procreación de las bestias del campo. Ve “que los trigos apuntan, que las fuentes no cesan de dar agua, y que paren las ovejas cientos de corderos, y las perras...” Parece que “todo el campo puesto de pie [le enseña sus crías tiernas, dormiladas, mientras [ella siente] dos golpes de martillo aquí, en lugar de la boca de un niño.”

Hoy en día esa comparación con la naturaleza no sorprende y ningún crítico se quejaría de la degradación de lo “sublime” de la maternidad. Es otra cosa la que inquieta a los norteamericanos, más subversiva que la crítica social. Lo que nos pone incómodos es el lirismo de la obra: la frecuencia de las metáforas y símiles, las imágenes basadas en un mundo natural que sólo vemos en el Discovery Channel. Los versos que indignaron al crítico catalán han desaparecido del guión, cortados por el director, no por inmorales sino porque en Yerma están mezclados lo lírico y lo prosaico en un “poema trágico” difícil de tragar para un público bostoniano o neoyorquino. Se supone que lo dramático es inconsistente con lo lírico y que la obra ya lleva una buena dosis de lirismo con la música de Paul Bowles. Ese elemento “lírico” inquietaba al mismo Bowles, que observa, en una carta de 1956, que para “a non-Spanish person”, “it all seems more poetic in Spanish than it can be made in English”.

¿Tenía razón? ¿Hay que diluir el lirismo de Yerma? Lo cierto es que la música de Bowles—aun cuando es tocada por una pianista y no por la pequeña orquesta de cámara que él requiere—tiene sus momentos bellos y originales, que nos hacen perdonar los cortes en el texto. Ha sido, pues, una experiencia interesante y, si me dejan, volveré a los ensayos, echando de menos esas metáforas —las que explico siempre en clase, las que provocaban a los críticos— pero armado de un criterio más frecuente en el escenario que en las aulas: Whatever works!

Christopher Maurer