Abril,
un mes fatídico. Aunque en el caso de Herman Maurer, mi suegro, hay que
celebrar su muerte. Supo vivir la vida que le tocó con inteligencia y
estoicismo. Regaló comprensión, generosidad y calma a todo el que le rodeaba...
hasta en su último día. Habría cumplido 105 años en Junio. Bien merecidos. Que
sus nietos sigan su ejemplo. Seguro que descansa en paz!
Con mis hijos, Daniel y Pablo, en la cuevas de Nerja |
6 comentarios:
Siento mucho las dos pérdidas, Estrella. Distintas entre sí, y también distinta la forma de sentirlas, supongo. La pena llega por muchos caminos, hay que saber vivir con ella.
No puedo evitar pensar que qué guapos los niños, con su abuelo. Un abrazo
Gracias, Ada. Hacia tiempo que te echaba de menos...
Como un naufragio hacia adentro nos morimos. ¿Se murió el abuelito? ¡Qué pena me dá!
Que certero lo de Manrique:
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
Gracias, Anisia. Rodeada de tanta muerte, ahora ha muerto - una semana despues que el padre- su hijo mayor... hermano de Chiristopher, claro.Ni se me ha ocurrido pensar en Manrique.
No tengo palabras
Nada es ya lo mismo cuando se van los que estuvieron siempre
Padre y hermano...lo siento mucho
Gracias, Anónimo. No, nunca será igual pero así ha sido siempre...No hay mejor uso de la memoria que recordar a nuestros queridos muertos
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