Por segunda vez este año felicitamos a
Luis Goytisolo. En esta ocasión por el
Premio Nacional de las Letras Premio sobradamente merecido por una larga
trayectoria que empieza a los 23 años con su primera novela, Las afueras (premio Biblioteca Breve,
1958) hasta el Premio
Anagrama de Ensayo 2013, con Naturaleza de la novela. Una carrera no con vista a los premios sino a esa necesidad
que lo arrastró desde niño, la de
explicar lo inexplicable, y a elegir la escritura para hacerlo:
Que
de repente me encontrara con lágrimas
en los ojos escuchando la Júpiter en Torrentbó una mañana nublada cuando tendría
alrededor de seis o siete años y me viera obligado a pegar la cara en el
cristal para que no lo advirtiera la familia reunida en la galería, fue para mí, además de inexplicable, más
importante de lo que entonces pudiera imaginar. Antes, me había pasado algo
semejante con El rey Lear, leído en voz alta por la abuela
cuando yo aún no sabía leer;
el destino del rey despojado se me hizo insoportable y me eché a llorar. Y años después habría de pasarme de nuevo al leer Don Quijote, con el relato de su muerte, totalmente identificado,
al menos por una vez, con el llanto de Sancho Panza. La diferencia entre el
primer caso y los otros dos estriba en que Mozart es músico y la Júpiter una sinfonía, mientras que
Shakespeare y Cervantes se expresan con palabras. Y, sin embargo, cuando tras
varios experimentos esperanzadores me propuse ser escritor y empecé a esbozar Las afueras como si de un paisaje se
tratara, lo que yo andaba buscando, aún sin habérmelo planteado en estos
términos, era conseguir despertar en el lector una emoción similar a la que en
mí había despertado la Júpiter. (Cosas que pasan, p. 119)
The fact that
I found myself with tears in my eyes listening to the Jupiter one cloudy morning in Torrentbó when I was about six or
seven, and that I had to press my face against the window glass so that the
family, gathered in the gallery, wouldn’t notice, was, for me, besides being
inexplicable, more important than I could have imagined. Something similar had
happened to me on hearing King Lear read aloud by my grandmother before I had learned to read: the fate of the bereft
king became so unbearable that I began to cry. And years later the same thing
happened when I read Don Quixote and
the story of his death, and identified totally, for once, with the
weeping Sancho Panza. The difference between the first case and the other two
is that Mozart is a composer and the Jupiter a symphony, while Shakespeare and Cervantes express themselves in words. And
yet when, after various hopeful experiments, I proposed to become a writer and
began to sketch out Las Afueras as
though it were a landscape, what I was really after, without having yet posed
it in those terms, was to be able to awaken in the reader an emotion similar to
the one awakened in me by the Jupiter. (Cosas
que pasan, p. 119)
9 comentarios:
Enhorabuena otra vez. Le he oído en una entrevista que le han hecho con motivo de este premio y me ha resultado ameno, muy interesante y encantador, lo que me ha gustado mucho porque, aunque no lo conozco, lo siento cercano, a través vuestro, claro. Es de esas personas que levantan el ánimo. Felicidades y que siga la racha.
Prima, ya lo conocerás... Eso, que siga la racha. No hay dos sin tres, o es al revés?
He tenido hoy serios problemas con el programa de formato del texto del blog. Todavía se nota que no he conseguido regularizarlo... Ay! esos duendes, por qué me harán estas faenas.
Qué buena traducción, Estrella: capaz de plasmar ese sutil sentimiento de la sinfonía mozartiana en el ánimo del pequeño Luis. No ha perido, al inglés, ni un ápice de laemoción. Brava cara!
No sé, dicen que la poesía es la música de las palabras. Aquí unos versos de su hermano Jose Agustin sobre El oficio del poeta
Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.
La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.
Anisa, buen poema.
No sé si hoy habría escrito la última estrofa…
Elvi, esa traducción es de un cocinero que tengo en casa que hace unas sopa de pescado riquísima. Le diré que te ha gustado.
El premio Cervantes le tocaba este año a Latino América, y me parece muy bien que así sea. Lo que me parece mal es que junten a escritores y españoles y latinoamericanos en un mismo saco cada año, cuando se sabe que se votará solo a uno de los dos grupos. Con frecuencia es bastante ridículo el resultado, ya que es inevitable comparar al ganador con el resto de la lista y…qué voy a decir!
Felicidades a Elena Poniatowska que, al fin y al cabo, no es culpable de este politiqueo tan mal montado.
He vuelto a comprar el tocho, que había leído tal y como vino al mundo hace tiempo, porque al fin y al cabo fue la segunda tesis doctoral que dirigí (¡en 1979, en Granada, a J, Ortega, que venía de los EEUU!), sobre las novelas de LG, que entonces asomaba "desde la izquierda", bueno, digamos que desde fuera de las corrientes dominantes. Y ahora, con tanto follón, parece buen momento para recuperar el lienzo total que, como dice Echevarría (en su página de El Cultural, el último), asusta: porque el lector potencial ha reducido su capacidad de leer. Vaya. Pero, ¿no es un logro que oficialmente y aunque tarde asome lo bueno?
Tienes razón, Pablo. Es una suerte tener “Antagonía” en un tomo. Tengo la antigua, en cuatro tomos, con una dedicatoria encadenada en los cuatro. También tengo, dedicados dos “tochos” de la actual: uno como objeto afectivo y el segundo lo quería para marcarlo y escribir al margen; tuvo gracia Luis: escribió al filo de la primera página “ejemplar de trabajo” L.G.
Me aclaró que eso es lo que hace él con sus libros…encantador!
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