Con
Javier Rioyo siempre fui atrevida. De la misma generación -- de hecho
debimos coincidir en la Facultad de Ciencias de la Información-- pero, al haber pasado yo los últimos 30 años fuera de España, me había perdido sus hazañas en el mundo de los medios de comunicación y las artes. Mi
encuentro con él fue en la época inicial de El Boomeran(g) (2006/2007) Antes de
entrar en su blog ya mantenía “chiqui” conversaciones diarias con algunos de
sus más distinguidos autores: Argullol,
Azúa, Verdú… empezaban a ser “asiduos e invisibles invitados” en casa; también
sus comentadores.
Fui atrevida
la primera vez que dejé un comentario en su blog. Le dije que cambiara de foto,
que parecía un toro a punto de embestir y que a los lectores les atraía más una
mirada directa. Por supuesto no me hizo caso.
Después de un par de años encabezaba su blog
una primera versión de la foto que
ilustra esta entrada. Durante meses ni me di cuenta del trasfondo de la imagen ¿un
mural?... La foto original estaba a más distancia que la que ven aquí: el
colorido mural lo ocupaba todo y en primer plano un pequeño objeto negro: ¡Rioyo!
Con el tiempo y una caña descubrí que -- el para entonces “don Javi”-- estaba apoyado en un acuario (¡) Sin esperar le dejé un comentario que más
o menos decía : Don Javi, parece usted un mejillón en una paella de mariscos! Dígale
a los técnicos que lo acerquen más para que lo veamos. De ese comentario nació
la foto de arriba. Alguien me leía…
Hace
más de un año que Javier Rioyo dirige el Instituto Cervantes en Nueva York. En
la Universidad en que enseño, Boston University, tenemos un Aula Cervantes que depende de su administración.
Ha sido esta coincidencia, o el azar, lo que nos ha llevado a conocernos personalmente.
Anoche, a su paso por Boston, y despues de una larga jornada de trabajo, cenó en casa.
Hice un arroz con mariscos y verduras ( ! no he dicho paella!) Arroz para ocho
y sólo éramos tres… Repetimos, era plato único, y Javier se lamentó de no poder
comer de las sobras -- que tanto le gustaban-- al día siguiente: estaría de camino a NY. Le pregunté que si quería llevárselas. Ante nuestra sorpresa
dijo que sí. Digo sorpresa porque el
arroz no era nada del otro mundo y lo tendría que llevar esa noche al hotel y
al día siguiente en el tren hasta NY. Eso sí, puntualizó “ sólo si tienes un
tupperware que no te importe porque no te
lo voy a devolver”. Con su taper salió contento como un chaval.
Javier,
cuando quieras estás invitado a arroz con lo que se presente…pero no consigo
repetirme en lo del buen arroz y lo más probable
es que no te merezca la pena acarrear con las sobras una segunda vez.
Ha
sido después de su partida cuando me he
acordado de la anécdota de la paella de mariscos y el Rioyo mejillón!
Nota: He
buscado en la Red el blog de Javier Rioyo en el Boomeran(g) y no he encontrado
rastro de él. Me parece irresponsable,
por parte de los administradores de El Boomeran(g) que hayan hecho desaparecer
años de participación de autores que por él han pasado, y dejado de escribir por razones diferentes, sin mantener un archivo
al que se pueda acceder. ¿Es esta la suerte que les espera a Félix de Azúa, Rafael Argullol, Vicente Verdú?…por nombrar
a unos cuantos veteranos del blog. Sería esta una actitud cavernícola, aún en los tiempos que corren.