Luchando: me resulta ajena esta palabra cuando me refiero a Roxana y a su convivencia con el cáncer durante casi diez años. Todos los que la conocieron estarán de acuerdo conmigo. Muy raramente hablaba ella de su enfermedad - sólo cuando había buenas noticias; la palabra ‘cáncer’ la evitaba. En los últimos seis años, desde mi vuelta a Boston, Roxana ha sido mi apoyo cuando necesitaba a una amiga. Nuestras llamadas telefónicas eran seguidas de una visita inmediata, éramos vecinas. Teníamos las “girls’ nights out”: acabábamos en sus restaurantes preferidos. La dejaba que escogiera el menú. Lo hacía con su innata elegancia y gracia; me recordaba a Audrey Hepburn en Breakfast at Tiffany's, aunque íbamos a un restaurante seudo oriental. Yo la observaba, divertida y embobada. Acompañábamos la cena con un martini; ella sabía qué ginebra y el punto exacto que requería. Hubo ocasiones que necesitábamos dos, ni nos contábamos por qué; nos los tomábamos. Cenas con martinis y algo interesante o divertido de qué hablar: preguntas, planes futuros…siempre el futuro. Yo me dejaba llevar por su entusiasmo. Solía pensar, y así se lo decía, que yo moriría antes que ella, sin que yo tenga ninguna enfermedad amenazante, simplemente por sus ganas de vivir, por las ganas con que Roxana lo vivía todo. ¿Cómo podría morir alguien así?
Esta primavera, antes de mi viaje a España, la última vez que la vi, planeamos ciertos cambios en su jardín. Con humor me decía: “yo no me podré agachar”; su respiración le fallaba. Le contestaba que se sentaría y daría órdenes. Las noticias que me llegaban a España durante mi estancia eran alarmantes. No me podía creer que a mi querida Roxana se le escapara la vida de tal forma. Volví con esperanzas. Un día después de mi vuelta besé a una Roxana que no acababa de enfriarse. En su casa, acompañada de familia y unos cuantos amigos inició ese sueño profundo que a todos nos espera .
Les dejo con Cecilia, su hermana, que leyó en la ceremonia religiosa este fiel esbozo de Roxana: “Mi hermana Roxana cambió la vida de todos los que están aquí hoy…”.
Así lo creo yo. Y éramos muchos los presentes.
WORDS OF REMEMBRANCE
When I was a child and my dad passed away, she took care of me like no one else: I am who I am because of her. Remembering would bring us solace and strength because death is another form of life nourished by the memory of the living. Roxana is here with us, she is present in our memory – we will always remember her. And we will also remember her every time we are planning a party, or enjoying a delicious dinner, or travelling to a new city, or shopping for clothes, and she will tell us somehow how to dress for the occasion. She was such a gifted teacher in so many levels. As her beloved husband Luis says, she taught him to enjoy life with intensity. Diego, Camila and him will always cherish all those wonderful trips to Puerto Rico, Spain, France, Mexico, England, and the West Coast. She was always looking ahead, planning the next journey, and embracing the future.
We all admired her deeply; she was such a brilliant mind, an insightful reader, a generous soul and a loyal, loving friend “tan entregada a todos sus seres queridos.” She loved rare combinations; we saw her originality and creativity through her eloquent writings, her words, and through her famous fashion instinct; but also in the way she loved to mix and match ingredients, from goat cheese and cranberry sauce, to people from diverse backgrounds. As my role model, I always wanted to follow in her footsteps, but she was really the role model of so many of us here. Roxana’s intelligence can be appreciated in her magnificent book about letters, but it is through her own letters that she gave us something to hold on to, as she would sign often Roxana “la roca más sana,” Rox, “the healthiest Rock.” Her brave and strong nature made her fight cancer until the end; and her energy gave us all the courage to face her death with tranquility and peace. She passed away just as she had lived, with grace and elegance. When you think of her, remember her smile. She smiled with her bright gaze, and Luis’s masterful photographs lovingly capture her gaze and her smile in all their intensity. As she will be greatly missed, his photographs will help us all remember her through these days of sorrow.
The best testament to how much she is loved and how intensely she loved, is this gathering, where friends and family from all over the world have travelled just to be here, not to say goodbye but to celebrate her life. Roxana gave us many gifts, but by far the most precious, are Luis, Diego and Camila; having them in the world and in our lives is our privilege. The bond of her love connects us today, she gave us each other, and our friendships; and praying, meditating, talking to her, remembering her will be the best way to honor her.
Seré breve. Rox lo querría así. Difícil resumir su vida y decir lo que uno siente. Entre ella y nuestra última prima, su hermana Cecilia, había quince años, y entre medio once primos. Hoy lloramos la partida de la líder del clan.
María del Rosario, Ana Roxana, Roxy, Rox y últimamente, Roc Sana, la Roca Más Sana. Nació en San Juan, Puerto Rico un 8 de agosto de 1961.
Roxana falleció un 18 de abril de 2010 a las 4:03 minutos de la tarde en la calle Adams #35 de Brookline, Massachusetts. Murió lejos de esta Isla que tanto amaba, pero rodeada de amor; el de su familia y amigos, el de su esposo Luis, sus hijos, sus hermanos, sus padres y sus amigos. Ese amor que ella cultivó tanto en todos los que la rodeaban. Su esposo Luis pidió silencio y allí frente a todos se esfumó el último aliento de su vida. Murió en paz; dejó impregnada la casa con su perfume.
El martes, 20 de abril a las 3:00 de la tarde se celebró la misa por su descanso eterno en la Parroquia St. Mary of the Assumption. Era una tarde hermosa de primavera y la Iglesia estaba repleta. Gente de todas partes del mundo, estudiantes, profesores, amigos, vecinos, llenaron a capacidad esta iglesia. Roxana era el hilo conductor que entretejió tantas vidas desconocidas en un solo momento. No es fácil ser un extranjero en Boston, Massachusetts y llenar una iglesia, pensé yo. Qué hizo esta diminuta mujer de ojos rasgados y sonrisa amplia que consiguió que tantos estuviéramos allí entonces, y hoy aquí tantos presentes para celebrar su vida.
Quizás, si meditamos qué nos unió en su muerte, comprendamos lo que nos unió en su vida. Quizás podamos dar algún sentido al porqué de su partida. Roxana era transformadora. Su energía transformadora, como dice Luis, hipnotizaba y hechizaba a todos a su alrededor para caer derrumbados ante sus encantos. ¿Por qué? Porque amó intensamente la vida. Y amó profundamente a todos los que nos cruzamos en su camino. Luis dice que era un animal social. Sus amigos eran su fuente de energía. Disfrutó cada segundo de sus 48 años, a pesar de luchar con el cáncer y el miedo a morir por casi 10 años. Sus contradicciones, el amor por la moda y su brillante intelecto, su sentido del humor y su análisis profundo, su enorme sensibilidad y su firmeza de carácter, su dulzura y angustias, su sencillez y exuberancia, le daban el balance que la hacían única. Logró lo que muchos no logramos, que es vivir el presente y amar sin límite el hoy. Fue valiente y se atrevió a vivir a pesar de la muerte.
Hoy, los que nos quedamos para celebrar la vida de Roxana, podemos comenzar por aprender de ella a amar la vida y vivirla con esa misma intensidad; a dar las gracias por lo que tenemos y a no querer lo que no es importante, podemos amarnos más los unos a los otros, agradecer más la salud que tenemos, ayudar más a los que no tienen tanto, sonreír más como sonreía ella, abrazar más a nuestros hijos, decir presente cuando un amigo nos necesita, podemos creer como ella creía que había paz al final del camino, y sobre todo aprendamos a vivir intensamente en el presente agradeciendo cada aliento de vida como lo hizo ella hasta ese último suspiro que nos arropó con ese suave aroma del cual no nos podremos desprender nunca más.
Roxana descansa en Paz.
"...la celebración de la vida de mi querida madre."
Diego Fernández Rangel
Si pudiésemos reunirnos en circunstancias mejores, no estaría hablando ahora. Pero estamos reunidos para un evento especial, para una celebración, la celebración de la vida de mi querida madre. Algunos la recordarán como una persona a la que le encantaban las fiestas, especialmente las grandes y extravagantes, como la del Martes pasado. Si hubiese estado aquí, le hubiese fascinado una congregación tan grandiosa. Otros la recordarán como una viajera impresionante. Yo, por ejemplo, me acuerdo de los veranos que nos pasamos yendo de país en país, especialmente nuestro viaje de España a Francia. Las maravillas que nos enseñaba eran realmente maravillosas. Ella me creó el mundo, me lo construyó de arriba abajo, modelando mi propia Tierra. Yo recuerdo a mi madre como mi Mamá. Era, y todavía es una persona que deja al mundo con vida. El funcionamiento de su cuerpo se habrá terminado, pero su vida nunca desaparecerá. Con su cuerpo, mas precioso que las estrellas en el cielo, vivió en esta Tierra lo más que pudo. Con el tiempo que tenía, disfrutó del mundo. Muchos estarán pensado “Por qué, por qué ella, por qué ahora.” En las palabras de uno de mis autores favoritos, eso no lo podemos escoger nosotros. Lo único que nosotros podemos decidir es qué hacer con el tiempo que nos han dado. Y eso lo hizo ella. Ella decidió usar su tiempo de la mejor manera posible. Se convirtió en una de las personas más queridas, más adoradas. Se convirtió en hija maravillosa, en hermana cuidante, en sobrina querida, en prima amada, en esposa irreemplazable, y en mi Mamá.
Hace cinco días, aunque parece una eternidad, mi tía querida me dijo que una cosa así o te destruye o te fortalece. Yo, por lo menos, me voy a asegurar que me convierta en la persona que ella quería que fuese.
Nota: Las fotos de Diego y Camila fueron sacadas por su padre, Luis Fernández Cifuentes - maestro de la cámara. Son la tarjeta de Año Nuevo del 2008 .
She cares for me
like for a wounded bird.