La familia de mi marido, por parte de su padre, tiene unos genes envidiables. Ya he hablado de ellos en otras ocasiones. Mi suegro con 97 años baja al supermercado todas las mañanas, compra lo que necesitan (para el y su hermana Florence, de 91) y el New York Times. A lo largo del día lee el periódico y hace su crucigrama. Por la tarde los dos bajan a pasear al perro... Dos veces a la semana un servicio de minibús los recoge para ir a ver a la tercera de los hermanos , Hildegarde de 95.
Habría sido extraordinario que los tres acabaran juntos sus vidas, como planeaban y las vivieron desde la muerte de mi suegra hace 40 años. En los últimos meses los cuidados que Hildegarde requería nos forzaron a internarla en una residencia. Todavía esperaba volver a casa. Esta mañana Hildegarde ha muerto mientras dormía. Hildegarde, testaruda, inteligente, crítica de su gobierno y acertada… aunque nunca perdonó a Clinton. Tema que la mantenía en amigable discusión con su hermana… que lo adora. Pero Hildegarde no quería morir todavía y así lo expresó en varias ocasiones.
Antes de mi ida a España estaba pasando por uno de sus momentos de silencio depresivo. No había manera de hacerle hablar o comer. Pasé varias horas con ella y le expliqué que si no comía y bebía no duraría mucho. Le pregunté que si quería morir. Abrió los ojos espantada y me dijo que no, con un movimiento enfático de cabeza. La incorporamos en la cama y se tomó dos yogures. Le pregunté qué quería que le trajera de España…no estaba segura…le sugerí el perfume que yo usaba de Chanel, sabía que le gustaba. Me dio una bella sonrisa, porque bonita era y estaba a los 94... y me dijo “ that would be nice”.
Cuando volví, nos juntamos en la residencia unos cuantos de la familia. Esa tarde, ella en su silla de ruedas, comía bombones mientras que le enseñaba cómo ponerse el perfume.Sus manos se habian atrofiado por la artritis. Su color blanco y rosado y su suave y juvenil pelo auguraban más vida por venir. A mi marido se le ocurrió salir y en unos minutos volvió con una botella de champán y unos vasos de plástico. Las enfermeras hicieron la vista gorda. Estaba encantada y sorbito a sorbito, se lo tuvimos que retirar…Se crió en la religión católica y fue a misa hasta muy avanzada edad. Hace una semana volvió a caer en un estado de abandono que siempre parecía intencionado. Sufría, sufríamos… pero siempre salía de ellos. Su hermana Florence le preguntó que si quería que el párroco la visitara; ella dijo que no. La siguiente pregunta fue que si quería hablar con las monjitas…por supuesto que no quería; y finalmente, Florence, como si le preguntara a una niña , le dijo que si quería ir al cielo. Su respuesta fue “no”.
No sé si creería en el cielo o no; pero si hay uno, allí estará. Lo cierto es que no quería morir. Vivió una vida sencilla y tranquila, maravillándose de las cosas más pequeñas y grandes de casi un siglo. Murió hoy en su sueño, como todos queríamos y deseábamos, sin sufrir y todavía con ganas de beber unos sorbitos de champán y ponerse unas gotitas de Chanel.
Con nosotros queda su recuerdo hasta nuestra muerte.
Por favor, no son necesarios los comentarios para esta entrada. Tomémonos unas vacaciones del blog, todos lo necesitamos. Gracias y besos a todos. María Estrella
Habría sido extraordinario que los tres acabaran juntos sus vidas, como planeaban y las vivieron desde la muerte de mi suegra hace 40 años. En los últimos meses los cuidados que Hildegarde requería nos forzaron a internarla en una residencia. Todavía esperaba volver a casa. Esta mañana Hildegarde ha muerto mientras dormía. Hildegarde, testaruda, inteligente, crítica de su gobierno y acertada… aunque nunca perdonó a Clinton. Tema que la mantenía en amigable discusión con su hermana… que lo adora. Pero Hildegarde no quería morir todavía y así lo expresó en varias ocasiones.
Antes de mi ida a España estaba pasando por uno de sus momentos de silencio depresivo. No había manera de hacerle hablar o comer. Pasé varias horas con ella y le expliqué que si no comía y bebía no duraría mucho. Le pregunté que si quería morir. Abrió los ojos espantada y me dijo que no, con un movimiento enfático de cabeza. La incorporamos en la cama y se tomó dos yogures. Le pregunté qué quería que le trajera de España…no estaba segura…le sugerí el perfume que yo usaba de Chanel, sabía que le gustaba. Me dio una bella sonrisa, porque bonita era y estaba a los 94... y me dijo “ that would be nice”.
Cuando volví, nos juntamos en la residencia unos cuantos de la familia. Esa tarde, ella en su silla de ruedas, comía bombones mientras que le enseñaba cómo ponerse el perfume.Sus manos se habian atrofiado por la artritis. Su color blanco y rosado y su suave y juvenil pelo auguraban más vida por venir. A mi marido se le ocurrió salir y en unos minutos volvió con una botella de champán y unos vasos de plástico. Las enfermeras hicieron la vista gorda. Estaba encantada y sorbito a sorbito, se lo tuvimos que retirar…Se crió en la religión católica y fue a misa hasta muy avanzada edad. Hace una semana volvió a caer en un estado de abandono que siempre parecía intencionado. Sufría, sufríamos… pero siempre salía de ellos. Su hermana Florence le preguntó que si quería que el párroco la visitara; ella dijo que no. La siguiente pregunta fue que si quería hablar con las monjitas…por supuesto que no quería; y finalmente, Florence, como si le preguntara a una niña , le dijo que si quería ir al cielo. Su respuesta fue “no”.
No sé si creería en el cielo o no; pero si hay uno, allí estará. Lo cierto es que no quería morir. Vivió una vida sencilla y tranquila, maravillándose de las cosas más pequeñas y grandes de casi un siglo. Murió hoy en su sueño, como todos queríamos y deseábamos, sin sufrir y todavía con ganas de beber unos sorbitos de champán y ponerse unas gotitas de Chanel.
Con nosotros queda su recuerdo hasta nuestra muerte.
Por favor, no son necesarios los comentarios para esta entrada. Tomémonos unas vacaciones del blog, todos lo necesitamos. Gracias y besos a todos. María Estrella