El primer verano hicimos una media luna con losas. Tuvo que ser luna: una hilera de viejos pinos y robles de los vecinos permiten que sólo luzcan un par de rayos de sol en el porche.
Pusimos una fuente de cemento a la derecha de la media luna y el Buda—que había llegado desde Chicago con el resto de la mudanza—a la izquierda. Plantamos unos cuantos helechos, también del jardín de Chicago. Los helechos viajaron con los perros, la gata y ese montón de cosas sagradas que uno no confía a la casa de mudanzas, pero sí a un
amigo como mi Volvo 940 y dos días de camino.
El verano siguiente, harta de haber visto el cemento de la fuente bajo la nieve y sin habérsele pegado patina alguna, decidí dársela yo misma. Transformé la fuente en arcilla (no hay que ser dios!) Lo malo es que se veía la bomba del agua y los cables que se enchufan en la pared de la cochera.
Plantamos más helechos y hostas, que era lo único que crecía entre la sombra y las raíces de los pinos.
La tercera primavera las piedras de la media luna aparecieron con un color verdoso parecido al de mi piel después de un invierno criminal. Una pelusilla verde las unía... Tuvimos que reemplazar varios helechos (mis perrillos les habían tomado gran afición). Plantamos otros más crecidos y nativos de New England. Ojalá fuera tan fácil trasplantar a las personas...
Ese verano lo que más lucia eran dos matorrales de acebo que ya venían con la casa cuando la compramos. Por los diez años iban...
El cuarto verano el jardincillo prosperaba. Nos dedicamos al frente de la casa. Hortensias alrededor del porche y un abedul a cada lado.
Los vecinos de al lado se contagiaron y mientras nosotros cavábamos delante ellos lo hacían en su campo de futbol de detrás. Tienen niños, así que se acercaron lo más que pudieron a las lindes del vecino ( sin mover el mojón!)
Con la quinta primavera los pájaros iban y venían a la fuente, aunque todavía se veía la fea base con los cables, bomba y demás...pero se posaban al filo de la urna y sus cuatro hilos de agua.
El disfrute de los pájaros se acabó cuando nos dimos cuenta que al acebo de detrás del buda, el más hermoso, no le salía ni una puñetera hoja (perdonen, pero cada vez que lo recuerdo me sube la tensión si no maldigo) ¿Cómo podía ser? ¿En plena juventud y habiéndole dado tanto mimo...?
Estaba claro: el vecino, viendo lo bien que lucía, decidió plantar en su jardín—el año anterior, cuando tan ocupados estábamos con el frente de la casa—otro de la misma especie. Tan cerquita cavó—el muy novato—que cortó las raíces del nuestro, que se había tomado la libertad de desperezarse en terreno ajeno...
El verano pasado tuvimos que comprar un macetón enorme para cubrir el espacio muerto del difunto abeto. Por otra parte, los helechos habían crecido, los que necesitaban ayuda para permanecer derechos se apoyaban en las hostas que los mantenían sin queja. La patina de las piedras y la fuente parecía proceder de un viejo lugar incierto. El musgo empezaba a cubrir la costura de las losas. Nos podíamos sentar en el porche y apenas ver la odiosa bomba del agua. Estratégicamente coloqué plantas en sus tientos para no ver el enchufe eléctrico...
Estábamos satisfechos. Esfuerzo, dinero y paciencia sostenía algo que en muchos momentos parecía insostenible... Hasta que un día se presentó una vecina de la calle trasera—no la conocíamos, claro—y mientras se nos quemaba la barbacoa nos explicó que era enfermera y cuidaba de enfermos en estado crítico. No sabíamos a qué venía esto: ¿un donativo, trabajo voluntario...? No, nada de eso. Le molestaba el ruidillo del chorro del agua y no la dejaba dormir! Nos pedía que lo cortáramos a las 9 de la noche!
Así que compramos un contador y lo tenemos marcado para que la fuente se pare a las ocho y media; cuando todavía no se ha puesto el sol en nuestro, ya de por sí, oscuro patio.
Este año, séptimo de la creación, no hemos hecho nada. Lo estamos disfrutando tal como lo ven....
Amablemente, hoy, la vecina nos ha dicho que hace dos noches se nos olvidó apagar la fuente. Hace dos noches yo dormía con la ventana cerrada y una manta...